miércoles, 31 de agosto de 2011

La periferia se volviò contra el règimen

La periferia se volviò contra el règimen
de Cidipal, el Viernes,
Es claro que, el régimen sirio, falló en sus esfuerzos por suprimir las protestas, que se diseminaron por todo el país. Al mismo tiempo, el régimen está allí y es fuerte y puede contraatacar. El ejército, incluyendo soldados y oficiales que pertenecen no solo a la comunidad alawita de Assad sino, también, a otros sectores y comunidades, está listo para luchar por el régimen. A diferencia de Egipto, donde la brecha entre el ejército y el liderazgo político es muy clara, ese no es el caso de Siria. Y, a diferencia de Libia, cuando a continuación del comienzo del levantamiento hubo muchas deserciones por parte de embajadores, representantes de alto rango y oficiales del ejército, este no es el caso de Siria.

En Egipto, hubo clara dimensión generacional hacia la revolución, que fue conducida, hasta cierto grado, por la generación joven. En Libia, la tensión es entre Oriente y Occidente- Tripolitana y Cirenaica. En Yemen, hay un factor tribal- el conflicto de poder entre el sur y el norte, y entre diferentes configuraciones tribales. En Siria, la historia es un conflicto entre la periferia y el centro, con el surgimiento de grupos sociales desde afuera y su conflicto para ganar acceso al poder y adueñarse del centro.
Eso fue la historia de Siria en los años 1950 y 1960. El surgimiento del partido Ba´ath y de la dinastía Assad incluyó el conflicto en la periferia. Fue una coalición de fuerzas contiguas lideradas por los alawitas, la dinastía Assad, pero hubo muchos otros que se unieron, proviniendo de la periferia. Farouk al-Sharaa, actual vice-presidente y previamente ministro de Relaciones Exteriores, que se unió al conflicto de Ba´ath por el poder, venía de Daraa. Mustafa Tlass, que prestó servicio como ministro de Defensa, bajo Hafez al-Assad durante casi 30 años, llegó desde Rastan, pequeña ciudad cerca de Homs, donde había hubo severa violencia.

Mientras que las figuras clave, en el escalón político, son los alawitas, la mayoría de los ministros en el gobierno son sunnitas, lo que refleja la sociedad siria. Son sunnitas de las grandes ciudades, o sunnitas que llegaron, hace muchos años, desde la periferia y perdieron toda conexión. La periferia apoyaba al régimen Ba´ath, incluso durante una época difícil, en los años ´80, cuando el régimen combatía a islamistas radicales. Ahora, por causas socioeconómicas, la periferia se volvió contra el régimen. Por tanto, ese régimen perdió la base principal de apoyo.

Comparemos esto con Egipto. En Egipto no escuchamos sobre la periferia durante la revolución porque el movimiento estuvo liderado por jóvenes, educados, y clases media a alta, que decidieron tomar las calles y hacer demostraciones contra Mubarak. Los jóvenes sirios, de clase media en Damasco y Aleppo, no decidieron y esperan ver que puede pasar. El malestar es limitado a la periferia, mientras que los principales centros urbanos (Damasco y Alepo), que no apoyan el régimen, no se unieron a la protesta. Una vez que alcance esos sitios, podría poner fin al régimen, pero no estamos, aun, en esta etapa. Debemos observar un cambio en las actitudes de las elites sunnitas urbanas en ambas ciudades.

El levantamiento está cobrando impulso. Se originó en pequeños poblados y llegó a grandes ciudades y, luego, se extendió hacia algunas de las ciudades principales, como Homs y Hama. La cuestión clave es la continua cohesión del ejército sirio. ¿Cuánto les llevará, a soldados y oficiales sunnitas, estar listos para disparar hacia los manifestantes y tomar parte en los esfuerzos del régimen para sofocar brutalmente el levantamiento?

No hay una oposición real en Siria. Hay muchos intelectuales, muchos críticos del régimen y muchos activistas de derechos humanos, dentro y fuera de Siria. Fuera de Siria, hay grupos – denominados de oposición - que no tienen una influencia real sobre los acontecimientos dentro de Siria. Se realizaron conferencias de activistas de la oposición en Turquía y, luego, en Bruselas que podrían llevar al surgimiento de una oposición mucho más efectiva, con un claro liderazgo y más influencia sobre el curso de los acontecimientos. Eso podría probar ser una amenaza muy peligrosa al régimen porque, este grupo, podría ser reconocido por los europeos y luego, por otros países, como legítimo liderazgo sirio. Justo ahora, no hay grupos que puedan reconocerse como tales, pero, en el futuro, podría ocurrir que los hubiera.

