viernes, 22 de julio de 2016

¡SHABAT SHALOM!
Sí, tal vez sea necesario que se rompan las Tablas.
Y que aprendamos, de una vez, que siempre se debe comenzar de nuevo.
Y que la continuidad es una simple ilusión.
Y que la Eternidad no es más que un inicio y un final permanentes.
Un parpadeo sagrado.
Pero tenemos mucho miedo y nos aferramos a lo conocido.
Nos ocultamos siempre entre los mismos árboles del Jardín.
Lo santo –esta noche me resulta evidente- se ubica entre el final más absoluto, y el inicio más radical.
Esa dinámica perfecta que es la única capaz de asegurarnos lo absolutamente nuevo.
Un hombre nuevo y un mundo nuevo.
Pero nuevos de verdad.
Totalmente nuevos.

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