Dhimmitud, o cómo desmontar los mitos del islam tolerante
Por Carmen Pulín
"Bat Ye’or, seudónimo de Gisèle Littman, nacida Orebi, es una mujer que ha luchado incansablemente por la verdad, por desmontar los tópicos buenistas que tanto gustan en el mundo político y académico, como la falacia de la sociedad islámica tolerante y pluralista que acogía a cristianos y judíos como a iguales en un ambiente de paz y respeto""El dhimmi ha de reconocer que es inferior a un musulmán en todos los aspectos""El Estado judío es el ejemplo vivo y palpable del triunfo sobre la dhimmitud. Los judíos demuestran cada día que Israel siga existiendo que ya no son siervos en su tierra"
Qué buena noticia es que Bat Ye’or haya publicado un nuevo libro, en el que recopila varias de sus conferencias y cartas. Casi treinta años de trabajo, de denuncia, de esfuerzo, disponibles para nuevos y viejos lectores. Para los nuevos será una introducción inmejorable al concepto que la autora ha difundido, el de la civilización de la dhimmitud. Para los que venimos siguiéndola desde hace tiempo, este libro nos ofrece la oportunidad de conocer cómo empezó todo, cuáles fueron los duros comienzos de esta valiente mujer que, animada por su esposo, el historiador y defensor de los derechos humanos David Littman, decidió emprender una lucha contra lo políticamente correcto y contra unas cuantas mentiras históricas comúnmente aceptadas. Precisamente han sido la enfermedad y el fallecimiento de Littman los que han inspirado a su esposa para publicar este libro. Meses antes de su muerte, en 2012, ambos se dedicaron a ordenar sus archivos y a recordar cómo, a partir de sus estudios sobre el tema de los refugiados judíos del mundo árabe, comenzó a investigar sobre la situación de los no musulmanes en las tierras conquistadas por la yihad a lo largo de la historia. Fruto de esas investigaciones llegarían artículos, conferencias y varios libros, el último de los cuales es este Understanding Dhimmitude, un melancólico, pero enérgico, final de viaje junto a quien fue su fiel compañero, apoyo e impulsor.
Bat Ye’or, seudónimo de Gisèle Littman, nacida Orebi, es una mujer que ha luchado incansablemente por la verdad, por desmontar los tópicos buenistas que tanto gustan en el mundo político y académico, como la falacia de la sociedad islámica tolerante y pluralista que acogía a cristianos y judíos como a iguales en un ambiente de paz y respeto. Nada más lejos de la verdad. Como ha demostrado exhaustivamente en todas sus obras y resume perfectamente en la que hoy nos ocupa, el islam considera que el mundo se divide en dos esferas: Dar al Islam, las regiones bajo dominio musulmán, y Dar al Harb, el territorio de la guerra, que, al no estar aún bajo dominio del islam, es objetivo de la yihad hasta que sea incorporado al Dar al Islam. El islam es superior a todas las religiones y es perfecto, y, por tanto, debe dominar al mundo. El judaísmo y el cristianismo, como religiones del Libro, van en segundo lugar, pero son imperfectas e inferiores. Sin embargo, no deberán ser eliminadas con violencia, al contrario que los paganos y las otras religiones. Para eliminarlas se seguirán otros métodos, y sólo podrán ser toleradas bajo el dominio del islam y en una posición de sumisión respecto a éste.
Aparece así el concepto de dhimmi, “pueblo protegido”, cuyas características resume Bat Ye’or a lo largo de esta obra. Comentaremos tan solo algunos puntos:
- La dhimmitud surge tras una conquista territorial a partir de la yihad. El dhimmi se ve desposeído de su nacionalidad y de sus tierras.
- A judíos y cristianos se les tolera, no se les reconoce ningún derecho inalienable. Ser dhimmies una concesión arbitraria que puede desaparecer en cuanto el gobernante islámico de turno lo considere oportuno.
- La protección de la dhimmitud es, además de arbitraria, comprada. El dhimmi ha de pagar su libertad a cambio de un impuesto especial, la yizia. Además, paga otros tributos a los que no están sometidos los musulmanes.
