domingo, 13 de agosto de 2017

SALVO QUE
Antes de llegar a este mundo, antes de ser concebido y de nacer, nadie te había puesto un nombre, ni determinado a quién te parecías y a quién no.
Antes de partir de este mundo, nadie realmente se detendrá en las letras o el significado de tu nombre, ni tampoco en los últimos gestos de tu rostro.
*
Antes de llegar a este mundo, antes de ser concebido y de nacer, nadie pensaba si serías hombre o mujer.
Antes de partir de este mundo, nadie realmente se detendrá a pensar si eres hombre o mujer.
*
Desde que eres concebido y más precisamente desde que naces, los hombres que te rodean determinarán parámetros y tendencias que marcarán tu vida.
Esos parámetros serán los barrotes de tu cárcel mientras vivas.
*
Pero tú no estás condenado a vivir dentro de esa celda.
Podrás elegir incluso un nuevo nombre, decidir ejercer tu más íntima identidad y tus creencias, escoger con quién y cómo vivir tu vida.
Elige, determina, establece, defiende tus límites, tus ideas, tus gustos, tu vocación….
*
Pero jamás te olvides que los hijos de tus nietos, te habrán olvidado por completo.
No recordarán ni tu nombre, ni tus gestos, ni tu sexo, ni tus ideas, ni tus gustos…
Tal vez, sólo tal vez, tu nombre aparezca en algún árbol genealógico.
*
La Vida: ese devenir entre “no sé quién eres”, a “no me acuerdo quién eras”.
El resto es barullo, ruido, negación y vanidad.
*
Eso es un hombre, y nada más que eso.
Salvo que.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.