POR MARCELO FALAK.-La visita de Netanyahu coronará un acercamiento con oportunidades y riesgos
Por Marcelo Falak.-
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se dispone a viajar a la Argentina, pero las fechas exactas, el tamaño y composición de su comitiva y la agenda de actividades permanecen bajo un fuerte secreto por motivos de seguridad. "Es, por lejos, lo más estricto y reservado que hayamos visto", se sorprenden en la Cancillería argentina.
La única confirmación hecha ahora desde Jerusalén es que la visita se producirá en la segunda semana (completa) de este mes y que será una parada antes de que siga viaje a México y a Nueva York, donde participará de la Asamblea General de la ONU. Las fechas tentativas que se barajan son el lunes 11 y el martes 12, horas escasas durante las que se entrevistará con el presidente Mauricio Macri, visitará las entidades de la comunidad judía y mantendrá una reunión con empresarios.
La Argentina es importante para pocos gobiernos en el mundo e Israel es uno de ellos. Aquí vive la comunidad judía más grande de América Latina (unas 200.000 personas) y la séptima del mundo, Además, los atentados contra la Embajada (1992) y la AMIA (1994) hicieron del país un punto sensible en el mapa del terrorismo internacional.
El giro de la diplomacia nacional desde la llegada al poder de Macri ha sido sensible y la mejora del lazo con Israel es, acaso, su máxima expresión. La visita de Netanyahu, la primera de un primer ministro desde la fundación del Estado judío en 1948, corona ese proceso.
Desde diciembre de 2015, la Argentina solo ha sido una fuente de buenas noticias para la visión israelí del mundo.
Apenas un día después de su asunción, Macri decidió no apelar la inconstitucionalidad del Memorándum de Entendimiento con Irán sobre el atentado a la AMIA, lo que supuso el certificado de defunción formal de un acuerdo que ya estaba muerto. Una decisión dada por la coyuntura doméstica y por la identificación que se ha dado entre buena parte de la dirigencia comunitaria judía y la actual administración.
El viaje de Macri al Foro de Davos en enero de 2016 propició el primer encuentro cara a cara con Netanyahu; en la Cancillería israelí hablan de una empatía personal inmediata y destacan como otro hito muy valorado el primer encuentro que se celebró en la quinta de Olivos en marzo último entre familiares israelíes y argentinos de víctimas de la AMIA.
La cooperación en inteligencia y seguridad se restableció rápidamente del coma en que había caído en los últimos años de la era kirchnerista, algo a lo que ayudó el interés nacional por equipamiento militar israelí expresado en noviembre del año pasado, cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, viajó a Tel Aviv con su número dos, Eugenio Burzaco, para participar en la "Homeland Security", una cumbre internacional de jefes de seguridad interior y ciberseguridad.
Ese segmento de la relación continúa viento en popa. La semana pasada pasó sigilosamente por el país Eran Gabay, el nuevo agregado militar israelí para la región (con asiento en Chile). Acompañado por funcionarios de la SIBAT, la agencia que arbitra la cooperación internacional en defensa, se reunió con autoridades de los ministerios Seguridad y Defensa.
Adicionalmente, se abrió el mercado israelí de carnes frescas y se firmaron acuerdos de cooperación cultural, científica y tecnológica, campos en los que ese país tiene mucho para ofrecer. Ya sin reyertas pendientes en materia política, el canciller, Jorge Faurie, espera que la visita del premier consolide la agenda comercial y de inversiones.
En diciembre de 2010, la Argentina reconoció formalmente a Palestina como un Estado "libre e independiente, dentro de las fronteras existentes en 1967 y de acuerdo a lo que las partes determinen en el transcurso del proceso de negociación". Ese gesto, recordado aun hoy a nivel popular en Palestina con agradecimiento por haber desatado un amplio movimiento en América Latina, utilizó una fórmula que resultó más moderada que la usada por otros países, como Brasil, pese a lo cual fue agriamente rechazado por el mismo Netanyahu, que el año anterior había regresado al poder.
