lunes, 21 de octubre de 2024

DE THE ATLANTIC

 EL COLAPSO DE LA DOCTRINA KHAMENEI


Por Arash Azizi
Octubre 14, 2024
traducido por  Marcela Lubczanski

Un año de conflicto en el Medio Oriente ha destruido el enfoque de política exterior del líder supremo de Irán, ayatola Ali Khamenei. Su estrategia fue siempre imposible, pero su colapso ha llevado a Irán al borde de su primera guerra internacional desde 1988.
Lo que a mi me gusta llamar la Doctrina Khamenei—los cercanos a él la han nombrado variadamente "paciencia estratégica" o, más para el punto, "No paz, no guerra"—se basa en una dualidad que ha permanecido constante a través de los 35 años de Khamenei en el poder. Irán se niega a cualquier trato público con Israel, clamando en cambio por la destrucción del estado judío y rodeándolo con terroristas árabes que buscan destruirlo. Los funcionarios iraníes niegan el Holocausto y cantan "Muerte a Estados Unidos" en eventos y ceremonias. Y aun así, en ningún momento Khamenei tiene intención de entrar en un conflicto directo con Israel o Estados Unidos—porque sabe muy bien que tal enfrentamiento sería fatal para su régimen.
¿Entonces cuál es el sentido de mantener esta postura contradictoria? Khamenei es un verdadero fanático. El forjó sus creencias como revolucionario en la década de 1960, cuando leyó a Sayyid Qutb y Mao Zedong. Pero no es ciego o estúpido. Más bien es paciente y pramático. El parece haber aceptado que su sueño de destruir a Israel no se realizará en su tiempo de vida, pero permanece ideológicamente comprometido con ello como un objetivo a largo plazo para los islámicos a lo largo de generaciones. El ha declarado que Israel no existirá en el 2040—un año que verá sólo si vive para tener más de 100 años. Pero él busca promover la causa en la medida que puede, creando la fuerza de los enemigos de Israel, y luego entregando la tarea a sus sucesores.
Khamenei sabe que su visión del mundo extremista no es popular entre la mayoría de los iraníes, o incluso entre mucha de la élite gobernante del país. Y entonces él ajusta el equilibrio institucional entre las distintas facciones políticas de la República Islámica, usando la competencia entre ellas para obtener espacio para respirar cuando es necesario, pero no moviéndose nunca de sus objetivos.
El hace ajustes internacionales con precaución estratégica similar. El buscó el acuerdo nuclear del 2015 con EE.UU. y otras potencias mundiales para aliviar la presión diplomática y económica sobre Irán. Pero durante las negociaciones, Irán dejó en claro que su apoyo a las milicias regionales, y su orientación antiisraelí y antiestadounidense, era innegociable. Irán hablaría sóloacerca de su programa nuclear, a pesar de las preocupaciones que los negociadores occidentales expresaron por el "comportamiento regional" de Irán. El entonces Presidente Donald Trump rompió el trato en el 2018 y trajo una política de máxima presión sobre la República Islámica. Khamenei dio su respuesta en un sermón en el 2019: "No habrá ninguna guerra, y no negociaremos." El se estaba refiriendo a Estados Unidos, pero la frase fue un resumen apto de su enfoque hacia Israel también.
Desde el punto de vista de muchos iraníes, las políticas de Khamenei han sido desastrosas, trayendo aislamiento internacional, ruina económica, y represión política. Pero para sus propios propósitos, antes del 7 de octubre del 2023, el líder podría haber visto su política como un gran éxito. 
Cuando Khamenei ascendió al poder en 1989, la mayoría de los estados árabes de la región habían renunciado hacía mucho tiempo a la lucha contra Israel; Khamenei recogió el manto anti-sionista e hizo de Irán el único proveedor para las milicias anti-Israel a lo largo de la región. Este construyó un así llamado Eje de la Resistencia, uniendo a grupos armados en Palestina, Líbano, Yemen, Siria e Irak para disparar a Israel, pedir su destrucción, y ocasionalmente tener alguna escaramuza con las fuerzas estadounidenses en la región. Todo esto fue una victoria para el internacionalismo islámico. Al servicio de esa agenda, Khamenei ha mostrado poco remordimiento por sacrificar el potencial de Irán como un país para sus cerca de 90 millones de habitantes.
Pero la Doctrina Khamenei fue siempre insostenible, y los acontecimientos del año pasado han mostrado por qué. La estrategia—acumular cada vez más fuerzas antiisraelíes, sin entrar en un enfrentamiento directo—requería una cierta habilidad. A veces, Khamenei ha tenido que restringir a las fuerzas del Eje con llamadas a la prudencia. Y el Eje es en sí mismo un problema—difícil de manejar, a veces insoburdinado, e impopular en casa y en el exterior.