El Régimen de Bashar al-Assad
Hace solo diez años, Bashar al-Assad fue considerado “reformista” con mentalidad occidental. Sin embargo, Bashar afirmó que fue criado en Siria, en la casa de Hafez al-Assad, y que no se diferencia de él. Los países occidentales y la administración americana creyeron que no había mejor alternativa para el régimen de Assad (si colapsa. El caso de Irak puede repetirse con caos, terrorismo y radicalismo islámico). Pero hay un cambio en la actitud de Occidente hacia Siria.
La Siria de Bashar al-Assad es una parte importante del Eje del Mal, apoyado por Irán y Hezbollah. Sin embargo, Irán y Hezbollah poco pueden hacer para ayudarlo, en especial dentro de Siria, porque parte del levantamiento y el malestar tiene que ver con la tensión entre sunnitas y shiitas y, claramente, Irán shiita pagará, si Bashar cae, ese apoyo.

Antes de los disturbios, Bashar era apoyado por los movimientos islámicos y radicales en Medio Oriente. La mayoría de los Hermanos Musulmanes (en Jordania, Egipto y Hamas) le servían de sustento. Ahora, les dieron la espalda, liderados por el Sheikh Yusuf Qaradawi, líder de Hermandad Musulmana a escala global, quien les recuerda que, después de todo, Bashar es alawita y está apoyado por el campo shiita. Ahora Qaradawi, así como otros Hermanos Musulmanes en el mundo árabe, e incluso Hamas, están pensando, dos veces, aliarse con Bashar.

Bashar tuvo el apoyo panárabe. Un ejemplo es Azmi Bishara, ex parlamentario árabe-israelí que, ahora, vive en Qatar. Es cristiano pero apoyó a Siria como bastión de resistencia a Israel. Ahora esta gente llegó a pensar a Bashar como un obstáculo para el renacimiento del panarabismo.

Turquía, bajo el Primer Ministro Erdogan, es un estrecho aliado de Siria. Pero Erdogan no tiene reservas con respecto a la posibilidad que, los radicales musulmanes, llegasen al poder en Siria si Bashar es destituido. Por el contrario, los radicales sunnitas y la Hermandad Musulmana siria son cercanos aliados de Erdogan, como Hamas. De manera que Turquía no tiene nada para perder si Bashar cae.

El malestar sirio tiene con ver con la economía. Tendemos a pensar que, la economía siria iba bien, pero esa prosperidad involucraba al centro y a algunas elites urbanas sunnitas, aunque carecía de conexión con la periferia (que es igual a lo que ocurrió en Egipto). El Banco Mundial estaba muy satisfecho con la conducta de la economía siria, pero la periferia tenía reservas. Justo ahora la economía siria está paralizada y Bashar hizo algunos cambios dramáticos, trayendo, otra vez, subsidios. La industria turística colapsó e incluso si sobrevive, Bashar podría pagar un alto precio y estaría en desesperante necesidad no de misiles iraníes sino de ayuda económica.

En las próximas semanas y meses, si la estrechez continúa, la economía siria permanecerá paralizada y Bashar no tendrá recursos para satisfacer a las elites urbanas en Damasco y Aleppo, donde la clase media podría volverse en su contra. De manera que está jugando contra el tiempo, pero el tiempo no está de su lado. Necesita llevar esa desazón a un fin inmediato, porque si continúa, amenazará sus intereses.

Cuando Bashar habla sobre reforma, lo que tiene en mente es abrir nuevas escuelas, lanzar proyectos turísticos y fomentar la industria. No tiene nada que ver con cualquier cambio, político o reforma, porque esto sería contrario a la naturaleza de su régimen.

Bashar está luchando por su vida y lo que está pasando fuera de Siria, en este momento, no tiene relevancia. Sabemos, con precisión, que podría pasarle a él y a todos sus generales en caso que el régimen cambie. Dado que está luchando por su vida, hará lo necesario para ganar, y no le importa que los americanos y europeos lo condenen por su brutalidad.
Los sirios no consideran a Egipto como un modelo relevante. El importante para Siria es Irak o Líbano. Los sirios buscan el modelo iraquí como ejemplo de lo que podría suceder si el régimen colapsa: desintegración del Estado, derramamiento de sangre y choques étnicos.
Hasta el momento, la protesta está limitada a la periferia siria. No escuchamos sobre el malestar en zonas drusas, al sur de Siria. Los cristianos apoyan, por completo, al régimen de Assad, tal como lo hacen otras minorías. Los kurdos al este de Siria están en posición de esperar y ver.

