viernes, 3 de enero de 2025

del WSJ

 DESDE NEW ORLEANS A NIZA, LA CARNICERIA ES FAMILIAR

Los ataques de embestida se están volviendo comunes, y la policía sólo puede hacer hasta cierto punto.

Por Matthew Hennessey
Enero 1, 2025
traducida por Marcela Lubczanski
Imagina por un instante que eres un policía de New Orleans asignado al turno nocturno en la Calle Bourbon en la víspera de Año Nuevo.

Sabes que va a ser una noche larga. Estarás interrumpiendo peleas y haciendo control de multitudes. Seguramente tendrás que lidiar con el disgusto de gente borracha, pero ese es el trabajo de esta noche. Dejarás que pasen algunas cosas que normalmente no dejarías que pasen. Es la del Año Nuevo, después de todo, en una ciudad conocida por su cultura de fiesta. El Barrio Francés necesita a sus turistas y sus dólares. Que corran los buenos tiempos.

Con algo de suerte llegarás a media mañana sin demasiados problemas y puedes terminarlo. Llamas a la noche un éxito.

Entonces, sin advertencia, carnicería, caos, terror. Una confusión. Cuerpos en el aire. Los fiesteros gritando, arrastrados bajo las cubiertas.

"¡Para!" gritas reflexivamente, levantando una mano en el aire mientras colocas tu otra mano sobre tu arma en anticipación de—¿qué exactamente? No hay tiempo para pensar. Es un estampida, un flechazo, un pánico completo.

Entonces el loco detrás del volante del camión asesino salta de la cabina y empieza a disparar—hacia vos.

Estás entrenado para esto. ¿Pero lo estás realmente? Nadie está preparado para recibir disparos reales. Esta no es una simulación, un ejercicio; estas son balas reales disparadas con intención letal. Las escuchas zumbando, rebotando en las paredes del Barrio Francés. Nunca hiciste esto en la academia.

Sacas tu arma y tratas de devolver el fuego, pero el loco se está moviendo rápidamente. El se adelantó a todos ustedes. Tienes que ser cuidadoso de no disparar a un civil. Tienes que apuntar cuidadosamente.

Crujido. Un destello de dolor, una llama en tu brazo, estás herido, estás caído, estás fuera de combate. Ahora está sólo el griterío mientras el tirador desaparece en la noche. Ahora están sólo los lamentos de los heridos, los que te incluyen. Todo ocurrió tan rápido. ¿Cuánto tiempo llevó? ¿Pasó siquiera un minuto desde el primer grito hasta la bala que te hirió?

“No te preocupes. Te vamos a cuidar. Va a estar todo bien,” dice alguien mientras te carga en la parte de atrás de su coche patrulla. Pero él no lo sabe. Nadie nunca lo sabe. Podría ser al revés.

Conoces mucha gente que piensa que a los policías se les pagan horas extras para sentarse en sus coches todo el día y tomar café. Pero no muchos trabajos vienen con la posibilidad real de ser tiroteado cada vez que sales a trabajar. El tuyo sí. Deseas que la gente se diera cuenta de cuan aterrador puede ser eso. Deseas que tus conciudadanos entendieran que cada vez que te pones tu uniforme, no importa tu chaleco anti-balas, tu mente viaja directo a la posibilidad de ser asesinado durante tu turno.
El miedo está siempre presente. En cada parada de tráfico en la ruta. En cada interacción al azar en la calle con una persona que pregunta por una dirección. Un tipo se acercó a tres policías de la Ciudad de New York en la víspera de Año Nuevo del 2022 y empezó a atacarlos con un machete. Ser un policía no es un videojuego o una película. Es vida y muerte cada día. Vos realmente deseas que la gente entendiera, pero la mayoría no lo hace. 
Tu lema es “Proteger y Servir,” y eso significa al público, todos los que han venido al lugar de nacimiento del jazz para celebrar el Año Nuevo con una fiesta de toda la noche, pero tu objetivo en este preciso momento es sobrevivir.
Lo destacable del ataque con camión temprano el miércoles a la mañana en New Orleans fue su familiaridad. Ataques de este tipo se han vuelto comunes. Apenas hace una semana un presunto terrorista islámico asesinó a cinco personas e hirió a 235 arrasando con un mercado navideño en Magdeburgo, Alemania. En el 2021  Darrell Brooks mató a seis personas e hirió a docenas cuando embistió un desfile de Navidad en Waukesha, Wisconsin. En la tarde de Halloween en el 2017, Sayfullo Habibullaevic Saipov manejó su camión pickup alquilado durante una milla por la acera junto a la Autopista del Lado Oeste de Manhattan, matando a ocho personas.
Esos son sólo los fáciles de recordar. Hay muchos otros, el peor fue en Niza, Francia, en el 2016, donde 86 personas perdieron sus vidas. ¡Qué rápido lo archivamos todo!
Sabes que la policía sólo puede hacer hasta cierto punto. Ciudades como New Orleans y New York pueden reforzar sus aceras y plazas públicas con barricadas y vigilancia, pero estos asesinos son, sobre todo, ingeniosos. Ellos siempre salen con algún método nuevo de derramar la sangre de los inocentes y difundir el miedo. En la formulación infame, el terrorista sólo tiene que ser afortunado una vez. ¡Qué bastardos!
Alguien te cuenta que 10 personas murieron el miércoles a la mañana. Eso son 10 familias destrozadas, marcadas para siempre por las acciones de un completo lunático cuyos motivos son actualmente desconocidos pero de todas formas no importa. No para esas familias. Más podrían morir, incluidos vos y tu colega, el otro oficial de policía de New Orleans que no fue a casa con su familia esta mañana.
Recuerdas que es el Día de Año Nuevo. La mitad del mundo está despertando con resaca. Sabes que algunas personas escucharán las terribles noticias de tu amada ciudad y reflexionarán sobre la pérdida sin sentido de vidas. Te preguntas si ellos pensarán en vos. Te preguntas si rezarán por todos los que protegen y sirven. 
El Sr. Hennesey es editor adjunto de artículos editoriales del Journal.
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