viernes, 29 de enero de 2016


SHABAT SHALOM
No, no se llama tristeza.
No, no, y te pido que intentes comprenderme.
Haz un esfuerzo, por favor, esta noche lo necesito.
Es un sentimiento de nostalgia y de añoranza por un sentido trascendente, por un ahí, pero dónde, cómo.
Por mi tierra prometida.
Una tentativa por buscar la salida, el escape, la grieta.
Es la desesperación por no aceptar “las cosas como son”, por no rendirme ante un mundo inerte, abrumador, aplastante.
Una negación vital a ser derrotado por ese hombrecito dibujado, vacío y perdido, aburrido y virtual, que ya hace demasiados años que ni lee ni escribe poesía.
No, no se llama tristeza.
Pero tampoco me pidas que me sienta cómodo ante una marea que deja, sobre la arena de mi mar, tantos kilos de caracoles muertos.
Porque hasta el último instante y hasta el último aliento seguiré apostando por la utopía, y no por esa masa urbana marchita y decadente.
No, no lo llames tristeza.
Son ganas de vivir, pero no así.
Mi alma me grita que no así, no así.
No, no quiero.
Ni tampoco puedo




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.