Relaciones Sirias con Israel
El régimen sirio no tiene interés en una escalada a lo largo de la frontera sirio-israelí. Siria sabe que cualquier pequeño incidente puede tornarse en una guerra mayor (como en Líbano, 2006). Me pregunto si fue, en verdad, el régimen sirio quien organizó las demostraciones junto a la frontera en los días de Nakba y Naksa. Cuando el régimen era fuerte, no debería suceder. Ahora que el régimen es más débil y Assad está focalizando su atención en las revueltas de toda Siria, esos acontecimientos pueden ocurrir. Pero, cuando escapó de control, el régimen hizo un esfuerzo por contener y ponerles fin. Bashar necesita sus soldados para combatir al pueblo sirio y suprimir las revueltas. Lo último que precisa es una guerra con Israel en la cual, Israel, pudiera destruir su ejército, dejándolo sin escudo defensivo contra los tumultos.
Hacer la paz con Israel no es una idea popular en el mundo árabe. Un líder débil ni lo consideraría. Hay consenso que erá posible pensar, algún día, sobre solucionar el conflicto con Israel, pero en un régimen débil, con un líder bajo ataque, no es el momento correcto. Nadie en Siria se preocupó por las demostraciones en los días de Nakba y Naksa. Todos se preocupan por Bashar y su régimen. A la gente en Siria no le preocupa lo que los israelíes hacen ahora.
El régimen sirio debería ser considerado una amenaza estratégica para Israel porque Bashar al-Assad buscó desarrollar capacidades nucleares; proveyó apoyo a Hamas y Hezbollah (no la clase de sustento que su padre solía otorgarle, sino estratégico; capaz de convertir a Hezbollah en una amenaza mayor para Israel). Bashar trajo a los iraníes a Siria y a la región. Los iraníes estuvieron presentes, pero solo como invitados. Ahora tienen una posición diferente y la alianza se hizo más cercana. Al mismo tiempo, Bashar mantuvo calma la frontera de los Altos del Golan y dijo que quería firmar un acuerdo de paz con Israel.
El gobernante sirio llegó a la conclusión que, tener capacidad nuclear, era aquello que salvó al régimen de Corea del Norte y que le permitió , a los americanos, atacar a Saddam Hussein fue el hecho que no tenía opción nuclear. Un régimen sirio diferente podrá no tener recursos económicos ni lazos íntimos con Corea del Norte e Irán, y no sentir la necesidad de tener capacidad nuclear. Podría ser que Siria, bajo un nuevo régimen, fuera diferente a la Siria de la dinastía de Assad. Hafez al-Assad, con ayuda de Occidente, fue capaz de convertir a Siria- un estado pequeño y atrasado- en una potencia regional. Tomen la dinastía de Assad fuera de la ecuación y Siria permanecería constituyendo un importante estado a nivel geográfico, pero no la potencia regional que fue antes.

Con respecto a la paz con Israel, hubo algo personal en la exigencia siria de una retirada israelí de la línea costera del Mar de Galilea porque, Hafez al-Assad, como ministro de Defensa, fue el perdedor de la guerra del ´67. Si se quitase a la dinastía Assad de la ecuación, tal vez la postura siria se flexibilizaría.

Un Nuevo Régimen podría ser mejor para Israel
Una Siria más débil es lo que un Líbano más fuerte será. En Siria, cualquier cambio de régimen puede ser un golpe a Hezbollah, incluso a pesar que, Hezbollah, no representa a muchos de los shiitas. Es un centro de poder shiita enraizado y auténticamente libanés. Sin embargo, fue la ayuda de Siria e Irán que convirtió a Hezbollah en un poderío regional. Sacar a Siria de la ecuación podría reducir a Hezbollah a un tamaño más razonable hasta onvertirse en un fuerte partido libanés pero no más que eso.

Siria apoyó a los shiitas en Líbano pero, al mismo tiempo, dio algún apoya a los sunnitas porque la lógica, detrás de la intervención siria en Líbano, siempre fue : divide y reinarás. Un régimen sunnita en Siria podría cambiar el equilibrio en Líbano a favor de los sunnitas.
Un nuevo régimen en Siria podría significar el regreso a los años ´50 o ´60 cuando era un gobierno sirio débil y descentralizado con fuertes regiones. Cada región tenía sus propias características étnicas y comunales y podía haber, cada tanto, un golpe de estado trayendo, como consecuencia, la falta de estabilidad. El peor escenario es que Siria se convierta en un nuevo Irak, porque ahora hay, para resolver, no solo cuentas históricas sino cuentas actuales. Hubo 2000 sirios asesinados y sus familias pedirán venganza, no a Bashar sino a sus vecinos alawitas y cristianos.

No pienso que sea interés israelí tener a Bashar en el poder. Como en Egipto, siempre es posible que la Hermandad Musulmana pueda tomar el poder en Siria, pero no estoy seguro que ese será el caso. Si Bashar cae, la situación – tal vez - sea similar a la de décadas pasadas, con un régimen central debilitado. Esto podía llevar a incidentes fronterizos con Israel, pero no a una guerra, con actos terroristas que un régimen débil no puede evitar. La oposición siria tomará el poder, como en el caso de Egipto, sabiendo que, sus intereses, radican en la amistad con países occidentales como EEUU ( y no con Irán). De manera que, a la larga, un nuevo régimen sirio podría ser mejor para Israel que el actual.

El Profesor Eyal Zisser es Decano de la Facultad de Humanidades, y ex Director del Departamento de Historia Africana y de Medio Oriente y del Centro de Estudios Africanos y de Medio Oriente Moshe Dayan, tambos en la Universidad de Tel Aviv. Es un destacado experto en Siria y ha escrito extensamente acerca de historia y política moderna de Siria, Líbano y el conflicto árabe-israelí. Entre sus libros figuran: In the Name of the Father: Bashar al-Asad´s First Years en Power, Lebanon: the Challenge of Independence y Assad´s Syria at a Crossroads.

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