El TERROR Y NUESTRAS SOCIEDADES MODERNAS
Nos robaron la ingenuidad, la candidez, la confianza básica en el prójimo.
Nos volvieron desconfiados, prevenidos, recelosos.
Nos transformaron en personas sin capacidad de reacción, en seres impotentes, confundidos y paralizados.
Nos quejamos, “no lo podemos creer”, y seguimos como si nada hubiese sucedido.
No se preocupe, señora: la “muerte y las masacres” recaen sobre otros, no sobre nosotros.
Se nos mezclan las religiones con la política, con la libertad de expresión, y con el derecho más elemental de vivir.
Nos llenamos la boca hablando de la prohibición del castigo colectivo, y con razón.
Hay que recibir a los refugiados, es muy importante, es ético y humano. Y está muy bien que así sea.
Porque no son todos, son casi todos, son muchos...
¿Pero para qué preguntamos e indagamos si estamos tan lejos de poder distinguir y resolver?
¡Si apenas logramos reaccionar!
Y en medio de tanta muerte y odio, tanta masacre y tanta sangre derramada de víctimas inocentes, intentamos trabajar, pensar en el futuro, cambiar de teléfonos móviles y salir de vacaciones.
Me duele reconocerlo: pero nos han transformado en seres patéticos.
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