REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO... Y EL HOMBRE
¿El tiempo realmente “pasa”, o acaso somos nosotros quienes “pasamos” por el tiempo?
“Un juego de palabras”, dirá el que menos ganas tiene de pensar.
“Te complicas la vida”, comentará el que ya renunció a comprender lo esencial, mientras continúa jugando con su teléfono móvil.
Pero la diferencia es sustancial:
Si el tiempo “pasa”, entonces nosotros lo padecemos.
Nos pasa por arriba.
Nos devora, nos engulle.
Porque, si pasa, y además resulta imposible detenerlo, nos convertimos en meros espectadores de una aguja que gira, aproximándonos a nuestro final irremediable.
*
Pero si somos nosotros quienes pasamos por el tiempo, así como en verano sentimos el calor y en inverno el frío, también deberíamos aspirar, al menos, a captar el tiempo específico que recorremos.
¿Acaso un lunes es idéntico a un viernes?
¿Y un día de junio es similar a uno de finales de octubre?
*
Los Sabios que habitan mi biblioteca, enseñan que el tiempo posee su propia esencia.
Su personalidad.
Y que “un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar”.
Y un día miércoles me obliga a comportarme de un modo determinado, tal como el invierno exige que me abrigue.
Y durante un día festivo –no me refiero a los inventados, sino a los auténticos- desciende sobre nuestro mundo físico, una energía que posibilita una labor espiritual determinada.
Pero el hombre moderno –es decir, nosotros-, entre otras tantas cosas, también ha perdido la sensibilidad más elemental.
Lunes, jueves, domingo…
Y entonces, equivocadamente, en lugar de asumir la responsabilidad, y hacer lo máximo posible por recuperar la sensibilidad perdida, decidimos “que el tiempo pasa”.
Y volvemos a sumergirnos en esa baba extraña, que nos arrastra y nos empuja hacia algo así como un final oscuro, al cual también le tenemos pánico y terror.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.