martes, 29 de noviembre de 2016

El 'putsch' de Erdogan

 

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.
El escritor, periodista y rabino Allen S. Maller traza en esta entrada de su blog del Times of Israelun paralelismo entre las batidas represivas perpetradas por los nazis ya en el año 1933 con lo que está sucediendo en Turquía tras la intentona del pasado 15 de julio.
Erdogan no es Hitler y Turquía no es Alemania, pero se puede aprender mucho del pasado sobre los peligros de la represión contragolpista contra críticos y opositores.
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Las cosas no están tan mal como en Alemania en 1933, pero siguen estando mal.
El día después del intento de golpe, los rectores de 1.577 universidades fueron obligados a dimitir. Unos 200.000 estudiantes fueron dejados en un limbo académico tras el cierre de 15 universidades y 1.043 escuelas privadas vinculadas al imán Fethullah Gülen, a quien Erdogan y el Gobierno turco culpan por la intentona fracasada.
El veterano periodista iraní Amir Taheri critica al flamante candidato de la derecha francesa por su enfoque del conflicto sirio, signado por el acercamiento al dictador Bashar al Asad.
El primer conjunto de razones [esgrimidas por Fillon] tiene que ver con el realismo político. Si nos gusta o no Asad es algo que carece de importancia; después de todo, las democracias occidentales aceptaron a Stalin como aliado contra el mal mayor que representaba Adolf Hitler. Así que si las democracias quieren derrotar y destruir al ISIS (Daesh en árabe), necesitan las fuerzas de Asad como aliado [viene a decir Fillon].
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Asad no es Stalin.
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En 1941, la aplastante mayoría de los ciudadanos soviéticos se preparó para combatir al lado de Stalin contra el invasor extranjero. En Siria, hoy, Asad está luchando contra la mayoría del pueblo sirio. Casi la mitad de la población se ha convertido en refugiada o desplazada, lo que demuestra que una mayoría no quiere combatir por Asad.
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En todo caso, Asad y sus patrocinadores iraníes y rusos no están luchando contra el ISIS sino centrándose en destruir a los oponentes al régimen ajenos al ISIS. Putin y Asad están masacrando a la población desarmada de Alepo, no a los hombres armados del sedicente califato.
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Hoy en día, en Siria, Asad no puede generar más que muerte y desolación.
Querido François, estás equivocado sobre Siria.
Para salvar a Siria de nuevas tragedias y salvar a la Humanidad de la mayor de las vergüenzas, Asad tiene que marcharse.
María Dubovikova, presidencia del International Middle Eastern Studies Club, pasa revista a la mejora de la economía egipcia y a la creciente paz social tras la expulsión del Gobierno de los Hermanos Musulmanes. No obstante, advierte, la indefinición en política exterior puede traer a El Cairo graves problemas, también en clave interna.
La inarticulada política exterior de Egipto deja demasiado espacio a interpretaciones que podrían ser perjudiciales. El deseo egipcio de una solución política en Siria da lugar a más preguntas que respuestas.
No tener un discurso clara sobre cualquier asunto de política exterior puede ser malo y bueno al mismo tiempo. La razón es clara: Egipto está intentando sentarse en todas las sillas al mismo tiempo sin fijar una posición.
Egipto tiene una oportunidad para conseguir la recuperación económica y social. Sin embargo, todo depende más que nunca de lo que haga más allá de sus fronteras. El Cairo necesita aprender a articular sus intenciones, incluso las superficiales. Si no, se verá perjudicado por el poder de las conjeturas.

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