jueves, 30 de mayo de 2019

Conferencia de un luchador del Irgun: un capítulo de mi libro La Gesta del Judío, 4,000 años de historia en 60 relatos.
Mi Enfoque # 714, mayo 8, 2019, por David Mandel

Buenas tardes. Quiero agradecer a los organizadores de esta conferencia por haberme invitado a hablarles de mis experiencias.
Me llamo Saúl Ben Amiram. No siempre fue ese mi nombre. Durante mis primeras cuatro décadas me llamaba Saúl Herzcovich. Cambié de Herzcovich a Ben Amiram cuando llegué a Israel en el año 1942, a la edad de cuarenta y cinco años.
Hoy, 29 de agosto de 1992, celebro dos aniversarios. Hace exactamente 50 años que llegué a Israel con las Fuerzas Armadas Polacas Libres. Y, hoy he cumplido 95 años de edad. El día de mi nacimiento, 29 de agosto de 1897, es una fecha histórica, no debido a mi cumpleaños, (aunque eso es lo que mis nietos dicen cuando me felicitan), sino al hecho de que en este mismo día, hace 95 años, Teodoro Herzl inauguró en Basilea el Primer Congreso Sionista.
Nací en Brest, ciudad situada hoy en Belarús, (país también llamado Bielorrusia). En 1897, el año de mi nacimiento, era parte del imperio ruso. En el año 1918 Brest estuvo bajo ocupación alemana. De 1918 a 1920 fue parte de Polonia. En 1920 la ciudad perteneció a la República Soviética de Belarús. De 1920 a 1939 nuevamente fue polaca. De 1939 a 1941 estuvo bajo ocupación de la Unión Soviética. De 1941 a 1944 Brest fue ocupada por los nazis. De 1944 a 1991 fue parte de la Unión Soviética. Desde 1991 pertenece a la república independiente de Belarús.
¿A quién pertenecerá mañana? Francamente, no me interesa. No guardo buenos recuerdos. Cuando estalló la guerra, los nazis invadieron Belarús en el año 1941. De los 900,000 judíos que vivían en el país, 800,000 incluyendo mis padres y hermanos, fueron enviados a los campos de exterminio o masacrados por los anti-semitas locales.
No sé la fecha de la muerte de mis padres y hermanos. No sé si fueron fusilados o si murieron en las cámaras de gas. Su recuerdo vive en mí, y todos los años, en el Día del Holocausto, rezo el kadish por ellos. Nunca los olvidaré y nunca perdonaré a sus asesinos.
¿Cómo me salvé yo? Cuando los nazis invadieron Polonia en setiembre de 1939, logré escapar a Vilna, la capital de Lituania. Pocos meses después, la NKVD (Seguridad del Estado de la Unión Soviética) me arrestó acusándome de actividades sionistas. Fui torturado, enjuiciado y condenado a cinco años de trabajos forzados en un campo de detención en Siberia. No cumplí toda la sentencia ya que, cuando Hitler, en junio de 1941, atacó por sorpresa a la Unión Soviética, los rusos me dejaron en libertad
Me enrolé en un regimiento llamado Ejército Libre de Polonia. Fuimos enviados al Medio Oriente, vía Persia, para ayudar a defender a los británicos contra las fuerzas del General Erwin Rommel que amenazaban conquistar Egipto y el canal de Suez. Al llegar a Tel Aviv, unos oficiales polacos que tenían simpatía a la causa sionista permitieron a los soldados judíos dejar el regimiento y permanecer en Israel.
Menajem Begin, si señores, el mismo Menajem Begin que luego fue Primer Ministro de Israel, llegó a Israel en el mismo batallón. Durante nuestro viaje tuve muchas ocasiones de conversar con él. Lo llegué a conocer muy bien, a apreciarlo, y, finalmente, a admirarlo. Teníamos mucho en común. Ambos habíamos nacido en Brest, ambos perdimos a nuestras familias, ambos huimos a Vilna, ambos fuimos enjuiciados por la policía soviética y condenados a trabajos forzosos, y, finalmente, ambos nos habíamos enrolado en el mismo regimiento. Pero, también teníamos diferencias. Begin había nacido en el año 1913, así que era 16 años menor que yo. Se había graduado de abogado en la Universidad de Varsovia, mientras que yo nunca logré estudiar en la universidad y me ganaba la vida como carpintero. Lo que más me impresionó de Begin fue el hecho de que había sido discípulo de Vladimir Jabotinsky, el fundador del Sionismo Revisionista y del movimiento juvenil sionista Betar. Begin también activó desde muy muchacho en el Betar, y luego fue nombrado jefe de esa organización, primero en Checoslovaquia y luego en Polonia.