La administración Macri convive con la cuarta de Netanyahu, cuya nueva reelección en 2015 lo mostró estrenando el Gobierno más volcado a la derecha de la historia de Israel. El propio premier se jactó de ser "el primer ministro que más hizo por el movimiento de colonización" de Cisjordania, lo que constituye, como se sabe, el principal obstáculo a una negociación de paz con Palestina.
De hecho, su gabinete suma como ministro de Educación a Naftali Bennett, líder del partido hogar Judío y referente de los colonos de "Judea y Samaria", nombres bíblicos de Cisjordania. Asimismo, cuenta con el duro entre los duros Avigdor Lieberman, jefe del partido de ultraderecha Israel Nuestro Hogar, como ministro de Defensa.
Las posturas cada vez más inflexibles en relación con la ocupación de territorio palestino le ha valido al actual Gobierno israelí un severo aislamiento internacional, algo subsanado en parte por el reemplazo de Barack Obama, con quien Netanyahu tuvo una pésima relación personal y política, por Donald Trump en Estados Unidos.
La Argentina actual es otra excepción en lo que hace con el acercamiento a Israel. En octubre de 2016, el Gobierno convirtió un apoyo de doce años en una abstención en la Unesco cuando se votó, como cada año, un texto promovido por países árabes que reclama la preservación del "patrimonio cultural de Palestina y el carácter distintivo de Jerusalén Oriental". El Gobierno palestino, que considera esa resolución un aporte crucial a su reclamo sobre esa parte de la ciudad conquistada por Israel en 1967, tomó nota de ello y en la actualidad teme un retroceso mayor en el vínculo con nuestro país.
No es esa la única espina de un acercamiento que, en general, resulta fructífero. Otra, para nada menor, se vincula con otro aspecto de la creciente colonización israelí de territorio palestino. ¿De qué otra cosa sino de la denuncia de la implantación de una población externa depende la legitimidad del rechazo a la pretensión kelper de una autodeterminación en Malvinas?
Hay conflictos que nos parecen lejanos pero que en verdad no lo son.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se dispone a viajar a la Argentina, pero las fechas exactas, el tamaño y composición de su comitiva y la agenda de actividades permanecen bajo un fuerte secreto por motivos de seguridad. "Es, por lejos, lo más estricto y reservado que hayamos visto", se sorprenden en la Cancillería argentina.
La única confirmación hecha ahora desde Jerusalén es que la visita se producirá en la segunda semana (completa) de este mes y que será una parada antes de que siga viaje a México y a Nueva York, donde participará de la Asamblea General de la ONU. Las fechas tentativas que se barajan son el lunes 11 y el martes 12, horas escasas durante las que se entrevistará con el presidente Mauricio Macri, visitará las entidades de la comunidad judía y mantendrá una reunión con empresarios.
La Argentina es importante para pocos gobiernos en el mundo e Israel es uno de ellos. Aquí vive la comunidad judía más grande de América Latina (unas 200.000 personas) y la séptima del mundo, Además, los atentados contra la Embajada (1992) y la AMIA (1994) hicieron del país un punto sensible en el mapa del terrorismo internacional.
El giro de la diplomacia nacional desde la llegada al poder de Macri ha sido sensible y la mejora del lazo con Israel es, acaso, su máxima expresión. La visita de Netanyahu, la primera de un primer ministro desde la fundación del Estado judío en 1948, corona ese proceso.
Desde diciembre de 2015, la Argentina solo ha sido una fuente de buenas noticias para la visión israelí del mundo.
Apenas un día después de su asunción, Macri decidió no apelar la inconstitucionalidad del Memorándum de Entendimiento con Irán sobre el atentado a la AMIA, lo que supuso el certificado de defunción formal de un acuerdo que ya estaba muerto. Una decisión dada por la coyuntura doméstica y por la identificación que se ha dado entre buena parte de la dirigencia comunitaria judía y la actual administración.
