domingo, 30 de marzo de 2025

DEL JCSFA

 ISRAEL DEBE NEUTRALIZAR A LOS TERRORISTAS—NO EXILIARLOS EN EL EXTRANJERO


Por Oded Ailam
Marzo 24, 2025
traducida por Marcela Lubczanski
El exilio de los agentes terroristas es percibido a menudo como una medida estratégica eficaz: los saca de territorio conocido, interrumpe el su control organizacional, y sirve como un disuasorio poderoso. En la cultura palestina, la conexión con la tierra es considerada sagrada—”Toma a mis hijas, toma mi casa, pero no tomes mi tierra.” Por lo tanto, el exilio de la patria es visto como un castigo particularmente serio. Sin embargo, en realidad, este enfoque a menudo resulta ser una espada de doble filo que pone en peligro los intereses de seguridad de Israel. En lugar de neutralizar a los terroristas, su exilio los ayuda a volverse más fuertes.
Las estadísticas son inequívocas: el 82% de los prisioneros de seguridad liberados retornan al terrorismo, ya sea en Judea y Samaria o fuera de Israel. Los deportados al exterior no desaparecen de la ecuación: al contrario, encuentran refugio en países hostiles que les proporcionan simpatía, apoyo, y movilidad irrestricta. Una vez establecidos, ellos forjan conexiones con entidades tales como Irán, el cual los ve como activos estratégicos para reconstruir redes terroristas destruidas y expandir la influencia regional. 
Israel no puede permitirse ignorar esta amenaza. Hamas e Irán ahora están enfocando sus esfuerzos operativos sobre Judea y Samaria, convirtiendo a los agentes exiliados en candidatos principales para la actividad terrorista renovada. Muchos de ellos encontrarán su camino a países como Catar, Turquía, Argelia, y Túnez, donde serán recibidos con los brazos abiertos, se integrarán en redes terroristas existentes, y, libres de la persecución, obtendrán nuevas perspectivas, estrategias y alianzas. Ismail Haniyeh, por ejemplo, fue deportado a Marj al-Zuhur en 1992 pero más tarde regresó como un líder de alto rango de Hamas. Las deportaciones de Ayman al-Zawahiri y Osama bin Laden sólo alimentaron el ascenso de al-Qaeda. De igual manera, el líder de alto rango de Hamas, Saleh al-Arouri, operando desde Líbano y Turquía, se las arregló para orquestar ataques terroristas en Judea y Samaria desde lejos.
En el actual clima geopolítico, Israel tiene una ventana de oportunidad significativa en su lucha contra el terrorismo. El retorno del presidente estadounidense Donald Trump a la Casa Blanca y su fuerte respaldo a Israel, junto con el foco hacia adentro de Europa debido a amenazas de la Rusia de Putin, permiten a Israel intensificar sus políticas antiterroristas sin enfrentar seria condena internacional. Mientras Europa está preocupada con sus crisis de seguridad, la capacidad de Israel de actuar con mayor libertad operativa aumenta, permitiéndole elevar sus medidas contraterroristas a nuevos niveles.

El Reto Legal de Exiliar Terroristas
Desde un punto de vista legal, sin embargo, el exilio de los terroristas presenta retos significativos. La Cuarta Convención de Ginebra prohibe la transferencia de poblaciones, incluida la deportación de prisioneros. Muchos países ven esto como una violación del derecho internacional, y los tribunales internacionales han fallado previamente contra los estados que expulsaron individuos por razones políticas o de seguridad. Por ejemplo, Estados Unidos transfirió detenidos de Bahía Guantánamo a terceros países, pero algunos reanudaron las actividades terroristas. Gran Bretaña intentó deportar al clérigo radical Abu Qatada a Jordania, pero la Corte Europea de Derechos Humanos lo impidió debido a inquietudes por la tortura. De forma similar, Francia expulsó a activistas islámicos al Norte de Africa, sólo para descubrir que algunos continuaron dirigiendo redes terroristas desde allí. La conclusión es clara: deportar a los terroristas no elimina el problema—lo relocaliza meramente.
El problema es exacerbado más por el hecho que los países que reciben a estos terroristas están a menudo en regiones donde el alcance operativo de Israel es limitado—ya sea debido a la distancia geográfica, restricciones diplomáticas, o retos logísticos. En contraste, los prisioneros de seguridad liberados en Judea y Samaria permanecen bajo estrecha vigilancia israelí. Esto permite a Israel monitorear sus actividades, reclutar informantes, y llevar a cabo arrestos inmediatos cuando es necesario. Su proximidad física también permite medidas contraterroristas selectivas en caso que ellos retornen a las actividades terroristas—algo mucho más desafiante cuando están en un país extranjero.

Un Cambio de la Prevención a la Eliminación Preventiva
Israel debe abandonar la política de puerta giratoria de arresto-liberación-vuelta al arresto y transición de una estrategia preventiva a una estrategia de eliminación preventiva. Cualquier prisionero de seguridad liberado debe ser marcado para eliminación selectiva. Más allá de eso, Israel debería quitar las restricciones sobre definir objetivos de alto valor para que incluso los agentes de rango bajo que regresan a las actividades terroristas sean estimados blancos legítimos.
El mensaje debe ser inequívoco: la liberación de la prisión no es un pase libre para continuar el terrorismo. Un enfoque más agresivo, basado en operaciones proactivas, inteligencia precisa, y fuerza militar intransigente, impedirá que los terroristas reanuden sus actividades en el futuro y garantizará mayor seguridad para los ciudadanos israelíes. 

Oded Ailam es un ex director de la División Contraterrorista en el Mossad y es actuamente un investigador en el Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs (JCFA).

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