martes, 29 de noviembre de 2016




Sefaradíes, los judíos del Mizraj, una parte olvidada de la ecuación del refugiado – Por Lior Haiat y Henry Green



Durante siglos, los judíos coexistieron en su mayor parte pacíficamente con sus diversos vecinos en el norte de África y el Medio Oriente. Las comunidades judías prosperaron desde el Océano Atlántico hasta los ríos Tigris y Éufrates, desde Casablanca hasta Alejandría y Bagdad.
En la actualidad, todos ellos han sido prácticamente llevados a la extinción. En una generación, de 1948 a 1973, casi 1 millón de personas fueron desplazadas, muchas de las cuales se convirtieron en refugiados.
A raíz del Holocausto, del establecimiento del Estado de Israel y del surgimiento del nacionalismo árabe, los judíos sefaradíes/mizrajim del norte de África y Oriente Medio fueron sometidos cada vez más a pogromos, disturbios, arrestos y detenciones. Fueron atrapados entre los colonizadores y los colonizados. Pero a diferencia de otros grupos étnicos, los judíos eran vistos como una “quinta columna”. Los judíos fueron despojados de su ciudadanía, sus pertenencias y sus medios de subsistencia. La vida comunal estaba restringida, las escuelas y sinagogas confiscadas y los cementerios destruidos es pos de la “renovación urbana”. En 1969, durante el régimen de Saddam Hussein, judíos inocentes fueron usados como chivos expiatorios acusados de ser espías israelíes y ahorcados en una plaza pública.
Casi la mitad de los desplazados emigraron a Israel, cerca de un cuarto a Europa y el resto a las Américas. Muchos experimentaron varios exilios. Por ejemplo, la familia Garazi, temiendo las crecientes simpatías antijudías tras la caída del Imperio Otomano, viajó de Alepo a La Habana y luego a Miami después del golpe de Castro en 1961. Cuando se le preguntó a Solomon Garazi si sus raíces todavía jugaban un papel significativo respondió: “Es lo que soy: un orgulloso judío de Alepo que dejó su corazón en La Habana para volver al exilio, para ser libre y así seguir cultivando mi herencia sefaradí”.
La familia Diaine huyó de Argel durante la Revolución Argelina en 1962 y emigró a París, para luego irse a Miami con miedo al creciente antisemitismo antes de la masacre de Charlie Hebdo. “La sensación es que hay algo malo sucediendo en Europa”, dijo Elisa Diaine. “La extrema derecha está en aumento y, desafortunadamente, los primeros en ser los chivos expiatorios son siempre los judíos”.
Hoy en día, el sur de la Florida alberga a miles de judíos sefardíes y musulmanes de origen medio-oriental y norteafricano. Es un crisol de comunidades y multiculturalismo, un refugio para los refugiados de todas las naciones y etnias.
La historia del “éxodo olvidado”, refugiados judíos de países árabes y musulmanes, nunca ha sido parte de la discusión durante los encuentros palestino-israelíes y árabe-israelíes por la paz. Con cada intento de reescribir la historia, las voces de estos refugiados judíos se debilitan, a medida que los testigos pasan y las agencias de derechos humanos los excluyen de la ecuación de la justicia.
En un intento de corregir la narrativa y reconocer a esos refugiados como parte del conflicto, el 23 de junio de 2014, el Parlamento israelí (Knesset) aprobó una histórica ley que designa el 30 de noviembre como el Día de los Refugiados Judíos. Trae la conciencia éste, el éxodo olvidado, y la historia de la región pasando por el reconocimiento que había dos poblaciones desplazadas, la palestina y la judías. Ambos fueron considerados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) como refugiados de “buena fe”.
Irwin Cotler, ex ministro de Justicia de Canadá, ha pedido que se rectifique esta injusticia: “Cuando no hay recuerdo, no hay verdad; Donde no hay verdad, no habrá justicia; Donde no hay justicia, no habrá reconciliación; Y donde no hay reconciliación, no habrá paz”.
Honrar a estos refugiados judíos olvidados, esperamos, no sólo elevará a la conciencia la narrativa histórica de Oriente Medio sino también estimulará a aquellos que buscan la paz y la justicia.

Lior Haiat es Cónsul General de Israel en Miami y Henry Green es Profesor de estudios religiosos en la Universidad de Miami y Director de Sephardi Voices, www.sephardivoices.com, un proyecto que invita a los exiliados a contar sus historias.
Publicado en http://www.miamiherald.com/opinion/op-ed/article117618183.html

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