“Es una de mis historias favoritas, mucho mejor por ser verdadera.
Un joven químico había estado trabajando durante algún tiempo en el desarrollo de un nuevo agente de adhesión, un pegamento. Finalmente, el trabajo estaba completado. Lo probó y no se pegó. ¿De qué sirve un pegamento que no pega? Un fracaso, tiempo perdido, esfuerzo en vano; de vuelta al laboratorio para intentarlo de nuevo.
Así hubieran pensado noventa y nueve de cien personas.
En lugar de decidir que su trabajo era un fracaso, se preguntó: "¿Qué pasaría si es un éxito? ¿Qué pasaría si he descubierto una solución?
Lo único que queda por hacer es encontrar el problema.
Se negó a rendirse y se decía a sí mismo, ¿de qué sirve un pegamento que no pega? Finalmente, lo encontró!
Se convirtió en un gran éxito comercial; yo lo uso todo el tiempo.
Se utiliza para las notas que puedes adjuntar y separar a voluntad.
Así es como nació el "Post-it".
Pienso en esa historia cada vez que escucho a alguien descartar sus propios esfuerzos o los de otras personas considerándolos un fracaso.
Eso no solo es un pensamiento negativo, sino que destruye - la confianza, la moral, el respeto a sí mismo.
Más importante aún, no es verdad, o al menos, no es la mejor manera de ver las cosas.
La creación, por su propia naturaleza, implica asumir riesgos - el experimento que falla, el intento que no sale del todo.
Cada riesgo es parte del proceso que lleva al descubrimiento, cada uno es una experiencia de aprendizaje.
Analizar por qué algo falla, es a menudo uno de los ejercicios más instructivos que podemos realizar.
La creatividad sin fracaso, es como ser elevado a la cima de una montaña sin la escalada.
Es divertido. Pero no es un logro.
“Según el esfuerzo", dijeron los sabios, "así es la recompensa. ”
Tampoco estamos aquí, ahora, en posición de juzgar el éxito.
Pienso en Moisés Maimónides, el gran pensador judío de la Edad Media.
Tarde en su vida escribió un libro.
Fue, nos cuenta en una de sus cartas, escrito para un solo discípulo que tenía dudas acerca de su fe.
Le llevó mucho tiempo.
Maimonides era en esos días un médico y el líder de su comunidad, por lo tanto, le era difícil encontrar el tiempo para escribir.
Finalmente lo completó, y se lo envió al joven.
De su respuesta queda claro que no funcionó. Posiblemente, él no lo entendió.
En cualquier caso, no respondió a sus preguntas. Un fracaso en la vida de Maimónides. ¿El nombre del libro? "La Guía para los Perplejos", la mayor obra de la filosofía judía jamás escrita.
Yo también pienso en el primer Moisés. ¿Cómo habría sido su obituario, escrito por un contemporáneo suyo?
La evidencia está ahí en todos los libros que llevan su nombre.
Cuando él intervino en nombre de su pueblo, ellos se quejaron, no había mejorado las cosas; las había empeorado: En Egipto, sus cargas se hicieron más pesadas; dejando Egipto, se enfrentaron al Mar Rojo; cruzando el mar, encontraron un desierto: Primero no había agua, posteriormente no había comida; entonces la gente se quejó de que no había carne; después de haberle dado a los israelitas los diez mandamientos, hicieron un becerro de oro; enviando espías para preparar su entrada en la tierra, volvieron y dijeron: es imposible.
Cada esfuerzo que hizo para formar un pueblo libre y santo se derrumbó.
Tampoco tuvo el privilegio de poner un pie en la tierra por la que había viajado por cuarenta años. ¿Puede una vida de fracasos ser un éxito?
A veces, puede ser la vida más grande que existe.
A medida que viajamos a través de Elul, y miramos hacia atrás a lo largo de nuestro año, debemos recordar una lección importante: tienes que bendecir los fracasos también.
Por: Rabbi Sacks X”L (Ellul 5779 / Septiembre 2019)
F: Rabbi Sacks en Español
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