martes, 28 de mayo de 2019

Contextos

Israel, la última prioridad para los judíos norteamericanos

Por Jonathan S. Tobin 

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"La encuesta vuelve a dejar de manifiesto que nada que pueda hacer Trump en relación a Israel influirá en la percepción que de él tienen los votantes judíos. De hecho, las cifras de apoyo o rechazo al republicano son casi idénticas a las registradas en las presidenciales de 2016, cuando el 70% de la comunidad apoyó a Hillary Clinton"
El presidente de EEUU, Donald Trump, no debería tomarse muy a pecho la indiferencia hacia sus políticas proisraelíes que revelan los votantes judíos.
Greenberg Research ha elaborado una encuesta para el Jewish Electoral Institute que nos dice un montón de cosas que ya sabíamos. Así, una vasta mayoría de los votantes judíos se identifica como demócrata y, cuando se les compara con otros americanos, los judíos son desproporcionadamente progresistas. Verdaderamente, a los judíos no les gusta Trump: un 71% desaprueba su gestión y sólo un 29% la aprueba.
Esos datos podrían chocar a Trump y a otros republicanos, habida cuenta de que, bajo cualquier parámetro objetivo, Trump está siendo el más proisraelí de los presidentes norteamericanos, como ha quedado demostrado con sus políticas sobre Jerusalén, el traslado de la embajada, los Altos del Golán, Irán y los palestinos.
Pero si hay un dato de interés en esa encuesta es el de que sólo un 28% de los judíos consultados dijeron que el apoyo a Israel era uno de los asuntos más importantes a la hora de determinar su voto, a la cola de una lista en la que se les citaba la preocupación por la Seguridad Social y elMedicare (primera prioridad), la sanidad, el control de armas, el aborto, la Corte Suprema, la educación, los impuestos y la inmigración, entre otros. Como decía el resumen ejecutivo de la encuesta, “Israel es la última prioridad de los votantes judíos”.
Greenberg Research es una encuestadora demócrata progresista. Su tendenciosidad queda reflejada en el vocabulario empleado en algunas de las preguntas y en que preguntó por “los supremacistas blancos y la extrema derecha” pero no sobre el antisemitismo de izquierdas. Aun así, los resultados parecen reflejar la realidad de un voto en bloque que sigue firmemente alineado con los demócratas.
Que sólo los judíos ortodoxos y políticamente conservadores consideren a Israel una prioridad no es ninguna novedad. Por otro lado, la encuesta vuelve a dejar de manifiesto que nada que pueda hacer Trump en relación a Israel influirá en la percepción que de él tienen los votantes judíos. De hecho, las cifras de apoyo o rechazo al republicano son casi idénticas a las registradas en las presidenciales de 2016, cuando el 70% de la comunidad apoyó a Hillary Clinton.
El nivel de sectarismo y animadversión al presidente se refleja también en la visión que tienen los judíos del antisemitismo y la seguridad de su comunidad. Los tiroteos de Pittsburgh y Poway son la razón por la que el 73% de los  judíos encuestados dijeron sentirse menos seguros que hace dos años. Pero un alucinante 59% se mostró de acuerdo con la pregunta formulada por Greenberg sobre si Trump fue “al menos parcialmente responsable” de dichos atentados. Cuando se les ofreció una pluralidad de factores que pudiesen explicar los ataques a los judíos, la respuesta más popular fue “El presidente Trump alienta a los extremistas de ultraderecha a cometer actos violentos”. Y cuando se les preguntó por la mejor manera de reforzar la seguridad de los judíos, un 39% respondió que derrotar a Trump. En cambio, sólo un 12% pensó en dotar de “seguridad armada” a las sinagogas y las instituciones judías.
Trump es un líder con sus defectos, es responsable de contribuir a achabacanar nuestro discurso público y mantiene ideas en cuestiones como la inmigración que la mayoría de los judíos aborrece. Pero la idea de que está incitando a quienes cometen actos violentos contra sinagogas no resiste el menor escrutinio, sobre todo cuando se tiene en cuenta que los atacantes rechazan contundentemente a Trump justo porque le consideran demasiado amigo de los judíos. La idea de que el antisemitismo estaba de alguna manera en estado de letargo hasta enero de 2017 y de que sustituir a la Administración más proisraelí de la Historia por una del partido dispuesto a tolerar a antisemitas y defensoras del BDS como las congresistas Ilhan Omar y Rashida Tlaib hará que los judíos estén más seguros desafía los límites de la credulidad.
En una época de sectarismo casi inaudito, en la que los americanos ven a quienes tienen otras ideas políticas con la clase de suspicacia que se reservaba antaño a los fieles de otros credos religiosos, diríase que los judíos –que, junto con los afroamericanos, se cuentan entre los más inveterados seguidores del Partido Demócrata– también están dispuestos a pensar lo peor de quienes se encuentran al otro lado del espectro político. Lo cual no da a Trump ni a los republicanos demasiadas razones para el optimismo con lo que respecta al 2020 en una comunidad judía que parece suscribir aquello de “Todo el que me cae mal es Hitler”.
Aun así, hay un atisbo de esperanza futura para los republicanos. En el resumen ejecutivo de Greenberg se dice que, como otros votantes jóvenes, los millennials judíos tienden a ser culturalmente progresistas. En otras comunidades, los votantes mayores son más conservadores e inclinados a votar a Trump. Ahora bien, entre los judíos se produce el fenómeno contrario: incluso entre los no ortodoxos, los judíos más mayores son más contrarios al presidente que los jóvenes. Los niveles de apoyo a Trump entre los millennials judíos y otros treintañeros son significativamente mayores que entre los mayores, aun cuando los pro Trump entre aquéllos sean también una clara minoría.
Cuando se tiene en cuenta que la única rama judía que crece en términos demográficos es la ortodoxa –que apoya mayoritariamente a Trump–, y que la población no ortodoxa está en declive, se concluye que puede que la hegemonía demócrata entre los judíos decaiga en las próximas generaciones.
Sea como fuere, todo aquel que se pregunte por qué la tolerancia demócrata a albergar en sus filas a Omar y a Tlaib no ha molestado a los judíos no necesita ahondar en los datos de Greenberg para saber más acerca de las prioridades judías. Cuando Israel no lo es, no debería sorprender la disposición de tantos judíos a creer en acusaciones infundadas sobre el antisemitismo de Trump y a mostrarse indiferentes a sus políticas sobre Oriente Medio.
© Versión original (en inglés): JNS© Versión en español: Revista El Medio

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