lunes, 25 de mayo de 2015

Hay escasa razón para suponer que los iraníes están negociando de buena fe.



Por: Gabriela Esquivada
El coronel (r.) de la Fuerza Aérea de los EEUU, Brett Morris, y Mark T. Clark, director del Programa de Estudios sobre Seguridad Nacional analizaron para Infobae la viabilidad de las negociaciones nucleares con Teherán

Crédito: AP
Poco después de que el Congreso de los Estados Unidos aprobara una legislación que le permitirá revisar —y en potencia, rechazar— cualquier acuerdo con Irán para limitar el programa nuclear de Teherán, el ayatolá Ali Khamenei, líder supremo iraní, advirtió que no permitirá inspecciones extranjeras en las instalaciones militares ni entrevistas con científicos nucleares, dos cuestiones que integran las negociaciones. El hecho aumentó el escepticismo alrededor del acuerdo histórico entre Irán y los Estados Unidos como parte del Grupo 5+1 (Francia, China, el Reino Unido, Rusia y Alemania además), que ya ha inquietado a los socios estadounidenses en el golfo árabe, como se vio en la reunión en Camp Davis a la que no asistió el rey Salman de Arabia Saudita.
Si se le pregunta por las consecuencias posibles, en ese escenario, de un fracaso de las negociaciones y un incremento de la escalada armamentista en la región, el coronel (r.) de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos Brett Morris, doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Alabama y profesor del Instituto de Estudios sobre Seguridad Nacional(NSSI) de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), es terminante: “Las preguntas presuponen que los iraníes están negociando de buena fe, y que Occidente sólo acordará si el tratado tiene las garantías para asegurar su cumplimiento. Dada la historia diplomática de Irán y lo que se conoce del acuerdo propiamente dicho por los medios, ninguna de las dos cosas se debería presumir como verdadera. Hasta la fecha existe más evidencia para esperar que a Occidente le resulte imposible hacer cumplir este tratado, y muy escasa razón para suponer que los iraníes estén negociando de buena fe.”
ALGUNOS ESPECIALISTAS SE PREGUNTAN SI UN PACTO DE NO PROLIFERACIÓN CON IRÁN PODRÍA DESATAR UNA ESCALADA DE ARMAS NUCLEARES EN LA REGIÓNLos riesgos de un acuerdo débil con Irán
Dada la competencia entre la monarquía basada en Riad y el régimen teocrático de Teherán por la influencia en la zona, el malestar saudita ha mostrado una actitud más enfática que la diplomática: las autoridades del reino han hablando ya con las de Pakistán sobre un acuerdo para comprar armamento nuclear. Algunos especialistas se preguntan si un pacto de no proliferación con Irán podría desatar una escalada de armas nucleares en la región.
Mark T. Clark, profesor de Ciencia Política y director del Programa de Estudios sobre Seguridad Nacional (NSS) en la Universidad Estatal de California en San Bernardino, comentó a Infobae sobre ese punto:
“Las pruebas hablan de la ayuda (financiamiento) que Arabia Saudita dio a Pakistán para desarrollar su programa nuclear, por lo tanto el arreglo con Pakistán no es sorprendente. Pero parece improbable que Pakistán quiera darle a Arabia Saudita un arma nuclear, aunque eso requiere una comprensión del pensamiento actual de Pakistán mayor a la que tenemos.”
En su opinión, “la mayoría evalúa que Pakistán ayudaría a Arabia Saudita con asistencia científica, ingenieril y técnica para que desarrolle su propio programa nuclear.” No obstante lo cual tampoco sería algo sencillo: “¿De dónde obtendría Arabia Saudita uranio enriquecido? Todo el proceso podría demorar algún tiempo, y para Arabia Saudita sería más difícil esconder su programa que lo que fue para Irán, un país más extenso y más cerrado.”
Clark, también presidente de la Asociación para el Estudio de Medio Oriente y África (ASMEA), posgraduado en Relaciones Internacionales, abordó la cuestión de la escalada: “A muchos analistas preocupa que algunas potencias de Medio Oriente quieran buscar su propia capacidad nuclear de disuasión, que un tratado débil de no proliferación con Irán en realidad estimularía la proliferación en otros países. Irán y Arabia Saudita son enemigos y competidores en el Golfo y en Medio Oriente. Pero también Turquía se ve como un competidor con Irán por la influencia en la región, aunque aún no se ha sumado. También Egipto puede ser una preocupación en el largo plazo.”
