jueves, 7 de junio de 2012

En “Israel Valley” no hay crisis, nacen dos ‘start-ups’ cada día

Si existe un lugar en el mundo que pueda compararse sin ruborizarse con el Silicon Valley californiano, ese es Israel. La historia es bastante conocida: Israel era el primer exportador mundial de naranjas hace 30 años pero hoy vende al exterior tecnología, software, ingenieros y patentes. Todo un giro. Después del valle del silicio norteamericano es el lugar con la mayor densidad de start-ups por metro cuadrado (unas 4.000), adelanta a EE.UU. en inversión en capital emprendedor per cápita (170 dólares por habitante - ver gráfico, fuente: The Economist) y cuenta con decenas de centros de I+D donde Google, Intel, Microsoft, HP o Apple emplean a miles de ingenieros. Es, como lo llaman ellos, el ‘Silicon Wadi’. Estos días he estado en Israel para conocer un poco de todo esto sobre el terreno y lo novedoso es que la crisis no parece haber tumbado el modelo. Tres años después de que Dan Senor y Saul Singer explicaran el fenómeno en su libro “Start-up nation”, el milagro del Silicon Valley israelí sigue en pie. Viajé a Tel Aviv con la escuela de negocios Esade y un grupo de estudiantes de su MBA que se quedaron tan sorprendidos como yo al conocer algunos de los datos. Por ejemplo: según la inversora local Viola Group, cada día nacen en Israel dos nuevas start-ups tecnológicas; su gasto en I+D sigue siendo el más elevado del mundo, un 4,9% del PIB en 2009 (en España está en el 1,3%); apenas tienen paro (5% de tasa de desempleo) y el crecimiento económico será del 3% este año (vale, no es para tirar cohetes pero ya nos gustaría). Las claves de cómo han logrado saltar “de las naranjas a la tecnología" no cogen en un post, iremos publicando, pero las decenas de personas con las que hablé apuntan al mismo cóctel: emprendimiento por necesidad (por escasez de recursos naturales, por mercado local insuficiente…); influencia clave del ejército (servicio militar obligatorio para chicos y chicas, enseña valores de esfuerzo, riesgo, disciplina y conocimientos técnicos e informáticos); universidades de calidad; financiación pública, exenciones fiscales a empresas... Por supuesto, esto es solo una parte de la historia, la cara A, la más amable. La cara B habla de una buena lista de obstáculos: la financiación a start-ups se ha reducido notablemente en los últimos años, hay escasísimos ejemplos de éxito global de empresas israelíes (la mayoría o son adquiridas o se quedan en medianas firmas) y el continuo conflicto político y bélico de la zona al final pasa factura a la sociedad y la economía. Con todo, Israel tal vez sea el mejor ejemplo a seguir si en España realmente nos vamos a tomar en serio eso de reconvertirnos. No hace falta mirar al otro lado del charco, lo tenemos más cerca, al otro lado del Mediterráneo.