El viaje de Macri al Foro de Davos en enero de 2016 propició el primer encuentro cara a cara con Netanyahu; en la Cancillería israelí hablan de una empatía personal inmediata y destacan como otro hito muy valorado el primer encuentro que se celebró en la quinta de Olivos en marzo último entre familiares israelíes y argentinos de víctimas de la AMIA.
La cooperación en inteligencia y seguridad se restableció rápidamente del coma en que había caído en los últimos años de la era kirchnerista, algo a lo que ayudó el interés nacional por equipamiento militar israelí expresado en noviembre del año pasado, cuando la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, viajó a Tel Aviv con su número dos, Eugenio Burzaco, para participar en la "Homeland Security", una cumbre internacional de jefes de seguridad interior y ciberseguridad.
Ese segmento de la relación continúa viento en popa. La semana pasada pasó sigilosamente por el país Eran Gabay, el nuevo agregado militar israelí para la región (con asiento en Chile). Acompañado por funcionarios de la SIBAT, la agencia que arbitra la cooperación internacional en defensa, se reunió con autoridades de los ministerios Seguridad y Defensa.
Adicionalmente, se abrió el mercado israelí de carnes frescas y se firmaron acuerdos de cooperación cultural, científica y tecnológica, campos en los que ese país tiene mucho para ofrecer. Ya sin reyertas pendientes en materia política, el canciller, Jorge Faurie, espera que la visita del premier consolide la agenda comercial y de inversiones.
En diciembre de 2010, la Argentina reconoció formalmente a Palestina como un Estado "libre e independiente, dentro de las fronteras existentes en 1967 y de acuerdo a lo que las partes determinen en el transcurso del proceso de negociación". Ese gesto, recordado aun hoy a nivel popular en Palestina con agradecimiento por haber desatado un amplio movimiento en América Latina, utilizó una fórmula que resultó más moderada que la usada por otros países, como Brasil, pese a lo cual fue agriamente rechazado por el mismo Netanyahu, que el año anterior había regresado al poder.
La administración Macri convive con la cuarta de Netanyahu, cuya nueva reelección en 2015 lo mostró estrenando el Gobierno más volcado a la derecha de la historia de Israel. El propio premier se jactó de ser "el primer ministro que más hizo por el movimiento de colonización" de Cisjordania, lo que constituye, como se sabe, el principal obstáculo a una negociación de paz con Palestina.
De hecho, su gabinete suma como ministro de Educación a Naftali Bennett, líder del partido hogar Judío y referente de los colonos de "Judea y Samaria", nombres bíblicos de Cisjordania. Asimismo, cuenta con el duro entre los duros Avigdor Lieberman, jefe del partido de ultraderecha Israel Nuestro Hogar, como ministro de Defensa.
Las posturas cada vez más inflexibles en relación con la ocupación de territorio palestino le ha valido al actual Gobierno israelí un severo aislamiento internacional, algo subsanado en parte por el reemplazo de Barack Obama, con quien Netanyahu tuvo una pésima relación personal y política, por Donald Trump en Estados Unidos.
La Argentina actual es otra excepción en lo que hace con el acercamiento a Israel. En octubre de 2016, el Gobierno convirtió un apoyo de doce años en una abstención en la Unesco cuando se votó, como cada año, un texto promovido por países árabes que reclama la preservación del "patrimonio cultural de Palestina y el carácter distintivo de Jerusalén Oriental". El Gobierno palestino, que considera esa resolución un aporte crucial a su reclamo sobre esa parte de la ciudad conquistada por Israel en 1967, tomó nota de ello y en la actualidad teme un retroceso mayor en el vínculo con nuestro país.
No es esa la única espina de un acercamiento que, en general, resulta fructífero. Otra, para nada menor, se vincula con otro aspecto de la creciente colonización israelí de territorio palestino. ¿De qué otra cosa sino de la denuncia de la implantación de una población externa depende la legitimidad del rechazo a la pretensión kelper de una autodeterminación en Malvinas?
Hay conflictos que nos parecen lejanos pero que en verdad no lo son.
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