domingo, 24 de mayo de 2015

Un tribunal paquistaní juzga a 106 musulmanes acusados de quemar vivos a dos cristianos.



El año pasado, Sajad Masih y su esposa fueron linchados y posteriormente quemados vivos. Tres clérigos les habían señalado como profanadores de un Corán.
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En una pequeña población del salvaje Punjab, tres clérigos aventaron con insistencia el rumor de que Sajid y su mujer, Shama, habían profanado “El Noble Corán”, un acto que en Pakistán se castiga con la muerte .Pronto,  la noticia falsa se esparció y los aldeanos se conjuraron para castigar a los blasfemos. Primero, encerraron a los esposos en una habitación durante 24 horas, para que confesaran su crimen, se convirtieran a la fe de Mahoma y “abonaran” una multa que no podían pagar; luego, fueron arrastrados hasta la calle, donde más de 400 musulmanes les esperaban para lincharlos; finalmente, cuando los cuerpos de los cristianos ya eran un amasijo de huesos rotos fueron arrojados al horno en el que trabajaban cociendo ladrillos.
Shama, que estaba embarazada de su quinto hijo, y Sajad formaban parte de la pequeña comunidad cristiana de Pakistán, como Asia Bibi, una “blasfema”  que se pudre en una celda de aislamiento, alejada de su familia y que malvive con la amenaza de una inminente muerte  en la horca.
Los cristianos paquistaníes, unos 3 millones, son en su mayoría descendientes de los dalits (intocables) convertidos en el siglo XIX durante la dominación británica. Constituyen el grupo social más pobre, odiado y perseguido del país. Ellos, que también son conocidos por el término despectivo de “chudras”, trabajan en el campo por un salario inferior al del resto de sus compañeros y, además,tienen asignadas las funciones que ningún musulmán quiere hacer, como la limpieza de alcantarillas, letrinas y pozos negros.
Fuente: Minuto Digita
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