sábado, 16 de febrero de 2013

OPINIÓN El acuerdo con Irán es una muy mala decisión

En abril de 1992 tuvo lugar el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires y en julio de 1994 el que sufrió la sede de la AMIA. Pero entre ambos, en setiembre de 1992, cuatro líderes kurdos –son una minoría en Irán como en Irak y Turquía y reclaman su reconocimiento como nación– fueron asesinados en el restaurante Mykonos de Berlín. Ello tuvo lugar cinco meses después del atentado contra la sede de la Embajada israelí en Argentina y veintidós antes del atentado contra la AMIA. En julio de 1992, funcionarios iraníes y europeos habían acordado realizar un diálogo crítico respecto a la cuestión kurda, el que finalmente se realizó en diciembre como estaba previsto, pero dichos asesinatos condenaron la iniciativa conciliadora al fracaso. La justicia alemana inició una acción judicial por la cual el 10 de abril de 1997, antes de cumplirse los cinco años del atentado, fueron condenados cuatro iraníes por los asesinatos y absuelto sólo uno: el tribunal sentenció que la cúpula política de Irán había ordenado el atentado. Dos de aquellos condenados están hoy acusados por la justicia argentina por su responsabilidad en el atentado de la AMIA: Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, entonces Presidente, y Ali Akbar Velayati, que se desempeñaba como ministro de Relaciones Exteriores. Velayati es hoy asesor en asuntos internacionales del ayatollah Ali Khamenei, máxima autoridad político-religiosa de Irán y otro de los condenados por la Justicia de Alemania. Es así como en la primera mitad de los años noventa tienen lugar atentados terroristas en Berlín y Buenos Aires, aunque en esta última de mucha mayor magnitud por la cantidad de víctimas y el significado institucional de los lugares atacados. En ambos casos se ponen en marcha acciones judiciales a partir de la misma acusación: que el máximo nivel del gobierno iraní ha ordenado los atentados. Por esta razón, el núcleo más relevante de los acusados es el mismo. Pero en el caso alemán se llega a una condena firme antes de cumplirse los cinco años y en Argentina en cambio se van a cumplir dos décadas no sólo sin condena, sino buscando un cuestionado acuerdo con el gobierno iraní que, en los hechos, puede alejar y no acercar el esclarecimiento de las responsabilidades. Puede plantearse que los sistemas jurídicos de Argentina y Alemania no son los mismos y es cierto, pero ello no invalida que el segundo país llegó a la condena y en cambio en el nuestro la causa se frenó y ahora entra en una etapa de negociación. El antecedente alemán es importante para el caso de la causa en Argentina por varias razones: hay una sentencia firme en un caso análogo donde varios de los acusados son los mismos; aparece comprobado para la justicia alemana un caso de terrorismo contra un enemigo político interno del gobierno iraní, como son los kurdos; y en el caso argentino el uso del mismo tipo de acción contra un enemigo externo, que es Israel. Es otra perspectiva para ver que el acuerdo con Irán en torno a la causa AMIA, que el Ejecutivo ha enviado al Congreso para su aprobación, no es ni la única ni la más conveniente decisión frente al problema