Cuenta una leyenda que justo antes de la creación del ser humano, varios ángeles se reunieron y llegaron a la conclusión de que si toda la humanidad fuera siempre feliz, la gente se acostumbraría, y no le daría el debido valor a la felicidad.
Decidieron, por el bien de la humanidad, ocultar su felicidad.
Pero, ¿dónde podrían esconderla para que nadie pudiera descubrirla fácilmente y revelárselo a todos?
El primer ángel propuso esconderlo en la montaña más alta del mundo, pero la idea fue rápidamente rechazada, ya que los ángeles sabían que los seres humanos, a través de su fuerza física, algún día podrían escalar fácilmente allí.
Otro ángel propuso esconderlo en el fondo del mar, pero pronto fue impugnado, porque sabían de la curiosidad de los seres humanos, que un día los llevaría a construir algún aparato que podría descender incluso a los mares más profundos.
Un tercer ángel sugirió esconderlo en otro planeta, pero pronto también su sugerencia fue vetada, ya que sabían que los humanos tienen inteligencia, y algún día construirían una nave para poder viajar a los otros planetas.
El último ángel, que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las sugerencias de los demás, habló:
- Creo que he encontrado un lugar para esconder la felicidad, y la mayoría no la encontrará tan fácilmente. Vamos a esconderlo dentro de las propias personas!
Estarán tan ocupados mirando hacia afuera que les costará muchísimo encontrarla".
Desafortunadamente, estamos tan preocupados y ocupados en buscar nuestra felicidad en las adquisiciones materiales, en "cuando tengo" o "cuando voy", que terminamos olvidando que la verdadera felicidad está dentro de cada uno de nosotros. Solo debemos aprender a mirar con atención.
Rabí Ephraim Birbojm
Ezra LandauF: Noticias Guisheft
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