miércoles, 27 de enero de 2016

Israel en Argentina

Empezamos a recordar historias.
En la foto: Meir Lazovsky, abuelo de Dovrat.
A continuación, el texto de Dovrat Zilberstein, Consejero Político de la Embajada de Israel, contándonos sobre su abuelo Meir.
"Mi amado abuelo Meir fue mi mejor amigo. Pero sólo después de su muerte supe de un secreto familiar, el de la existencia de su otra familia.
Él nació en Polonia en 1909 y creció en un pueblo judío llamado Maytchet. Cuando llegó a su mayoría de edad se casó con una mujer con la cual tuvieron dos hijas, que de ser como él, seguro fueron maravillosas. Pero toda esa armónica vida se interrumpió abruptamente con la entrada de los nazis a Polonia, y por ende a su pueblo, quienes destruyeron todo lo que estaba a su paso. En 1942 mi abuelo fue llevado a Koldichevo, un campo de concentración. Su mujer y sus hijas se quedaron en Maytchet y nunca más las volvió a ver. Los nazis las mataron.
Cuando era niña nunca entendí su sentimiento tan intenso de amor para con mi madre y conmigo, hija y nieta únicas. Solo al descubrir su secreto pude entender que a través de ese intenso amor para con nosotras, amó también a sus hijas que nunca pudo ver crecer.
Mi abuelo estuvo 24 meses en el campo Koldichevo. En ese período 22.000 personas fueron asesinadas allí. La mayoría judíos. Después de dos años de torturas y trabajo forzado, tuvo la oportunidad de escapar, y la tomó. Meir escapó a los extensos bosques de Baranovich y se sumó al grupo de los Partisanos, en mi opinión, luchadores de la vida de Tuvia Bielski. En el bosque conoció a Ester, una joven valiente, que a su vez había escapado del Ghetto Novogrudek, quién luego se convirtió en su compañera, hoy, mi abuela. Allí se encontraron, en un crudo invierno europeo, entre la lucha por sus vidas y la búsqueda constante de refugio y comida. Nació así un amor sin fronteras, tan profundo que nunca se apagó.
Al término de la guerra mi abuelo volvió a su pueblo y descubrió que toda su familia había sido asesinada por los nazis; su mujer, sus dos hijas, su madre y sus nueve hermanos. Su pueblo Maytchet, que había sido una vez un pueblo enérgico y lleno de vida, fue borrado como si nunca hubiese existido. Mi abuelo volvió a reencontrarse con mi abuela, y en el año 1947 emigraron a lo que hoy es el Estado de Israel, donde se casaron y construyeron su hogar.
En estos días, más que nunca, siento que su muerte marcó el camino de mi vida. El mismo que me trajo a la Argentina como diplomática para representar al Estado de Israel, el país del pueblo judío".


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