lunes, 4 de febrero de 2013

Recordad y saber por qué-Ana Jerozolimski Semanario hebreo. Uruguay

Hace varios años, en un departamento de la calle Dizengoff de Tel Aviv, entrevisté a una mujer mayor, sobreviviente del Holocausto-la Shoá, como preferimos llamarle los judíos-originaria de Salónica, en Grecia. Se llamaba Frida Kovo de Medina. Una mujer de amplia sonrisa, amable al recibirnos, feliz al mostrarnos las fotos de sus hijos y nietos y cálida al preguntar por mi familia, aunque esa era la primera vez que le veía, y estimaba que sería la última. Había estado en Auschwitz…y le parecía un sueño haber llegado con vida a ver el nacimiento del Estado de Israel. Se ponía seria cuando relataba la ida de su Grecia natal, la ocupación nazi, las penurias….Y volvía a sonreír cuando hablaba de la vida que había alcanzado a vivir “después de aquello”…como si ese “aquello” fuera tan indescriptible que prefería dejarlo ahí, en esa palabra amorfa e indefinida que tanto decía. Hasta que a Frida se le cortó la voz, atragantada por las lágrimas que le cubrían los ojos y parecían taparle también las vías respiratorias. “Llegamos a Auschwitz y enseguida me separaron de mis padres. Dijeron que los vería unas horas después”, me dijo llevándose la mano al pecho, como conteniendo de antemano el horror que sabía compartiría conmigo en unos instantes. “Yo era muy jovencita…y no creía que lo peor podría suceder…porque no es natural creerlo”, dijo como disculpándose por no haber adivinado. “Pasaron horas y días..todo era terrible…pero yo todavía pensaba en cuándo vería de nuevo a mis padres…hasta que me encontré con dos chicas de mi barrio que habían llegado allí antes que yo.Les pregunté dónde están mis padres, si tienen idea cómo hallarlos..”. Frida se detuvo y a mí se me paralizó el corazón. Se llevó las manos a la cara como para llorar tranquila, volvió a dejar su rostro lleno de lágrimas al descubierto como resignado, levantó un brazo hacia lo alto y recordó lo que le respondieron: “¿Ves allí? ¿Ves esa chimenea? Allí están tus padres, allí están los míos….por allí salen los que llegan a Auschwitz”. No sé si Frida Kovo aún vive. Si sigue en su casa en Tel Aviv, este 27 de enero habrá sentido sin duda que el Día Internacional de Recuerdo del Holocausto es para ella un día más de memoria, de los muchos que componen su vida. Pero debe recordar aún aquella chimenea del crematorio a la que apuntaron sus conocidas…con la garganta entrecortada. Nuestro país también honró la memoria de las víctimas, condenando a los asesinos y llamando al “nunca más”, en una ceremonia solemne promovida por la Comisión Permanente del Parlamento, a la que se agregaba una cadena nacional a cargo del Canciller Luis Almagro. Es de destacar estas iniciativas, que deberían ser emuladas en varias partes del mundo. En este día de conmemoración, el mensaje es acompañar al pueblo judío en su recuerdo y en el homenaje a sus víctimas, teniendo presente sin embargo que la lección del “nunca más” debe ir más allá de ello. Desde el propio Museo Recordatorio del Holocausto en Jerusalem, Yad Vashem, paralelamente a su énfasis sobre lo singular de la “Shoá”, se destaca la advertencia a las sociedades todas, recordando que ni la más culta ni la más desarrollada está exenta del peligro de la discriminación, que puede ser no más que una etapa en el proceso hacia el genocidio. Hay que estar alerta y comprender que el genocidio o la violencia asesina, no comienza con los campos de concentración y la muerte de millones en campos de exterminio. Es un proceso gradual….y hay que saber identificarlo, frenarlo a tiempo. Y no hay que pensar nunca que no importa porque es problema “de ellos…”. Una enseñanza conocida de la época del Holocausto, atribuida al Pastor Martin-Niemöller, se refiere justamente a este punto. “Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no dije nada, porque no era comunista. Luego vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas y yo no dije nada porque no era un sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque no era judío. Al final…vinieron por mí..y ya no quedaba nadie que pudiera decir nada”. Es importante que exista esta fecha, para que el mundo todo tome conciencia..para que comprendan el significado de la Shoá, el Holocausto, también quienes no oyeron nunca testimonios como el de Frida Kovo, abuela, llorando con una niña chica. Ni el de Lidia Vago que nos contó hace muchos años , al hablar de la supervivencia a pesar de los campos de concentración en los que estuvo, de la fe en la vida por la cual está convencida que logró salir.Ni los de los sobrevivientes de la hecatombe, que viven también hoy en Uruguay, llevando consigo historias propias de libros de ficción..Ni los hijos y nietos de los sobrevivientes, que andan por la vida habiendo oído de sus seres más queridos historias horrorosas, pero siendo ellos mismos testigos de que al lograr salvarse, quisieron seguir adelante. Y quizás sea esta una de las características más claras del pueblo judío: aún en medio de la adversidad que otros le quisieron imponer, apostó a la vida. Se quiso abrir una nueva página, seguir empujando hacia adelante, creando, ocupando el tiempo y dedicando la energía a los nuevos comienzos, no a odios ni rencores por lo sufrido. Recuerdo una lección de vida que aprendimos años atrás de un sobreviviente, Jacques Stroumsa-hoy lamentablemente ya fallecido-, al que conocimos al poder entrevistarle dos veces en Jerusalem. Nos recibió en su casa en la calle Uruguay en la capital israelí, lo cual para nosotros era doble motivo de emoción, y nos contó, sobre el violín que lo salvó porque a los nazis les gustaba su música, y sobre las conferencias que viajaba a dar a jóvenes en Alemania. “Ustedes no tienen la culpa de lo que hicieron vuestros antepasados, quizás vuestros abuelos”, les decía, según nos contaba.”Yo no tengo hacia ustedes ningún tipo de rencor, sino aprecio porque quieran escucharme.Pero sí tengo claro: tienen la responsabilidad de saber lo que pasó, para que no permitan nunca que se vuelva a repetir”. Y parte de la lucha, hoy en día, es combatir a los que niegan, minimizan y desmienten…a esos ignorantes que realmente dudan o a los fanáticos que simplemente quieren borrar la memoria de las víctimas. En la República Islámica de Irán, en el gobierno de los Ayatollas, el desmentido del Holocausto es política oficial. Una mujer sobreviviente del Holocausto, a la que conocimos en Yad Vashem , el Instituto Recordatorio en Jerusalem, nos dijo al respecto una vez: “Yo le pregunto a Mahmud Ahmadinejad, el Presidente de Irán: si el Holocausto, como él dice, nunca ocurrió…¿Dónde están mis padres? ¿Dónde están mis hermanos?¿Dónde está toda la familia que perdí? Si la Shoá es mentira…¿Por qué me quedé sola en la Europa ocupada por los nazis?”. En memoria de todos esos padres y hermanos perdidos por tantos, en memoria de todos los hermanos de mis abuelos paternos y maternos que quedaron en Europa y ya no pudieron salvarse….hay que recordar. Y combatir la mentira. Y saber por qué.