domingo, 24 de mayo de 2015

Los EE.UU., los ejércitos iraquíes y sirios caen a pedazos frente a una unidad de ISIS. Israel, Jordania y Arabia Saudita están alarmados



Desfile por la victoria de ISIS en Ramadi, Irak
La caída de Damasco y Bagdad, o grandes regiones de la misma, en las manos rapaces del Estado Islámico, ya no es un tema discutible en las previsiones estratégicas. Hoy en día, las ciudades capitales de Siria e Irak están al alcance de los islamistas. El Medio Oriente está a punto de pagar el precio de la obsesión de una sola mente del presidente Barack Obama con una distensión de Estados Unidos con Teherán y un acuerdo nuclear. Es el producto final de la insistencia de Washington de ver a ISIS como un oponente formidable y afirmando de que la campaña aérea de la coalición liderada por Estados Unidos destruyó gran parte de sus capacidades operativas, algo que resultó ser una ilusión. Igualmente falaz era la confianza de Obama en la Guardia Revolucionaria y su brazo terrorista, las Brigadas Al Qods de Irán, para reducir el impulso islamista.
La confianza de Washington se ha desvanecido desde entonces. Teherán también ha enfriado la idea.
En marzo, un grupo de milicias chiíes iraquíes comandados por el jefe de Al Qods, el general Qassem Soleimani, logró arrebatar partes de la ciudad iraquí suní de Tikrit de las garras islamista. Esa fue la primera y última participación de Irán en contra de ISIS en Irak. Después de eso, el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, decidió retirarse de la participación de los musulmanes sunitas en un enfrentamiento sectario manifiesto. Estaba claro para él, que el campo de batalla no era el fuerte de Irán, sino más bien la subversión, la guerra clandestina y el apoyo limitado a sustitutos chiítas locales.
Mientras los islamistas avanzan, Teherán redujo más su intervención militar en Siria e Irak y se trasladó a Yemen tomando la rebelión Houthi como su vehículo. Este es un escenario más pequeño, que no es menos estratégicamente valioso que Irak y Siria, gracias a su dominio de la importancia mundial del Golfo de Adén y el estrecho de Bab el Mandeb para el transporte marítimo mundial.
Jamenei también vio que el presidente de Estados Unidos tenía poco apetito por la lucha contra el Estado islámico. Llegó a la conclusión de que Teherán estaría mejor salvaguardado si el ejército y las fuerzas de la Guardia Revolucionaria iraní defendían sus fronteras contra un potencial asalto de ISIS desde el vecino Irak, en vez de utilizarlos en Irak y Siria.
El líder iraní también decidió que si los Estados Unidos sólo podía permitirse una campaña aérea menor contra los terroristas islamistas, la fuerza aérea de Irán no debería ser llamada para un mayor esfuerzo.
Todas estas circunstancias se combinaron para inclinar la balanza encima en el corazón del conflicto sectario ferozmente ardiente entre sunitas y chiítas. El último plan de Washington de enviar armas a los iraquíes de ambas sectas que están dispuestos a defender Bagdad, parece una cierta receta para avivar el fuego sectario, o incluso empujando a ISIS en una ofensiva para apoderarse de la ciudad.
Los islamistas han celebrado hasta el momento por el hecho de volver de una ofensiva sin cuartel para capturar Bagdad por una variedad de consideraciones tácticas. Una ciudad de este tamaño es demasiado grande para los islamistas de tragar, mantener y administrar. Se adapta a los yihadistas mejor para mantener la ciudad en estado de sitio y bajo el acoso terrorista constante.
Las fuentes más conocedoras de la región no pueden explicar qué parte del Comando Central de Estados Unidos está jugando como un factor militar en cualquiera de estos conflictos, en particular, el general John Allen, a quien Obama el año pasado nombró como enviado especial presidencial de la Coalición Mundial para combatir a ISIS. Algunos cuentan con su bajo perfil a punto de desaparecer por haber estado preocupados en la preparación de una gran campaña para la recuperación de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, que está bajo el dominio de ISIS.
Hoy en día, este plan parece una quimera. ISIS ha causado un terremoto tras otro en Oriente Medio mediante la captura de Ramadi en Irak y Palmira en Siria en cuestión de días. Sus vecinos alarmados en Jerusalén, Amman y Riad se han visto obligados a concluir que sus fronteras están en peligro, no sólo de Irán, sino también de ISIS, y tendrán que hacer frente a estos peligros por su cuenta.
Fuente: Debkafil
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