La mayoría de las milicias del Eje son chiíes (Hamas y la Yihad Islámica Palestina son las excepciones), y algunas han participado en las guerras civiles sectarias de la región, las que se cobraron miles de víctimas musulmanas suníes—iraquíes, sirios, y palestinos. Por esta razón, ni siquiera las poblaciones antiisraelíes en la región son entusiastas sin reservas acerca del Eje. Dentro de Irán, mientras tanto, Khamenei la ha pasado mal vendiendo su animosidad contra Israel a una población que en gran parte no la comparte, y que lo hace responsable por los problemas más cerca de casa. Cuando los iraníes se levantan contra su régimen—como lo hicieron en el 2009, 2017, 2019, y 2022—a menudo usan consignas que señalan su disgusto con el apoyo de Irán al Eje. Probablemente la más conocida es "¡Ni Gaza, ni Líbano, yo doy mi vida por Irán!" 
El ataque del 7 de octubre contra Israel y la guerra en Gaza que siguió al principio parecieron un regalo para Khamenei. El conflicto anularía la posibilidad de un acercamiento saudí con Israel y arruinaría lo que los israelíes habían llegado a llamar su "creciente círculo de paz" con los países árabes (Khamenei ha buscado durante mucho tiempo prevenir tal normalización). Pero un año más tarde, la doctrina de Khamenei nunca se ha visto más débil. Irán y su Eje afirman ser los defensores de la causa palestina—pero hasta ahora han evitado intervenir directamente en una querra que ellos mismos llaman “genocidio.” Al inicio del conflicto, los intransigentes iraníes expresaban enojo porque Irán no se estaba uniendo a la lucha. “Los niños mueren bajo los escombros mientras nuestros misiles se pudren en sus silos," tuiteó un muy conocido presentador en la televisión estatal iraní. Hezbola, se quejaron algunos analistas regionales, estaba siendo retenido por los iraníes consumidos por sus propios intereses estrechos.
En abril, Israel atacó un edificio consular iraní en Damasco, e Irán finalmente hizo lo que no había hecho en su historia entera: Disparó misiles y drones directamente a Israel. Lejos de ser disuadido, el gobierno de Benjamin Netanyahu desde entonces sólo ha aumentado la presión sobre la República Islámica, matando a comandantes iraníes y del Eje donde puede e intensificando la guerra en Líbano. Está bombardeando a Hezbola con intensidad especial, matando a docenas de sus principales comandantes, incluido su líder, Hassan Nasrallah, y, muy probablemente, a su posible sucesor, Hashem Safieddine. Después de mucha reticencia, Khamenei lanzó otra ronda de ataques con misiles el 1º de octubre. E Israel ha prometido responder.
Khamenei de esta manera ha llevado a su país al borde de una guerra que ha buscado largamente sugerir y evitar simultáneamente. Mostafa Najafi, un experto en seguridad radicado en Teherán que apoyó los ataques iraníes en abril y octubre, me garantizó que Irán estaba preparado para cualquier fuerza que Israel pudiera usar. El país se ha preparado con "todas sus capacidades de defensa" en alerta, dijo; ha invertido en defensas aéreas locales y adquirió sistemas de misiles tierra-aire S300 de fabricación rusa. Pero, Najafi concedió que el tamaño de Irán lo hará difícil de defender. Otros expertos con los que hablé asumieron una visión más sombría. "No está claro de qué manera Teherán puede salir de esta situación," me dijo Mojtaba Dehghani, un experto iraní con un conocimiento cercano de las élites del régimen. "Ellos no están preparados para esta guerra."
Muchos en la oposición iraní argumentan que Teherán debería dejar de avivar las hostilidades con Israel y EE.UU. y priorizar en su lugar el desarrollo económico. Esta estipulación se encuentra en la mayoría de las plataformas políticas de la oposición, incluidas las de grupos izquierdistas, muchos de los cuales apoyan una solución de dos estados para Israel y Palestina. Dehghani concuerda con la demanda y piensa que algunos en el liderazgo del régimen podrían concordar. Pero él dice que un "cambio de paradigma" tan grande será difícil de lograr con Khamenei todavía en el poder. El líder tiene 85 años, y nadie realmente sabe quien lo sucederá, o si esa sucesión traerá nuevas perspectivas y compromisos; tal incertidumbre complica planificar cualquier cosa más allá del horizonte visible.
Mientras tanto, Khamenei mantiene a su nación rehén de una doctrina que corteja el conflicto que también busca evitar. Irán tiene que hacer un cambio histórico si va a evitar una guerra desastrosa que pocos iraníes quieren—y comenzar a construir un futuro mejor en su lugar.

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