viernes, 27 de mayo de 2011

# Parashá

Bamidbar(Números 1:1-4:20)
Bamidbar 5770

Esta Parashá nos revela el profundo secreto de cómo adquirir la Torá Hakedoshá. La Parashá comienza diciendo que Hashem habló con Moshé en el desierto de Sinai.

Inmediatamente nos preguntamos: ¿Por qué en el desierto de Sinai?

La Guemará nos dice en masejet Shabat (89-1) que se llama desierto de Sinai (Siná significa odio en hebreo), porque bajó el odio de las naciones de la tierra sobre el pueblo de Israel, ya que ellos no recibieron la Torá y nosotros sí.

También se puede decir que así como el desierto no tiene fin, también la Torá no tiene límites, como está escrito: “larga como la medida de la tierra y ancha como el mar” (Iob 11,9).

Se puede decir también: en el desierto, para enseñarte que todo aquel que se anula a sí mismo "como un desierto" puede recibir la Torá, y por eso está dicho Midbar Sinai (midrash tanjumá 7-1). Desierto quiere decir: así como el desierto no es propiedad de nadie y en él hay honestidad y humildad absoluta, y si alguien lo pisa el desierto no se queja, así mismo, la persona debe anularse a sí misma y no guardar rencor. (Benafshi Keafar lakol tihiye). Nuestra Torá, reposa en donde hay sencillez y distancia del orgullo.

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Cuentan del Jafetz Jaim (1838-1933), que en una ocasión, ya en edad avanzada, caminaba por un camino estrecho, llovía y a los lados de él estaba lleno de lodo. Repentinamente vio a un gentil venir hacia él, era un hombre robusto y grande. Cuando se iban a encontrar, el Jafetz Jaim se bajó del camino y empezó a andar por el lodo.

El hombre le preguntó: "¿Por qué me cede usted el camino Rabino? Yo soy joven, y usted es un anciano, soy yo el que debería caminar por el lodo".

Rav Israel Meir Keigan Z.Tz.L. le contestó: “yo he hecho de mi manera de vivir, bajarme del camino y ceder el paso al otro” (transformarse en Midbar).



Este gentil toda su vida habló de la sencillez y humildad del gran Rabino de Radin, Israel Meir Keigan de la ciudad de Radin.

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Cuentan de Rav Israel Salanter Z.Tz.L., (1810-1883) que en una ocasión viajaba en el vagón fumador del tren. Se le acercó un Yehudí y le preguntó de forma brusca: “¿Cómo se atreve a abrir la ventana del tren con el frío que hace?” Rav Israel Salanter le contestó: “yo no la abrí, pero con gusto la cierro”. Continuó diciéndole: “no se atreva a fumar porque yo no lo tolero” y el Rav le contestó: “no te preocupes, no haría nada para molestarte”, después le dijo: “el asiento en el que está usted sentado es mi favorito, por favor muévase”. Rav Israel sonrió y le dijo: “con mucho gusto” (se transformó en Midbar).

Finalmente el tren llegó a su destino. Al bajar, miles de personas esperaban para recibir al Gadol ha Dor. Al ver esto, este Yehudí preguntó: “¿Quién es el Rabino que venía conmigo en el vagón?”. Y le dijeron: “Es el líder más grande de nuestra generación”.

Este Yehudí lo siguió hasta el hotel donde se hospedaba y se disculpó con él. Después le dijo que quería ser shojet y que por favor lo examinara. “Si usted me da la semijá, voy a poder tener parnasá decente para mi familia”.

Después de examinarlo, le dijo: “no estás preparado para ser shojet”. Lo mandó con su yerno a estudiar shejitá y le pagó los estudios completamente hasta que logró conseguir su objetivo.

El yerno del Rav sorprendido le preguntó: “Suegro, ¿no era suficiente con haberlo perdonado?”. Y Rav Salanter contestó: “yo he hecho de mi forma de vivir, no guardar resentimiento con ninguna persona, por lo tanto, hice todo lo que pude para limpiar mi corazón por completo” (Hacerse Midbar).

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Me platicó mi suegro alav hashalom, Bernardo Sandler (Jaim Dov Ber ben Meir Tzadok Z.L., 1929-1998), que cuando era joven, fue con su padre a cobrarle a un cliente una cuenta ya caducada y por demás difícil.

Se sentaron a platicar con él y después de un rato, se percataron que no tendrían éxito. El hombre se quejaba mucho y quedó claro que estaba muy mal económicamente y no pagaría.

Meir Tzadok Z.L., abuelo de mi esposa y hombre de gran corazón, sacó su cartera y le extendió un cheque. También se quito su suéter y se lo dio. “Toma, póntelo, hace mucho frío, no te vayas a resfriar”. Se hizo desierto.

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