Este investigador en terrorismo y armas de destrucción masiva recordó que los Estados Unidos tuvieron preocupaciones similares sobre la posibilidad de que Japón y Corea del Sur desarrollaran capacidad nuclear por sus lados. “Pero hemos tenido una alianza regional fuerte y una disuasión nuclear extensa con ellos. Tenemos una presencia militar a la que ellos le dan la bienvenida. Y en el pasado les dijimos expresamente que no tomaran el camino nuclear, y ambos países han buscado la defensa misilística como alternativa. Las cosas podrían cambiar pero, por ahora, así se ha mantenido la paz.”
El profesor de NSS advierte una diferencia: “Claro que los países de Medio Oriente están en una situación completamente distinta”.
UN TRATADO DÉBIL DE NO PROLIFERACIÓN CON IRÁN EN REALIDAD ESTIMULARÍA LA PROLIFERACIÓN EN OTROS PAÍSESChiítas y sunitas: la pelea por la influencia
En la lucha por la hegemonía en la región, el islamismo de vertiente chiíta de Irán se expande mediante su ayuda a los hutíes de Yemen y Hezbollah, por ejemplo. El islamismo sunita de la Casa de Saud se le opone, por caso, en Siria, donde apoya a los rebeldes sunitas contrarios al régimen de Bashar al Assad, o con su apoyo a la familia real sunita en Bahrein.
“Hace tiempo que la promoción de los intereses chiítas es una parte esencial de la política iraní”, argumentó Morris, quien cumplió papeles operativos y de apoyo en cinco continentes y colaboró con la Casa Blanca y el Departamento de Estado en temas como apoyo a los líderes de Estados, comunicación de crisis y negociaciones.
“Detrás de esto hay tanto razones religiosas como motivaciones políticas prácticas modernas. Cuanto más poder pueda acumular Irán gracias a los grupos de la región, más serán los objetivos políticos que podrá alcanzar. Esto se extiende más allá de la Media Luna Shiíta [que se extiende desde el Líbano por Siria, el norte de Irak, el oeste de Irán hasta el sur], donde Teherán apoya, y en alguna medida dirige, la acción de los grupos armados”, dijo el coronel a este medio.“La influencia iraní se nota hace tiempo en Turquía, Yemen, Bahrein y otros lugares con minorías chiítas significativas. Es esta naturaleza expansiva, sumada a la voluntad de utilizar agentes para pelear con la ayuda de la Fuerza Quds, la rama de la Guardia Revolucionaria Iraní, la que ha atemorizado en particular a los líderes de los estados sunitas. El poder creciente de la Shia en estos y otros estados acentúa ese temor.”
Existen otros miedos, en opinión de este miembro del profesorado de la Universidad Militar Estadounidense (AMU) y delDepartamento de Ciencia Política de la Universidad de Idaho.
Uno de los temores mayores es que un tratado escrito burdamente le dará a Irán cobertura política para completar su programa de armas nucleares. Con armas nucleares activas, Irán sería más difícil de detener y más proclive a amenazar a sus enemigos, bien mediante el uso de misiles o de artefactos nucleares escondidos detonados por sus fuerzas especiales o sus agentes.”
CUANTO MÁS PODER PUEDA ACUMULAR IRÁN GRACIAS A LOS GRUPOS DE LA REGIÓN, MÁS SERÁN LOS OBJETIVOS POLÍTICOS QUE PODRÁ ALCANZAREsto, consideró Morris, se reflejó en la legislación que promulgó el Congreso. “La Constitución de los Estados Unidos exige que el Senado revise los tratados, pero dadas las acciones del gobierno de [Barack] Obama en otras áreas, existe el temor extra a que no se sigan el consejo de la historia y las prácticas consensuadas”, dijo.
—¿Y si no se llegara a un acuerdo antes de la fecha límite del 30 de junio?
Irán ya ha mostrado su determinación para crear un programa nuclear capaz de producir ojivas para misiles que podrían desestabilizar la región, a la vez que asegurarían aún más la capacidad de Irán para ser un actor significativo en el nivel regional como en el escenario internacional —observó Morris.