- El dhimmi ha de reconocer que es inferior a un musulmán en todos los aspectos: social, político, religioso, etc… Un dhimmi no puede denunciar a un musulmán, ni puede defenderse de él aun en peligro de muerte, por ejemplo.
Naturalmente, cuando Bat Ye’or comenzó a publicar sus obras muy pocos le hicieron caso. Sólo un pequeño grupo de cristianos y judíos la apoyaron, como recuerda en su libro. Por desgracia, fueron muchos más quienes la atacaron: apaciguadores de todo signo, escandalizados porque se desmontara el sacrosanto mito del paraíso islámico de paz e igualdad, destruido por el perversoOccidente y por el diabólico sionismo; judíos de origen ashkenazí que consideraban que las únicas víctimas judías eran las de la Shoá, y que mencionar el sufrimiento de los judíos de Oriente Medio en países musulmanes era un insulto hacia ellos; cristianos antisemitas que no consentían que se situara a las víctimas judías del islam en un plano de igualdad con las cristianas, etc.
Con el tiempo, el número de críticos no ha disminuido, sino todo lo contrario: se han unido opinadores de todo pelaje, artistas por la paz, académicos que se han labrado un prestigio a base de unos cuantos mitos y que no van a consentir que la verdad les desmonte el chiringuito… Resulta desolador leer las introducciones de la autora a cada uno de sus textos, cuando nos explica las circunstancias en las que pronunció sus conferencias y cuál fue la reacción a las mismas: desidia, desconocimiento (en Estados Unidos ignoraban por completo el concepto de dhimmitud y, además, éste les traía sin cuidado), agresividad (en no pocas ocasiones acudió a conferencias-trampa, organizadas para ofrecerla como carnaza a la audiencia), o desprecio (en la civilizadísima Suecia, tan querida por islamistas y judeófobos, tuvo un par de experiencias bien desagradables). En suma, podemos ver que, por desgracia, en treinta años poco han cambiado las cosas.
Ni siquiera han cambiado los argumentos. Israel, por supuesto, es una constante. Cómo odian a Israel y qué poco se molestan en disimularlo. Bat Ye’or expone una posible causa (una más) para ello: el Estado judío es el ejemplo vivo y palpable del triunfo sobre la dhimmitud. Los judíos demuestran cada día que Israel siga existiendo que ya no son siervos en su tierra. Son libres y dueños de su destino. Y, naturalmente, eso no lo pueden consentir sus enemigos. Con todo tipo de tácticas bélicas y propagandísticas, los islamistas y sus aliados lucharán por impedirlo.
Aparecen también en las charlas de la autora los coptos y los cristianos de diferentes denominaciones de Oriente Medio. ¿Nadie se pregunta cómo la religión que nació en Levante ha llegado a ser minoritaria allí? Aparentemente, el tema preocupa a muy pocos; tal vez prefieran creer en el mito del paraíso islámico que debió de gustarles tanto a los cristianos orientales que se convirtieron todos en masa.
Bat Ye’or nos recuerda algo muy importante: para los musulmanes, los cristianos y los judíos tienen exactamente los mismos derechos. Son exactamente igual de inferiores. Son dhimmis. Por tanto, la lucha de unos es la de otros. No podemos despreciar nuestro pasado ni nuestro presente mutuo si queremos tener un futuro. Sólo comprendiendo y asumiendo ese pasado de dhimmitud, e identificando las pautas del mismo que perduran hoy en día, podremos aspirar a la libertad y la paz de nuestros pueblos y, sí, también a la paz con los musulmanes.
No se me ocurre mejor argumento para convencerles de leer este libro que las palabras de la propia Bat Ye’or:
En el crepúsculo de nuestra civilización judeocristiana, amenazada por el terrorismo global y sacudida por fuerzas destructoras internas, espero que este libro sirva de introducción para comprender los orígenes y significados de los desafíos actuales.
Bat Ye’or. Understanding Dhimmitude. RVP Publishers (Nueva York), junio 2013. 242 páginas.
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