RABINOS DETENIDOS E INTERROGADOS, LOS JUDIOS TOMADOS COMO BLANCO: LA REPRESION DE IRAN DURANTE LA GUERRA CON ISRAEL
Durante la guerra entre Israel e Irán, la comunidad judía de Irán soportó miedo y represión incrementados, con los líderes religiosos detenidos bajo sospecha de colaborar con Israel. Las detenciones, emparejadas con serias restricciones y vigilancia, pusieron de relieve la existencia precaria de la comunidad bajo un régimen que intensificó su represión durante la guerra.
Por Eliana Fleming
Junio 24, 2025
TRADUCIDA POR Marcela Lubczanski
La guerra de 12 días entre Israel e Irán, que concluyó con un cese del fuego el 24 de junio del 2025, dejó a la comunidad judía de Irán, de aproximadamente 7,000 personas en Shiraz y 15,000 a nivel nacional, en un estado de profundo temor y aislamiento. A medida que operación “Am K’Lavie” devastaba la infraestructura nuclear y de misiles de Irán, las autoridades iraníes intensificaron su represión sobre las amenazas internas percibidas, deteniendo a jazanim (cantores) y Rabanim (rabinos) en Shiraz y Teherán bajo sospecha de colaborar con Israel. Los arrestos, anunciados en el día final de la guerra, amplificaron la vulnerabilidad de la comunidad bajo un régimen que esgrime el miedo como un arma.
Zahava, una israelí de Irán que ahora vive en Haifa, compartió un escalofriante mensaje de WhatsApp de una amiga de la infancia en Shiraz: “En persa, ella escribió que la policía había llevado a los jazanim y rabanim para interrogatorio. Ellos estaban sospechados de colaborar con Israel. Al día de hoy, no sabemos si han sido liberados.” Ella agregó, “Ella nos dijo que es mejor no contactar a los judíos allí en este momento, la situación es extremadamente frágil. Hay un grupo de WhatsApp muy activo, pero desde que empezó la guerra, ha habido completo silencio." Los judíos atemorizados permanecieron dentro, cortando las conexiones de internet para evitar el escrutinio del régimen, como destacó Zahava, "Están demasiado asustados como para salir, podría costarles sus vidas."
Lydia, quien dejó Teherán hace 30 años y vive en Holon, recordó una llamada tensa con su hermano en el norte de Teherán: “Ellos fueron advertidos que los judíos con vínculos con Israel serían arrestados y enviados a la cárcel." Su esposa dijo, “No teníamos donde ir, así que fuimos a la casa de una tía en la parte occidental de la ciudad. Es más seguro allí.” Desde su balcón, su hermano vio los ataques aéreos israelíes, diciendo, “Saludamos a los pilotos y adoramos ver al ejército israelí en acción. La redención ha llegado. Agradecemos al Creador." Lydia compartió el trauma pasado, diciendo, "Cuatro familiares fueron asesinados hace cinco años. Ellos sonaban bien, tenían una gripe suave, y al día siguiente habían muerto."
Noga, quien abandonó Shiraz después de la Revolución Islámica de 1979 y ahora vive en New York, describió la difícil situación de la comunidad: “Cuando hay una guerra que involucra a Israel, el gobierno obliga a los judíos a declarar públicamente que están contra el Sionismo para probar la lealtad hacia Irán.” La comunicación era peligrosa: “Si llamas desde Israel, ellos saben. Ellos simplemente saben." Las conversaciones usaban un lenguaje codificado, con metáforas del tiempo señalando peligro, tal como, "En este momento las cosas están bien, pero escuchamos que mañana habrá una inundación." Noga recordó las amenazas del ayatola: “El hablaba sobre 'espías sionistas,' diciendo, 'Atraparemos a los traidores, lidiaremos con sus familias y no les permitiremos seguir viviendo,'" intensificando el miedo.
A pesar de momentos de normalidad, Noga explicó la brutalidad del régimen: “Ellos harán un ejemplo de cualquiera sospechado de colaborar con Israel. Si los rabanim y jazanim fueron detenidos, es una situación muy preocupante, y se necesita una acción urgente.” Ella se lamentó, “Shiraz será siempre mi ciudad, pero Irán ya no es más mi país. El régimen de los mulahs lo ha arrastrado hacia atrás cien años.” La discriminación sistémica persiste, con los judíos excluidos de la mayoría de los empleos sin socios musulmanes y acceso limitado a la universidad. Noga expresó esperanza de un cambio: "Estos mulahs tienen que irse al infierno para que Irán pueda regresar a los días del Shah." El fin de la guerra ofrece poco alivio, mientras la comunidad permanece silenciada, temiendo más represalias bajo un régimen que ataca implacablemente el disenso.
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