jueves, 28 de junio de 2012

Terroristas islámicos continúan atentando contra los ciudadanos de Israel

Misiles inteligentes contra terroristas dementes Por José L. Rodríguez Los terroristas islámicos, desde su base en Gaza y Península del Sinaí, continúan atentando contra los ciudadanos de Israel, en el viejo juego del ratón y el gato. El número de cohetes o misiles está perfectamente contabilizado, estudiado y clasificado. Los investigadores militares tienen una precisa información de los diferentes tipos de misiles, sean de mayor o menor calibre y alcance, así como el lugar preciso en donde fue disparado, respondiendo casi de inmediato a cada ataque, con una limitada respuesta de fuerza. La inteligencia militar conoce a las diferentes facciones terroristas, incluido sus autodenominados nombres. Conoce sus campos de entrenamiento, sus dirigentes y, en muchos casos, hasta la misma casa donde viven los terroristas. Sabemos cómo se financian y quién les financia. Vemos todos los días en las noticias cómo, arrastrándose por los túneles excavados en la frontera entre Gaza y Egipto, introducen armas y todo lo necesario para fabricar cohetes o misiles. Cada poco tiempo Israel destruye algunos túneles, a continuación otro número preciso de misiles son lanzados contra Israel, se recrudece la violencia y así hasta que se vuelven a calmar momentáneamente las cosas. El ratón se envalentona contra el gato, y aunque hace pública y notoria ostentación de su agresividad, sabe que un solo zarpazo le puede destruir para siempre. El gato, aunque consciente de su superioridad, aplica una fuerza limitada, para que la comunidad perruna de naciones no le ladre más de lo necesario. Mientras Israel responda limitadamente a los terroristas, ellos seguirán ilimitadamente envalentonándose, hiriendo y desangrando al gato, poco a poco. El statu quo, u orden establecido por los terroristas, mantiene una constante presión sobre la población civil en especial y un desgaste sicológico y humano de alerta continua en las fuerzas defensivas de Israel. También es verdad que esa misma presión terrorista del ratón al gato ha fortalecido los reflejos felinos, haciéndole más fuerte, más cauto y más seguro en su capacidad. Con todo, no se puede dormir en el plácido sueño de la superioridad, la fuerza y la rapidez en la respuesta. El ciclo de ataques está claramente señalado con una “x”, recordemos que la UNESCO nos dice que muchos no saben leer, ni escribir. Marcarán cada cobarde ataque con la mencionada señal en un sucio calendario robado a algún periodista occidental, en agradecimiento por los servicios prestados asesinarán, como hicieron con Vittorio Arigoni, que además era cooperante en Gaza. Si así tratan a sus amigos y cooperantes, ¿qué no harían si pudieran con sus enemigos? Solo hay que ver lo que está pasando en Siria, cómo utilizan a sus propios niños como escudos humanos y todos son sirios e islamistas. Las escenas de cadáveres en las calles sólo levantan un leve murmullo de queja en la ONU y sus satélites cooperantes, como la UNESCO. Los ratones hieren y juegan con el gato, pero entre ellos se masacran hasta la muerte, en sus más crueles formas de aplicarla. Están practicando para hacer lo mismo -o peor, si fuera posible- con Israel, con sus ciudadanos; piense en esto por favor. Los objetivos terroristas, llamados por algunos “objetivos políticos”, son destruir, asesinar y aniquilar a todo el Pueblo de Israel, ante la impasividad de la mayoría perruna de la comunidad internacional. Un nuevo ciclo ha empezado y los cohetes forman parte del diario sinvivir de miles e inocentes personas. Puede que este ciclo de agresión ya planificada dure más que el anterior, depende de la fuerza y la contundencia que aplique Israel. No queda la menor duda que los terroristas son dementes, sicópatas asesinos, sin posibilidad de rehabilitación. No sienten remordimiento cuando ponen bombas, lanzas cohetes, acuchillan a mujeres y niños o raptan jóvenes soldados para canjearlos por mil terroristas, que continuarán, después de ser puestos en libertad, atacando a los objetivos más fáciles a su alcance. Los sicópatas asesinos no tienen solución, una vez que han probado la sangre, a modo de vampiros enloquecidos, ratones con alas, quieren más y más sangre. Nunca se saciarán de sangre inocente, cueste lo que les cueste, incluida la suya propia. La falsa promesa de que irán al Paraíso, con un número imposible de vírgenes, les ciega y les hace mortíferamente peligrosos, traicioneros y depredadores de sus mismos hijos. La inteligencia militar y la inteligencia en general deben conjugarse para tratar a los sicópatas asesinos, sin posibilidad de rehabilitación, de una forma que no sigan siendo letales para las personas y familias normales de nuestras sociedades occidentales, incluida Israel. Cuando los programas de reinserción fracasan. Cuando los largos períodos en las cárceles no los hacen reflexionar sobre la sangre que derramaron, es tiempo de tomar otro tipo de acciones, que ayuden y pongan a salvo a los inocentes, a aquellos que salen todos los días a ganarse el pan de cada día, honradamente. Aquellos que creemos en la razón, en la libertad y que con fe caminamos por la vida, sin asesinar a nuestros semejantes. Cuando todo fracasa, es tiempo de emplear la única terapia de choque posible y eficiente, a saber, “misiles inteligentes contra terroristas dementes”. La moderación en la respuesta a las agresiones terroristas aumenta el nivel de sangre inocente derramada en tierra, y esa sangre, como ya sabemos, está clamando al Cielo. Que alguien inteligente apriete el botón de “se acabó el juego”, el gato está cansado de jugar. Fuente: El Reloj.com, 21/6/12. www.elreloj.com/article.php?id=30057.