jueves, 28 de diciembre de 2017

En los cuarteles generales del ISIS dijeron basta y se lanzaron a la caza de los puritanos, cuyo rigor acabó por volvérseles en contra. Los intransigentes se delataban rezando siete y no cinco veces al día, o ayunando no una sino dos veces por semana. En la cárcel, a los sospechosos de takfirismo se les hacía pasar el test del pollo: como es un animal que no toleran los intolerantes más radicales, se lo servían en la mera primera cena y atendían a sus reacciones.
Eso dicen Vera Mironova et at. en la ineludible Foreign Affairs; y que “la sangrienta división en el ISIS” no es de hoy, hora de las peores derrotas de la organización terrorista, sino que arranca de cuando estaba en su mejor momento. No se trata…
ELMED.IO

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