Lecciones de la historia nuclear
El presidente Obama dijo: “Le damos la bienvenida a un Irán que juega un papel responsable en la región. Uno que da pasos prácticos concretos para construir confianza y resolver sus diferencias con sus vecinos de manera pacífica y se atiene a las reglas y normas internacionales”.
Al mismo tiempo, buques de la Quinta Flota estadounidense se instalaban en el estrecho de Ormuzpara evitar que las naves iraníes llevaran ayuda a los houtíes que habían tomado el poder en Yemen.
Desde la revolución del ayatolá Khomeini y el gobierno de Ronald Reagan, la relación entre los Estados Unidos ha tenido una historia que muestra más hechos como el segundo que esperanzas como la primera. ¿Sería posible un cambio hoy?
Entiendo lo que el presidente Obama tiene la esperanza de lograr con esas palabras, pero no creo que reflejen el pensamiento iraní“, dijo el profesor Clark. “Al menos algo o la mayor parte de ese pensamiento, porque hay diferentes facciones dentro del régimen.”
El modelo, relacionó, proviene de los tiempos de la Guerra Fría: “[El presidente Richard] Nixon y [el secretario de Estado Henry] Kissinger intentaron lo mismo con la Détente y las Conversaciones sobre Limitación de Armas Estratégicas (los acuerdos SALT) sobre la premisa de que si nosotros, los Estados Unidos, tratábamos a la Unión Soviética como un par igualitario en el plano internacional, se podría comportar mejor. Sin embargo, eso no es lo que sucedió, para nada. En la mente del liderazgo soviético, vieron que las concesiones de los Estados Unidos surgían de su debilidad, no de su fuerza, y lo tomaron como una señal de que el equilibrio de poder (o en términos soviéticos, ‘la correlación de fuerzas’) se inclinaba a su favor, y entonces comenzaron un periodo de mayor agresividad en Medio Oriente, África y partes de América Latina”.
El director de ASMEA destacó: “Por supuesto, el pensamiento soviético también los llevó a invadir Afganistán, con todos los costos del caso, pero claramente los soviéticos no vieron las cosas como nosotros. Creo que el liderazgo iraní también verá las cosas a su manera: que los Estados Unidos hacen concesiones luego de dos conflictos largos, y necesitan volver a casa; y que su poder (el expansionismo chiíta en Irak y el Líbano) está en ascenso, y que tendrán más libertad para perseguir sus intereses a expensas de otras naciones.”
“NO CREO QUE SEA POSIBLE QUE ESAS CONVERSACIONES INDUZCAN A LA DIRIGENCIA IRANÍ A COMPORTARSE MÁS RESPONSABLEMENTE. AL CONTRARIO, BIEN PUEDEN VER ESTO COMO UNA OPORTUNIDAD PARA PROCURAR SUS INTERESES DE MANERA MÁS AGRESIVA”.Además de la experiencia de los ’80s, el escenario de la negociación con Irán se ha comparado al “Acuerdo Macro” que el gobierno de Bill Clinton negoció en 1994 con Corea del Norte, y que fue denostado por un Congreso que acababa de cambiar de composición (idéntico caso al de Obama) porque se buscaba un pacto mejor. La implementación, complicada desde el vamos, terminó en la nada con la crisis de 2003.
El coronel Morris destacó un paralelo importante de la discusión sobre buen acuerdo/mejor acuerdo con Irán y el Acuerdo Macro de 1994 entre los Estados Unidos y Corea del Norte: “El fracaso en conseguir la aceptación de aliados claves de la región”.
Desde su perspectiva, “el mero hecho de dejar fuera a partes regionales obvias (China y Corea del Sur) socavó la viabilidad del tratado de 1994, y por eso la negativa a comprometer actores regionales de Medio Oriente trae este acuerdo a colación”. Destacó: “Israel ya ha declarado su intención de tomar medidas contra Irán si el programa nuclear continúa. Y además algunos estados sunitas claves ha comenzado la búsqueda de armas para contrarrestar una amenaza iraní creciente. En consecuencia, más que reducir la amenaza de las armas de destrucción masiva, es probable que el esfuerzo de este tratado incremente la proliferación de esas armas en la región”.

Fuente: Infoba
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