Unos días después de haber dejado el regimiento me encontré por casualidad con Begin en la Avenida Allenby, en Tel Aviv. Me saludó efusivamente y me invitó a conversar con él en un bar cercano. Nos sentamos en una mesa cerca de la entrada, pidió dos cafés, y cuando el mozo se alejó, acercó su silla a la mía y me habló en voz muy baja.
—Sa­úl—me dijo—me alegro de haberte encontrado. Me he unido a un grupo de luchadores que consideran que la Haganah [la organización de defensa militar judía] no es suficientemente agresiva. Han formado una organización clandestina paramilitar, a la que llaman Irgún Zvai Leumi [Organización del Ejercito Nacional], para luchar contra la ocupación británica.
—Muchos judíos están luchando en el ejército británico contra los nazis. Me parece que tenemos que luchar al lado de ellos, no contra ellos—protesté.
— ¿Has escuchado lo que dijo David Ben Gurión respecto a Gran Bretaña y a la guerra contra los nazis? —me preguntó.
—Aún no he tenido oportunidad de conversar con gente. Me he pasado los días tratando de conseguir trabajo en alguna carpintería—admití.
—Yo no concuerdo con la línea política de Ben Gurión. Es demasiado socialista para mi gusto, pero estoy de acuerdo con lo que dijo: "Lucharemos contra el Libro Blanco como si no hubiese guerra, y lucharemos en la guerra como si no hubiese Libro Blanco".
— ¿Qué es el Libro Blanco?—le pregunté. Yo no tenía idea de lo que me estaba hablando.
—El Libro Blanco es un informe oficial emitido por Gran Bretaña en 1939 que limita la inmigración judía a Palestina a 15,000 personas anualmente durante cinco años, después de los cuales los árabes determinarán el número permitido de inmigrantes judíos. Es una violación del Mandato que Gran Bretaña recibió de la Liga de las Naciones para que la Tierra de Israel sea el hogar del pueblo judío. Los nazis están masacrando a los judíos en Europa, los judíos están desesperados por escapar, y Gran Bretaña les cierra las puertas de Palestina. ¿Puedes imaginar esa traición, esa maldad? Aunque a decir verdad, Gran Bretaña no es el único país que ha abandonado a los judíos. En el año 1938, cuando los judíos ya habían sido despojados de todos sus derechos por los nazis, se realizó una conferencia en Évian, Francia, para debatir cómo ayudar a los judíos. 32 países tomaron parte. A Golda Meir, la representante judía, le prohibieron participar en las discusiones. Sólo dos de los 32 países, Costa Rica y la Republica Dominicana, dijeron que estarían dispuestos a aceptar un puñado de refugiados. Ningún otro país se ofreció. Ni siquiera la gran democracia que es Estados Unidos. Esa indiferencia le ha dado a entender a Hitler que puede hacer lo que quiere con los judíos, y que al mundo no le importa—me explicó Begin.
La información que Begin me dio de la duplicidad de Gran Bretaña me indignó. Juré para mis adentros luchar contra esa política anti-judía.
—Cuenta conmigo Menajem—le dije con fervor.
—Me alegra mucho tu decisión. Somos pocos y necesitamos hombres como tú. Dime como comunicarme contigo y estaremos en contacto.
   Le di mi dirección y nos despedimos.
Tres días después me envió un mensaje invitándome a una reunión esa misma noche en un restaurante en el shuk HaCarmel. Éramos cerca de 100. Begin dio orden de cerrar la puerta y nos dirigió la palabra.
—Doy la bienvenida a todos los nuevos miembros del Etzel [acrónimo de las iniciales en hebreo del Irgún Zvai Leumi – Organización del Ejercito Nacional]. Tenemos tres principios básicos: El primero, todo judío tiene derecho a entrar a Palestina. El segundo, únicamente con represalias activas podremos disuadir a los árabes de luchar contra nosotros. El tercero, solo la resistencia armada judía puede asegurarnos un Estado judío.
El número de nuestros camaradas variaba entre algunos cientos a algunos miles. La mayoría de nosotros era gente ordinaria, artesanos o profesionales que, luego de cumplir nuestras misiones, regresábamos a nuestra vida normal. Teníamos talleres de fabricación de armas, campos de entrenamiento, y depósitos de armamentos. Nuestra disciplina era tan estricta como la de los mejores ejércitos del mundo, pero a pesar de eso había diferencias de opinión que ocasionaron que uno de los dirigentes, Yair Stern, se separase del Irgún para formar su propia organización clandestina a la que llamó Lehi, [acrónimo de las iniciales en hebreo de Lojamei Herut Israel – Combatientes por la Independencia de Israel] 
Begin, buscado por la policía británica, vivía en la clandestinidad, cambiando frecuentemente de casa o de hotel, a veces disfrazado de judío ultra-ortodoxo.
