martes, 28 de febrero de 2017

Turquía, la pena de muerte y la UE

 

Bandera de Turquía.
El analista turco Murat Yetkin se refiere en este artículo a las consecuencias que tendría la reintroducción de la pena capital en Turquía para las relaciones del país euroasiático con la Unión Europea.
Reiterando su decisión de reimplantar la pena de muerte en Turquía, el presidente Erdogan dijo el pasado 24 de febrero que la aprobaría “si el Parlamento da su visto bueno (…), de lo contrario (…) someteremos este asunto a referéndum“.
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¿Es posible reinstaurar la pena de muerte y, al mismo tiempo, avanzar en la democracia y seguir desarrollando las relaciones con la UE? No lo creo.
¿Es posible para Turquía continuar sus relaciones con la UE como un país que ha recuperado la pena de muerte? Es bastante posible, aunque no [como miembro del] Consejo de Europa, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el sistema de la UE, puesto que la Unión Europea tiene relaciones con muchos países en Oriente Medio y Asia que incluyen la pena capital en su legislación.
Pero no sería lo mismo para Turquía y el pueblo turco.
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Quiero tener la esperanza de que esta retórica (…) es para retener a los votos nacionalistas disgustados en el campo del ‘sí”’ [a la reforma constitucional para convertir Turquía en un régimen presidencialista] hasta el referéndum del 16 de abril.
Reuven Berko reflexiona sobre la propuesta del ministro de Defensa israelí, Avigdor Lieberman, basada en un intercambio de territorio y población con los palestinos para alcanzar una paz duradera y las reacciones que suscita en el liderazgo político árabe-israelí.
Los representantes de la Lista Árabe Conjunta afirman que los árabes israelíes son parte del pueblo palestino ocupado, que viven en un Estado judío que los ha forzado a ello. En sus propias palabras, los sionistas están conspirando para expulsarlos de sus tierras en el marco de un ‘traslado’, por cuyo motivo las autoridades los definen como un enemigo al que aplicar discriminación, racismo y apartheid.
(…)
La propuesta de Lieberman de intercambio de tierra y población no es un traslado. Más bien es una oferta osada que ha sorprendido a los provocadores diputados árabes y dejado al descubierto su hipocresía, sus mentiras y su doble lenguaje. En esencia, Lieberman está dándoles lo que desean de corazón y les está ofreciendo ayudarles realmente a darse cuenta de los frutos de sus provocaciones: ¿tan mal os van las cosas aquí con nosotros? Pues sed parte de ‘Palestina’ con todas las consecuencias.
El ministro de Defensa está proponiendo esencialmente incorporar los principales bloques de asentamientos a Israel y, como compensación para los que se tienen a sí mismos por palestinos, (…) mover la valla fronteriza al oeste de los pueblos y localidades árabes que se sitúan en zonas adyacentes al futuro Estado palestino. ¿Qué podría ser más lógico? Esos árabes –junto con sus tierras, casas y bienes– se reunirían con una ‘Palestina’ independiente y se verían liberados de la ‘ocupación’.
No tan deprisa. Los diputados árabes y sus votantes no quieren ‘liberarse’ del ‘infierno’ israelí para entrar en el ‘jardín del Edén’ palestino, el Estado Islámico o cualquiera de los Estados islámicos criminales que nos rodean. Ellos prefieren vivir en Israel, calumniarlo y vivir a su costa.
Los analistas Richard Schifter y Eric Rozenman abogan por poner fin a la excepcionalidad de la Unrwa e incluirla dentro de Acnur, la institución dedicada de manera genérica a velar por los refugiados en todo el mundo.
A lo largo de los años, la Unrwa ha contribuido a prolongar el problema de los refugiados [palestinos], para cuya resolución fue creada. Burocracia autoperpetuada, la Unrwa funciona también como una agencia de colocación, con 30.000 empleados, la mayoría de ellos palestinos y algunos provenientes de grupos terroristas como Hamás. Se jacta de disponer de un presupuesto anual de 1.300 millones de dólares, del que los contribuyentes americanos proporcionan 400 millones.
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No hay duda de que la simple abolición de la Unrwa sobrecargaría a Jordania y la Autoridad Palestina con la responsabilidad de asistir a esas personas (…) Por eso, por razones políticas y humanitarias, sería apropiado que EEUU demandara que la Unrwa fuera incluida en la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) e insistiera en [que] sus 400 millones de dólares de asignación [fueran directamente a] ésta.
Además, EEUU debe exigir que los refugiados árabes palestinos sean tratados como cualquier otro grupo de desplazados. Ninguno de ellos puede transmitir la condición de refugiado –y el apoyo material, financiero y diplomático que implica– a las siguientes generaciones. Finalmente, EEUU tiene que insistir en que el bagaje antiisraelí y contrario a la paz de la Unrwa no se transmita a Acnur.

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