Este niño encantador se decepcionó mucho cuando se enteró de que su rabino, con quien estudió durante tanto tiempo para su bar mitzva, había sido reclutado en las reservas, y no podría estar con él en ese emblemático día para cada niño judío.
La guerra cambió los planes de todos.
Hasta el último momento, el chico pensó que tendría que conformarse con un reemplazo.
Sin embargo, el rabino pidió
un permiso especial de su comandante, el cual le fue concedido, e hizo autostop hasta Netanya, adonde llegó polvoriento, vestido de uniforme, le dio un abrazo al chico, y lo condujo a la Torá.
No quedó ningun ojo seco en la sinagoga.
Good news People.
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