Durante la Segunda Guerra Mundial muchos miembros del Irgún se enrolaron en el ejército británico para luchar contra los nazis, tanto en Europa como en Siria y en el Líbano. El 1 de febrero de 1944 proclamamos la rebelión contra Gran Bretaña por su política que limitaba drásticamente la inmigración judía. En ese momento éramos mil combatientes en el Irgún. Teníamos solo 40 rifles, 60 pistolas, 4 ametralladores y 150 granadas. Los británicos capturaron a varios dirigentes del Irgún y los enviaron a campos de prisioneros en Eritrea, África.
En el año 1946, un comité anglo-americano recomendó que se permitiese de inmediato la entrada de 100,000 judíos sobrevivientes del Holocausto a Palestina. Los británicos se negaron. En julio pusimos una bomba en el Hotel King David, donde estaban las oficinas de las autoridades británicas. Begin me encargó que llamase por teléfono al hotel para avisar que habíamos colocado una bomba, y que debían evacuar de inmediato. No me hicieron caso. Creyeron que era una broma. La bomba estalló y murieron 91 personas, entre ellos 17 judíos. Hasta hoy tengo pesadillas en las que sueño que estoy telefoneando repetidamente al hotel, tratando sin éxito de convencerlos a que evacuen.
En octubre pusimos una bomba en la Embajada Británica en Roma, que era el centro de las acciones británicas para impedir que judíos inmigrasen de Europa a Palestina. En diciembre un miembro del Irgún fue condenado a 18 años de prisión. Previamente recibieron 18 latigazos. Esto nos causó una gran indignación. Secuestramos varios oficiales británicos y los azotamos en  público. Los británicos nunca volvieron a azotar a nuestros camaradas.
Los británicos tenían 20,000 soldados en Palestina, pero esa desproporción de fuerzas no nos impidió atacar 18 campamentos militares durante febrero y marzo de 1947. En el mes de abril de 1947 los británicos colgaron en la horca a cuatro de nuestros miembros que murieron cantando Hatikva. Veintitrés de nuestros hombres atacaron la fortaleza de Acre el 4 de mayo y liberaron a cuarenta y un presos. Algunos de ellos fueron recapturados y otros murieron cuando trataban de escapar. Tres de nuestros combatientes fueron capturados y condenados a muerte. Nosotros capturamos a dos sargentos británicos para canjearlos, pero cuando los británicos colgaron a nuestros tres camaradas, nosotros colgamos a los dos sargentos.
Gran Bretaña se dio por vencida y anunció que se retiraría de Palestina. El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó a favor de terminar el mandato británico y establecer dos Estados, uno judío y otro árabe. Recuerdo que estábamos todos pegados al radio. Tan pronto terminó la votación salimos a las calles a cantar y a bailar. Gracias a Dios, las Naciones Unidas en el año 1947 no estaban obsesionadas contra Israel, como lo están ahora. Hoy, la Asamblea General de las Naciones Unidas nunca habría aprobado que los judíos tuviesen un Estado.
El día siguiente los árabes locales empezaron a atacar a los barrios judíos. Nosotros respondimos a los ataques. El 9 de abril de 1948 atacamos un pueblo árabe llamado Deir Yassin. Hubo una violenta batalla. Cinco de nuestros combatientes murieron y cuarenta fueron heridos. En el lado árabe murieron entre cien a ciento veinte. De allí nació la leyenda de que habíamos realizado una masacre en Deir Yassin, cuando en realidad fue una batalla con luchas de casa a casa.
El 25 de abril seiscientos combatientes del Irgún capturaron Jaffa, desde donde los árabes amenazaban a la vecina ciudad de Tel Aviv. Los británicos trataron de recapturar Jaffa con tanques, pero se tuvieron que retirar ante la resistencia de combatientes del Irgún que se arrastraban bajo los tanques y los volaban con dinamita. Fue la primera vez que el Irgún se enfrentó abiertamente contra el ejército británico y lo derrotó. 65,000 árabes de los 70,000 que vivían en Jaffa huyeron. La batalla le costó al Irgún cuarenta y dos combatientes muertos y cuatrocientos heridos.
El 14 de mayo de 1948 Ben Gurión proclamó la independencia de Israel. El 15 de mayo los ejércitos de los países árabes, (Egipto, Jordania, Irak, Siria, Líbano y Arabia Saudita) invadieron Israel con el propósito de masacrar a los 600,000 judíos, hombres, mujeres y niños que conformaban la población judía del nuevo Estado.
