viernes, 22 de febrero de 2013

‘Gracias por el fuego…’

13 Escrito por Rab. Mordejai Maarabi Publicado en Parashá tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente B.H.N."V. No sólo se sale de Egipto una vez. Cada día y a cada hora se reproduce la maravillosa liberación y la Promesa Divina de conducción y establecimiento definitivo en la tierra de Promisión. Cada instante recupera la memoria de la eternidad plantada en los caminos de Abraham, la quietud de Itsjak y la vehemencia de Iaacov. El pueblo de Israel ha superado las pesadas cargas de la opresión y la intolerancia y se ha puesto bajo el Yugo Celestial –‘Ol Maljut Shamáim’ -, simple y complejo a la vez, inmenso y estrecho pero eternamente libre... Ahora serán las Mitsvot –‘Ol Mitsvot’ -, los preceptos, los que guíen, formen y conformen el cuerpo y el alma de una nación ávida de crecer, de crear, de creer... Solo un pueblo que dispone de su propio tiempo, puede en cualquier espacio construir el suyo. El desierto no será para Israel sinónimo de incertidumbre y soledad. Allí se tejerá la delicada trama de su existir y en él transcurrirán las horas y los meses -cuando no los años- del vivir a la Sombra de la Fe y la esperanza. También las crisis tendrán acogida en el desierto, para superar lo superable y para aprender del fracaso de lo insuperable... Sólo así tal vez, pensamos con humildad, es que un Pueblo tiene razón de ser y razón en ser… Sólo a partir del transitar por las arenas inacabables del Sinaí, es que Am Israel puede concebir la libertad: de su cuerpo, de su alma, de su palabra, de su sentir. Y es por ello, creemos entender, que a la salida de Egipto, ‘Ietsiat Mitsráim’ –el ascenso desde las profundidades más escabrosas y dolorosas -, le sucedió el Monte Sinaí ‘Maamad Har Sinaí’, la esplendorosa Revelación del Todopoderoso, el ascenso no sólo en lo geográfico sino en lo espiritual. Sólo se concibe a D’s cuando se puede elevar la mirada y con ella, a todo nuestro ser…La Palabra de El descendía, y los cuerpos de Israel se elevaban hasta el nivel de la profecía, afirmaban nuestros sabios. Después –en el orden de nuestras perashiot- vendrán los ‘Mishpatím’: los hechos de la Justicia que habrán de regular la vida sobre la tierra. ‘Ben Adám le.jaberó’, entre cada uno de nosotros y los demás. Sólo cuando se es permeable a la Presencia del D’s Creador, podemos tomar conciencia de la presencia del prójimo, la “otra creación”, y la necesidad de convivir, de tolerar, de respetar, de preservar, de dignificar si queremos… Recién entonces, y sólo allí, cuando la capacidad de habitar entre los humanos está dada, sobrevendrá la Voluntad del Creador –‘Todo cuanto deseó desde el día que se crearon los Cielos y la Tierra’ – al decir de nuestros maestros, y que era: “La-dur ba-tajtoním…”, es decir, ‘residir (El Todopoderoso) entre los seres inferiores’ (los hombres). Así fue cuando leímos, el pasado Shabat el mandato sublime de: “Ve- asú Li Mikdash ve-Shajantí be-tojám…”: ‘Erigirán para Mí un Santuario, y habitaré en medio de ellos…’. Sólo podremos construir una Casa para Él, una vez que Su Palabra sea percibida y traducida en leyes justas, en sociedades sensibilizadas y en actos que santifiquen la vida humana, parece insinuarnos el sugestivo orden de nuestra Torá… Hoy, nuestra perashá nos habla de la primera tarea a ejercer por el Sumo Sacerdote –Cohen Gadol- en esa Casa, dentro de ese Pueblo… “Y tomarán para ti, aceite de oliva puro, machacado para encender las luminarias…”. La Menorá, ingrediente esencial entre los utensilios del Mishcán (Santuario móvil en el desierto), será la primer tarea a emprender en el día… “Lo le-orá Aní tsarij…” advierte el Todopoderoso. ‘Yo no necesito de su luz’ advierte el Creador a Moshé Rabenu. No nos vayamos a confundir nos ruega el Midrash. Hay una Luz imprescindible para el Pueblo Judío todo: El Creador es Su Luz, tal como dice el salmo: “HaShem es Mi Luz y Mi Salvación, ¿de quién he de temer?”… Y entonces, nos preguntamos: ¿para qué la Menorá y su luz? Y nos respondemos: la Menorá, hecha de oro puro, labrada a martillo y de un solo y único bloque, posee un mensaje claro –como su luz-, diáfano como sus destellos, y contundente, como su armado: Ella representa al pueblo judío todo…Si hay Luz, la misma proviene de la unidad, de lo que es común y mancomuna; y si hay tarea inicial a realizar en el lugar más sagrado, será precisamente esa: ‘Dar a Luz a la Unidad’ para luego iniciar la tarea cotidiana del Santuario y del diario vivir… Por último: La luz provendrá del aceite de oliva puro…y bien machacado. Hasta la última expresión. No debemos de dejar de hacer nuestro último esfuerzo a fin de permitir que la llama y el calor de la unión habite en medio de nosotros…Sólo allí, cuando parece no ‘quedar nada’ del fruto inicial, allí es, precisamente, donde comienza a correr el fino y delicado fuego que da la luz, el calor, la hermandad, el sentido común… ¡¡ Shabat Shalom u-Meboraj !! Mordejai Maarabi Rabino oficial de la OLEI