sábado, 12 de octubre de 2024

DEL WSJ

 ¿POR QUE INDIA ES SUAVE RESPECTO A HAMAS Y HEZBOLA?

El país tiene su propio problema de terrorismo, pero sus líderes no han aprendido a pensar en él globalmente.

Por Sadanand Dhume
Octubre 9, 2024
traducido por Marcela Lubczanski

Los campus de las universidades de élite no son los únicos lugares en el mundo democrático donde la gente viva abiertamente a los grupos terroristas. En India, turbas ruidosas han salido a las calles para protestar por la eliminación por parte de Israel el mes pasado del jefe de Hezbola, Hassan Nasrallah. El apoyo abierto a un famoso terrorista global por parte de los islámicos y sus compañeros de viaje—tanto en las calles como en redes sociales—revela una gran debilidad en el enfoque selectivo del gobierno indio ante el terrorismo islámico. No logrando designar como entidades terroristas a los satélites iraníes Hezbola y Hamas, India perjudica la guerra contra el terrorismo y socava su propio esfuerzo por combatir el radicalismo islámico en casa.
Incluir en la lista a Hezbola y Hamas como grupos terroristas debería ser algo obvio para Nueva Delhi. Ambos grupos abrazan el islamismo de línea dura y tienen una larga historia de atacar civiles. India durante décadas ha trabajado para sofocar el terrorismo islámico alimentado por el vecino Pakistán, especialmente en el territorio de mayoría musulmana de Jammu y Cachemira. Como señaló en una entrevista telefónica el experto en terrorismo Daniel Byman, de la Universidad de Georgetown, "no es del interés de India alentar la resistencia violenta cuando la gente dice que la tierra musulmana está siendo ocupada por no musulmanes."
¿Por qué, entonces, Hamas y Hezbola no están entre las docenas de grupos que India registra como organizaciones terroristas? Para empezar, ningún grupo ataca a India; ellos están enfocados en destruir a Israel. Y a diferencia de al Qaeda y el Estado Islámico, que son grupos estimados terroristas por Naciones Unidas—y por lo tanto automáticamente por India también—Hamas y Hezbola han evitado hasta ahora una designación de la ONU. El Sr. Byman dice que esto puede ser debido a que algunos gobiernos los ven como teniendo un estatus híbrido: “parte grupo terrorista, parte gobierno, parte movimiento social.” Pero la omisión de grupos que atacan al estado judío de la lista de entidades terroristas también revela un obvio sesgo de la ONU.
Algo de la renuencia de India puede ser también un resabio de la Guerra Fría, cuando Nueva Delhi, dependiente del petróleo árabe y ansiosa por defender causas tercermundistas, hizo lo imposible por transmitir sus credenciales pro-palestinas. La Primer Ministra Indira Gandhi hizo alarde de su cercanía con Yasser Arafat, de la Organización para la Liberación de Palestina. En 1988 India se convirtió en el primer país no árabe en reconocer oficialmente un estado de Palestina, y no fue hasta 1992 que India estableció relaciones diplomáticas plenas con Israel. Hasta entonces, sucesivos gobiernos indios vivieron en temor permanente de irritar a la llamada calle árabe.
Luego está Irán. "Si condenas a Hezbola, Irán lo trataría como un acto poco amistoso," dijo Krishan Chander Singh, un ex embajador indio ante Irán, en una entrevista telefónica. India tradicionalmente ha buscado relaciones amistosas con Teherán para mantener acceso a Asia Central y para equilibrar la influencia paquistaní en Afganistán. Los terroristas islámicos que atacan a India casi siempre pertenecen a grupos musulmanes suníes entrenados y financiados por Servicio Interno de Inteligencia, la agencia de espías del ejército paquistaní. Para Nueva Delhi, grupos chiíes terroristas tales como Hezbola están típicamente fuera de la vista y fuera del pensamiento.   
La política interna también está en juego. Entre el 10% y el 15% de los 200 musulmanes de India son chiíes. El gobierno iraní mantiene relaciones estrechas con sus correligionarios, quienes forman importantes bloques de votación en áreas con grandes poblaciones chiíes incluyendo la región de Cachemira, la ciudad capital de Lucknow en el estado de Uttar Pradesh, y la ciudad capital de Hyderabad en el estado de Telangana. “Hay un vínculo chií muy fuerte," dice el Sr. Singh. No sorprende que algunas de las marchas recientes pro- Nasrallah en India tuvieran lugar en Cachemira y Lucknow.
Sin embargo, los beneficios de India asumiendo una posición firme contra Hamas y Hezbola superaría con creces cualquier desventaja. Si India busca convertirse en un líder global, tiene que empezar a pensar en el terrorismo en términos globales. Hamas y Hezbola pueden no atacar a India específicamente, pero su derrota indudablemente haría retroceder al Islam radical en el mundo. India estaría entre los beneficiarios más grandes.
¿Y por qué India debería andar en puntas de pie alrededor de Irán cuando a los mulahs que lo dirigen les importan poco las sensibilidades indias? En un tweet el mes pasado, el líder supremo iraní ayatola Khamenei describió a India, junto con Gaza y Mianmar, como un lugar donde los musulmanes están "sufriendo." Que el Sr. Khamenei castigara a India mientras ignoraba el tratamiento mucho peor de China a su minoría musulmana pone de relieve la fragilidad de los vínculos entre India e Irán.
La postura de India en el Medio Oriente ha cambiado drásticamente durante la década pasada bajo el Primer Ministro Narendra Modi. India dejó de importar petróleo iraní en el 2019. Sus socios más importantes en la región son ahora Israel y los Emiratos Arabes Unidos.
En el frente político interno, India tiene que aislar a su gran minoría musulmana de las corrientes radicales. Shehla Rashid, la autora de un nuevo libro sobre los modelos a seguir para los musulmanes indios, dijo en una entrevista telefónica que los chiíes indios "deberían ser alentados a mirar hacia arriba a miembros exitosos de su comunidad en lugar de tipos como Nasrallah." Denunciar a Hamas y Hezbola puede no garantizar este resultado, pero sería un paso en la dirección correcta.

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