lunes, 25 de junio de 2012

CUANDO LA PROVOCACIÓN ES LA RAÍZ DEL PROBLEMA

_________________________________ CUANDO LA PROVOCACIÓN ES LA RAÍZ DEL PROBLEMA Ygal Walt Ya hace largos años que el mundo se sacude por el problema del terrorismo internacional y destina un sinfín de recursos para acabar con él. Analistas de todo tipo y gente de la Academia crearon carreras florecientes, de profundos análisis y punzantes explicaciones económicas y políticas sobre los orígenes del problema. La verdad es mucho más simple pero el mundo permanece ciego y prefiere ser rehén de teorías carentes de interés. Una escuela enarbola la explicación económica: el terrorismo consiste en el arma de los pobres y relegados. Darles vivienda y automóvil y todo volverá a su lugar en paz. Cabía esperar que, el atentado del 11 de septiembre, perpetrado por buenos musulmanes, provenientes de familias acomodadas, como también otros atentados a lo largo de Europa, cometidos por musulmanes locales ( y no a manos de afganos, carentes de todo), pondrían en cuestión esa teoría. Pero eso no ocurrió. De hecho, si la mayoría de los líderes del mundo estuvieran interesados, de verdad y sinceramente en la comprensión del aspecto económico, todo lo que deberían hacer sería profundizar, sin más, en el conflicto árabe-israelí en el que tanto les gusta involucrarse. O, entonces descubrirían, tal como lo afirma Dan Shiftan, que todas las “Intifadas” y los levantamientos árabes contra Israel siempre se produjeron en períodos de progreso económico, cuando los frutos de la cooperación con el Estado judío son, a simple vista, reconocibles. Pero ese mismo florecimiento, como también el pesado precio económico que pagaron los palestinos en cada ronda de batallas de ese tipo, no impidió el asesinato árabe. Otra escuela señala el aspecto político. La terrible represión y la sed de libertad, son las que impulsan a los terroristas de todo tipo a cometer “atentados”, como hacerse explotar en confiterías repletas de jóvenes o despedazar la garganta de periodistas extranjeros. De acuerdo a esa lógica, los judíos (que soportaron una represión asesina incomparable en la historia de la humanidad) deberían haberse convertido en una nación compuesta, en su totalidad, por terroristas sedientos de sangre. Si continuamos en la misma línea de pensamiento, cabe esperar que la nación tibetana, que vive bajo la continua represión china, se convierta en un invernadero terrorista mundial. ¿Por qué no ocurre? ¿Cómo es posible que en lugar de generar terroristas - suicidas, el pueblo tibetano haya creado en su seno al simpático Dalai Lama? La triste y simple verdad es que el terrorismo es una “habilidad adquirida” y la simpatía al terrorismo es un valor que se desarrolla y siembra. Tal como muchas familias y países en el mundo educan a sus niños y pueblos en valores de tolerancia, así – por ejemplo - hay otra gente y otros pueblos que eligen estimular a sus hijos y a sus pueblos a optar por la vía del asesinato y el terror. Tras muchos años de una “educación de ese estilo”, en los jardines de infantes, las escuelas, la televisión y las casas de oración, no sorprende que muchos de esos mismos pueblos se orienten hacia a vías del terror y la conviertan (ese mismo estilo asesino) en una forma de vida de bienestar y amplia magnitud. La misma relación entre educación y terrorismo fue ejemplificada en el más claro y terrible modo en las fotos difundidas sobre la “Fiesta Final” de un jardín de infantes en Gaza, en donde puede verse a niños pequeños, vestidos con uniformes militares y sosteniendo armas de juguete. Esos mismo niñitos coreaban cánticos contra Israel, manifestando su voluntad de atacar a los habitantes del Estado judío con misiles, estallar en colectivos y morir como santos. Esa es toda la teoría y ahora solo cabe imaginar qué sucedería si los líderes del mundo destinaran todos esos esfuerzos y recursos de la guerra contra las verdaderas raíces del terrorismo. ¿Qué sucedería, por ejemplo, si en lugar de regocijarse por los contactos con Hamas y transferir “dinero de apoyo”, que hacen su ruta hacia los organismos terroristas, las naciones del mundo impusieran graves sanciones contra cualquier organismo o individuo involucrado en el terrorismo, en la provocación del terror o en la educación hacia el terrorismo? ¿Qué sucedería si se señalasen a los provocadores o “educadores” como asesinos y las fuerzas de la OTAN, destruyeran toda estructura al servicio de esa educación, ya sea que se trate de una mezquita o de un jardín (estando vacío de chicos, por supuesto). ¿Acaso será posible que la lucha sin concesiones - contra las fuentes del terrorismo - en lugar de intentos por dialogar con el terror y desviar la atención hacia direcciones reveladas como ineficaces, cambiara la triste realidad de punta a punta? Lamentablemente, mientras continúe la política de la tontería, no obtendremos respuesta. Y así, año tras año, década tras década, continuarán los inocentes siendo martiriados en todo el globo y el final, no se impone a la vista. *Si no desea seguir recibiendo nuestra información, favor responder este e-mail con la palabra "Remover" en el asunto