La rapidez con la que se le impartió injusticia a Robinson es aterradora.
Sin poder tener acceso a su propio abogado, fue juzgado sumariamente y sentenciado a pasar trece años entre rejas. Después fue trasladado al centro penitenciario de Hull.
Mientras, el juez que lo sentenciaba también ordenó a los medios británicos que no informaran sobre el caso.
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