UNA EUROPA INDIGNA Y TRASTORNADA
Lo tienen todo: un paraíso impúdico y obsceno aguardándolos, con mujeres vírgenes a su servicio.
Vaya paraíso espiritual…
Líderes religiosos que los alientan, los incitan y los alaban.
Sus hermanos que los consideran héroes, y que nombran a escuelas y plazas con sus nombres de “superhombres”.
Dinero sin fin que llega “escondido”, a la vista de todos, para sus familias y comunidades.
E incluso tienen una ideología religiosa clara y transparente, que reciben desde la más temprana edad: su misión en la vida es asesinar a todos los blasfemos, es decir, a todos aquellos que no somos islamistas.
Cuidado: y tal como “ellos” consideran que debe ejercerse su religión amante de la sangre.
Y el círculo se cierra perfectamente: y si en el intento, son asesinados, pues mucho mejor, ya que tienen abierta la puerta de su asqueroso paraíso.
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Esta gente vive entre nosotros, e incluso los gobiernos más “humanos” y “avanzados” del mundo, se enorgullecen de recibirlos en masa.
Son gobiernos “humanistas”, evidentemente, que lo único que no cuidan es a su propia gente.
¡Un pequeño detalle!
Porque a la verdad hay que decirla: “no todos son terroristas”: no, claro, no todos… Pero “casi” todos los terroristas son islámicos.
Casualidad, tal vez…
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No, bobo, no soy de la idea de “matar a todos”, porque ese pensamiento me transformaría en uno de ellos.
Pero tampoco soy de la idea de convivir con ellos y cruzármelos por las calles, los centros comerciales y los aeropuertos.
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Si les propones acuerdos de paz, te dirán que sí.
Si les propones tierras, te dirán también que sí.
Si les propones apoyo político, te lo aceptarán con todo gusto.
Y cuando puedan, en la primera oportunidad que tengan, te cortarán la cabeza.
No, perdón, no todos… casi todos.
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No somos nosotros, simples habitantes del planeta, quienes podemos detener esta locura.
Pero sí somos nosotros quienes, con nuestros votos, debemos elegir a líderes responsables, preocupados y ocupados de combatir a esta gente que busca matarnos a todos, para su alegría y regocijo.
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Los problemas climáticos son fundamentales; los económicos aún más; la pobreza, el hambre, la falta de educación, etc.
Y los resultados deportivos deben ser difundidos ya y ahora.
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Pero esta gente nos espera a la vuelta de la esquina, para degollar a nuestros hijos, a nuestros padres y a todos nosotros.
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¿Realmente no lo entienden?
¿O ustedes también prefieren hablar de otros temas, hasta que les llegue el turno?
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