jueves, 30 de marzo de 2017

Hay que dar margen a Trump

 

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Es lo que pide el analista israelí Isi Leibler, que no comparte la decepción de quienes querrían que el presidente norteamericano hubiera ido ya más allá en su firme compromiso con Israel.
Por ahora, el pesimismo no está justificado. Por primera vez, la aplastante mayoría de los consejeros más próximos al presidente comparte una visión proisraelí. Entre ellos se cuentan el enviado para Oriente Medio, Jason Greenblatt, así como David Friedman, el nuevo embajador de EEUU en Israel, ambos judíos ortodoxos  (…)
(…) Trump no ha dado a Israel un cheque en blanco para la construcción de asentamientos. Eso es lo que se transmitió discretamente para evitar un ataque mediático, por lo que ambas partes podrían llegar a un compromiso sin provocar conflictos domésticos.
(…)
Netanyahu se enfrenta a un reto difícil en su esfuerzo por evitar enfrentamientos (…) con Trump. [Netanyahu] está bajo una enorme presión para limitar la construcción en los asentamientos, mientras Trump se involucra en esa tarea de conseguir lo imposible con los palestinos. Las alas radicales de la coalición [gobernante en Israel] podrían romper el [pacto de] Gobierno por este asunto. Al mismo tiempo, Netanyahu sabe que una clara mayoría de israelíes apoyaría su postura y probablemente lo reelegiría como primer ministro. ¿Quién más podría reeditar su habilidad para dirigir las negociaciones con Trump mientras mantiene unas buenas relaciones de trabajo con el presidente de Rusia, Vladímir Putin?
Shmuel Katz, de la Greater Miami Hebrew Academy, hace un encendido elogio del desempeño del Estado judío y llama a que la comunidad internacional lo reconozca.
La continua presencia judía en su patria ancestral es un importante servicio al pueblo judío y al mundo libre tal como lo conocemos. Con sus sólidas conquistas humanitarias y tecnológicas, Israel es un faro de luz y estabilidad en Oriente Medio que presta un buen servicio a la comunidad internacional.
Aunque Israel no sea siempre perfecto, debe ser aplaudido por su capacidad para seguir siendo una democracia potente en un entorno peligroso.
Todos nos beneficiamos de la presencia israelí en Oriente Medio, y debemos seguir apoyándolo en beneficio de todos nosotros y del mundo libre.
Alex Joffe, del Begin-Sadat Center for Strategic Studies, analiza aquí las implicaciones de la campaña de revisionismo histórico en que anda incurso el liderazgo palestino.
La campaña para que se pidan disculpas por la Declaración Balfour es otro elemento en la guerra palestina contra hechos históricos inconvenientes que han de ser negados, atacados, reescritos o violentados de cualquier forma, en lugar debatidos, admitidos o compartidos. Este enfoque explica extraordinarias declaraciones palestinas como la negación de Arafat de que alguna vez hubo un templo judío en Jerusalén y las palabras de Saeb Erekat de que los palestinos son descendientes de habitantes del Paleolítico y, por tanto, la auténtica población indígena de esa tierra. (…)
(…) la consideración del honor perdido, la victimización permanente, la responsabilidad internacional y el logro a través de la [explotación del complejo de culpa del prójimo] de lo que la política y la fuerzas de las armas no pueden son ideas culturales, transmitidas incesantemente por los líderes palestinos y su sistema educativo y mediático. Pero también se reflejan en la política palestina. A cada paso, las negociaciones llegan a un escenario y después se detienen porque el compromiso impide la completa ‘restauración’ de lo que nunca fue. Combatir hechos ocurridos hace cien años y esperar que produzcan otro resultado es consistente con este patrón. Así es improbable construir una sociedad palestina estable o la paz con Israel.

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