Posters para Palestina
“Cruel en el cartel, la propaganda manda cruel en el cartel, y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión” reza el tango Afiches de Homero Expósito. Y en estos días, esa ilusión que se vende a través de una propaganda cruel, está promovida por un concurso impulsado por la embajada de la Autoridad Nacional Palestina en Argentina.
Esta representación diplomática lanzó el concurso “Posters para Palestina”, mediante una falacia en el afiche promocional del certamen, haciendo un plagio explícito de uno utilizado por el movimiento sionista en el período de construcción y consolidación del Estado de Israel, previo a su fundación.
A la hora de analizar un conflicto nacional y territorial como el israelí-palestino, deben tomarse en cuenta tres ejes principales: el ideológico, el político y el histórico. Como el eje ideológico es “qué es lo que creemos más justo” y el político es “qué nos conviene”, ambos ejes subjetivos y parciales, quedarán al margen en el presente artículo, donde se pondrá el foco en los hechos, en el eje histórico.
Incluso avalando el principio de autodeterminación de los pueblos, si el autodenominado pueblo palestino se define como tal y quiere llegar a tener un país, bienvenido sea.
El asunto es que ellos se definen a sí mismos por la negativa. Esto quiere decir que declaran que su razón de ser son las crueldades de Israel y como combatirlo mediante las armas, sin destacar ningún atributo positivo de sí mismos en ninguna de las cartas magnas palestinas, tanto en Charter Nacional Palestino, enunciado por la OLP recién en 1968 (cuatro años después de fundada esta, la primera organización palestina de la historia, en 1964), como en la Carta Fundacional del Hamás de 1988.
Mientras los textos fundacionales palestinos se definen por la negativa y se explicitan en forma beligerante contra el Estado de Israel, el Movimiento Sionista tiene un carácter no antagónico, por y pro el pueblo judío, donde contempla desde su Declaración de Independencia “la igualdad de derechos para asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”. Hablamos de los textos fundamentales, documentos de primera mano sin interpretaciones.
Ya que en el presente texto optamos por no hacer un juicio de valor al pensamiento ideológico, vamos a los hechos, al eje histórico, para que no se tergiverse lo que pasó.
Para eso tenemos que desglosar el lema del concurso, “posters para Palestina”.
El poster
Vamos al “poster”. Ya desde la convocatoria el afiche está truchando al original. Porque el afiche “inspiracional” fue diseñado por Fransz Krausz en 1936 bajo el lema “Visite Palestina”, sin hacer referencia a ningún pueblo palestino, en ese entonces nadie se denominaba así, sino a la región que se encontraba bajo mandato británico, alentando al turismo y a la inmigración de judíos a su tierra ancestral, ya que fue diseñado para la Asociación de Turismo de la Tierra de Israel.
Krausz fundó la actual Asociación de Diseñadores Gráficos de Israel y entre sus diseños destacados está la vaca del chocolate Elite, el más característico de Israel.
La serie de posters de “Visite Palestina” fomentaba al turismo e inmigración judía tiene varias versiones, tanto la de Jerusalén en la que se reflejan el monte del Templo y el Domo de la Roca, como una con el lago Kineret. La referencia de Palestina era meramente jurisdiccional.
El diseño del poster “Visite Palestina” con Jerusalén de fondo, no fue un mero dibujo, sino que Krausz lo hizo sobre una foto tomada por Anni Sass, su esposa, por lo que cobra aún más valor histórico.
Este poster fue reeditado por el artista David Tartakover en 1995 en pleno apogeo el proceso de paz de Oslo como símbolo de optimismo y convivencia. Pero cuando las relaciones entre israelíes y palestinos se deterioraron producto de la segunda Intifada incitada por Arafat, en los territorios bajo su administración, se modificaron esos posters, violando derechos de autor, publicando una versión no autorizada, y tergiversando una creación para uso propagandístico.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Palestina?
En la web oficial de la sede diplomática palestina expresan que “en el aniversario de la Declaración Balfour –en la que el gobierno británico manifestaba su beneplácito para establecer en Palestina un hogar nacional judío” se lanza esta campaña. La cita es cierta, y no habla de quitarle territorio a nadie, ni hubo pueblo alguno fuera del judío que reclamó ese territorio para sí en ese momento, como lo anheló desde el comienzo de su historia.
Del mismo modo en que la última dictadura militar en Argentina prohibió el libro de física “La cuba electrolítica”, censurado solo porque contenía la palabra “cuba”, este atolondramiento de la ignorancia nos puede llevar a actuar antes que a leer. El término Palestina es como la saliva, todos la tenemos en la boca, pero no sabemos de dónde viene y qué significa.
La palabra “Palestina” hace referencia a los filisteos, pero los palestinos ni descienden ni nunca interactuaron con los filisteos, ¿cómo puede ser?
Etimológicamente, sobre el pueblo filisteo se le desconoce el nombre en su propio idioma. Los textos que registran su existencia son en hebreo (raíz P-L-SH) y su significado sería “Polshim” (los que invaden). De acuerdo a hallazgos arqueológicos, su origen data de la Grecia Micénica, de allí salieron y se establecieron en la costa mediterránea de la Tierra de Canaán. Allí vivieron, nunca en toda la tierra, sin llegar a varios puntos relevantes, sin pisar tampoco Jerusalén.
En el año 925 antes de la era común el Reino Unificado de Israel se dividió en dos: el de Judea, basado en la región homónima y conformado por las tribus de Judea y Benjamín, y el de Israel, compuesto por las diez tribus restantes. Éstas fueron conquistadas por los asirios en el 722 antes de la era común, y junto a ellas los filisteos también cayeron bajo domino asirio. Los asirios tenían como costumbre mezclar a los miembros de los pueblos conquistados para que se asimilen y evitar que se mantengan unidos. De allí surgió el término “las 10 tribus perdidas de Israel”, de las que se desconoce su paradero y los filisteos se asimilaron y desaparecieron como pueblo para siempre.