Dos semanas después Begin firmó un acuerdo para que los combatientes del Irgún se integrasen al Ejército de Defensa de Israel. Una de las cláusulas del acuerdo establecía que el Irgún debía cesar de importar armas unilateralmente. El 20 de junio llegó el barco Altalena a las costas de Israel. Venía cargado de armas que los representantes del Irgún habían comprado. Ben Gurión exigió que todas las armas debían ser entregadas al ejército.
El barco llegó a Kfar Vitkin donde Begin y otros subieron a bordo, y, de allí, procedió hacia Tel Aviv. Ben Gurión ordenó a un joven oficial llamado Yitzhak Rabin, (así es, el mismo que fue décadas después, primer ministro de Israel) que estaba a cargo de los soldados en la playa, que dispare contra el Altalena. El barco se incendió. Murieron dieciséis combatientes del Irgún y tres soldados. Doscientos combatientes del Irgún fueron arrestados y liberados pocas semanas después. Begin rehusó luchar diciendo "Yo nunca provocaré una guerra civil entre judíos".
El Irgún se integró al ejército, y Begin creó un partido político llamado Herut que estuvo en la oposición durante ocho elecciones consecutivas. En 1977, finalmente, Begin ganó las elecciones y fue nombrado Primer Ministro. Sus principales logros fueron firmar un Tratado de Paz con Egipto, por el cual compartió el Premio Nobel de Paz con Anwar Sadat, y bombardear las instalaciones atómicas de Saddam Hussein, por lo cual fue muy criticado en ese momento pero hoy, cuando el mundo sabe de lo que se salvó, deberían hacerle una estatua.
En el año 1982 Israel se vio envuelto en un conflicto con el Líbano, en el cual murieron muchos soldados. En noviembre de ese año murió Aliza, la esposa de Begin. Esto le causó a Begin una fuerte depresión. En octubre de 1983, Begin renunció a su puesto de primer ministro y se retiró de la política. Murió el 9 de marzo de 1992.
Respecto a mí, después que se firmó el armisticio en 1949 con los países árabes vecinos, conseguí un puesto en el Ministerio de Vivienda, a cargo de la maabará de Or Yehuda. Hoy, Or Yehuda es una ciudad floreciente, y es muy probable que muchos no sepan lo que era unamaabará. Explicaré.
Cientos de miles de judíos que, durante siglos, antes aún de que los árabes conquistasen el Medio Oriente, vivían en Irak, Egipto, Irán, Siria, Yemen, Libia, Túnez, tuvieron que escapar o fueron expulsados. Les expropiaron su dinero y sus propiedades. Llegaron a Israel sin un centavo. Israel era muy pobre y lo único que se les pudo dar fueron viviendas temporales de lata o carpas de lona. Las maabarot llegaron en un momento a tener una población de 220,000 personas. Las condiciones de vida eran muy duras. En Or Yehuda, por ejemplo, había una ducha para cada trescientos cincuenta personas y un inodoro para cada cincuenta y seis.
A diferencia de los países árabes que hasta hoy mantienen a los descendientes de los refugiados árabes de 1948 en míseros campos, el gobierno israelí hizo los máximos esfuerzos para absorber a los refugiados. Yo estoy orgulloso de mi parte en ese esfuerzo ya que logré cerrar la última maabará en 1963. Hoy, los descendientes de los refugiados judíos son prósperos hombres de negocios, médicos, abogados, políticos, militares de alto rango.
Personalmente, yo tengo que agradecer a la maabará el hecho de haber conocido allí a Jana, mi esposa aquí presente, madre de mis cuatro hijos y abuela de mis quince nietos. Ella y Ariel, su hermano menor, llegaron con sus padres de Irak en el año 1950. La ropa que traían puesta era lo único que los árabes les permitieron sacar de Irak. Yo era un solterón de 53 años, ella era una joven de 23, pero, queridos amigos, cuando hay amor la diferencia en edades no cuenta. Su hermano Ariel tenía 15 años. Era tan travieso que yo lo llamaba vilde jaye ["salvaje" en yiddish]. Hoy, mi cuñado es dueño de una importante fábrica metalúrgica, pero, bromeando, le sigo llamando vilde jaye.  A Jana, su hermana yo la llamaba, y la sigo llamando, a mejaye ["un encanto" en yiddish].
Después de cerrar la última maabará salí del Ministerio y abrí una carpintería. No me ha ido tan mal. En mi fábrica de muebles trabajan ciento cincuenta personas y tengo establecimientos de venta en todas las ciudades de Israel.
Y, con esto doy por terminada mi conferencia. Muchísimas gracias por escucharme. ¿Alguien quisiera hacer alguna pregunta?

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