La región de Judea (nombre tomado de la tribu de Yehudá y de ahí deriva el término “judío”) siguió llamándose así a pesar de las conquistas babilónica, persa y helénica. Allí, también con Jerusalén como capital, gobernó el Reino Hasmoneo en el último período de independencia judía hasta el establecimiento del Estado de Israel.
Cuando los romanos conquistaron la Tierra de Israel, mantuvieron el nombre de Judea para la región, pasando a ser la provincia romana de Iudaea (en latín). Ese nombre perduró atravesando entre otros sucesos la vida de Jesús, la destrucción del Templo de Jerusalén y la revuelta de Masada.
Pero en el año 132, luego de falsas promesas para la reconstrucción del Templo de Jerusalén, el Emperador de Roma Adriano llama a Jerusalén “Colonia Aelia Capitolina” e inicia la construcción de templos politeístas allí. En respuesta a este hecho comienza una revuelta de los judíos de la zona, liderada por Shimon Bar Kojva. La misma duró tres años, y acabo con un triunfo romano y el sometimiento definitivo a los judíos. En el 135, a pesar del triunfo, en Roma estaban sorprendidos por el costo de dicha lucha por la que tuvo que enviar 13 legiones a Judea, ya que no pensaban que se podía quebrar la pax romana y la subsiguiente sacudida que le dieron los judíos. Debido a esto, como la región de Judea hacía referencia al pueblo judío, los romanos le cambiaron el nombre. Le pusieron Palestina a la región en recuerdo a los filisteos, que como ya no existían, nadie podía reclamar la tierra, y la provincia del Imperio fue Syria-Palaestina. Esa fue la primera denominación histórica con el término “Palestina”.
Pero el pueblo judío continuó su existencia y su único común denominador en la historia fue retornar a esa tierra.
Desde lo histórico, los judíos querían volver a Sión, monte de Jerusalén, ciudad capital que se encuentra en la autóctona Judea, nombre de la región que desde lo jurisdiccional lo llamaban Palestina, denominación impuesta por una potencia ocupante, y de ahí en adelante así lo llamaron los pueblos conquistadores. Con rigor histórico, Palestina fue romana, bizantina, cruzada, mameluca, otomana, británica, jordana, egipcia, pero nunca fue de los palestinos.
La Declaración Balfour a la que hacen referencia de la convocatoria del concurso fue en 1917, y no fue la única. En 1919 el Congreso General Sirio declara “pedimos que no exista separación alguna con la parte sur de Siria, conocida como Palestina, no en la zona litoral oeste, incluyendo al Líbano. Pretendemos que la unidad del país sea garantizada ante cualquier plan de partición”, o sea que desconocían a esa región como una entidad autónoma.
En 1920 se firma el Tratado de Sevres por el cual se le otorga a Gran Bretaña el mandato sobre Palestina, incluyendo ambas márgenes del río Jordán. Y la Sociedad de Las Naciones (antecesor de la ONU) le dio carácter al Mandato Británico sobre Palestina con “el objetivo de asegurar el establecimiento de un hogar nacional judío y asegurar los derechos de todos los habitantes de Palestina”.
Pero al año se produjo la primera partición de Palestina. Un corredor desértico que une el mandato británico de Palestina e Irak, pasa a llamarse en un principio Transjordania. La corona británica excluye, mediante un memorándum presentado a la Liga de las Naciones, a este territorio como parte de un futuro estado judío.
Y hubo una segunda partición. En 1923 las alturas del Golán son separadas del Mandato Británico sobre Palestina y entregadas al Mandato Francés sobre Siria.
La Organización para la Liberación de Palestina se creará recién en 1964 por Ahmed Sukeiri. El mapa que aparece en su escudo, es de una circunstancia política, que ese momento histórico se dio únicamente en el año 1923. Los mandatos británico y francés son los que le dieron forma a las aspiraciones y reclamos palestinos.
El estado judío continuaba construyéndose mientras los reclamos para el establecimiento de un estado palestino en el lugar eran nulos.
Las Naciones Unidas aprobaron la resolución 181 sobre la propuesta de la UNSCOP que instó la creación de un estado árabe y otro judío en el territorio del Mandato Británico sobre Palestina. Los judíos lo aceptaron, mientras que los países árabes decidieron pagarles un curso de natación a los hebreos. Querían tirarlos al mar.
En forma inaudita Israel ganó la guerra. Las regiones de Judea (incluyendo Jerusalén Oriental) y Samaria quedaron bajo dominio jordano, y la franja de Gaza a cargo de Egipto. Desde ese momento hasta 1967 cuando Israel ganó la Guerra de los Seis Días, no hubo reclamo alguno de las organizaciones palestinas para que se establezca un estado allí, ni siquiera tener una autonomía. Pero cuando esos territorios pasaron a manos de Israel, no les gustó y comenzaron a definirse por la negativa gracias ese disgusto.
Palestina es simpático, es friendly. ¿Qué es? No importa, está de moda.
Como una imagen vale más que mil palabras, conmueve más un poster para Palestina, que saber de qué se trata.
También son oportunos
Para no dejar ningún detalle librado al azar, coherentes con la misma lógica que tuvieron Argentina con el estado negacionista de Irán, sellando su memorándum de entendimiento el mismo Día Internacional del Holocausto, este concurso se cierra el 17 de marzo, coincidente con el 25° aniversario del atentado a la Embajada de Israel en Argentina.
Te matan y te rematan, que no queden dudas de la intención.
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