Israel transmitió ayer un claro gesto de aprecio a España cuando concedió al Rey el lugar de máximo honor en el funeral por el que fue su noveno presidente, Simon Peres. A las exequias en Jerusalén asistieron 24 jefes de Estados y diez de Gobierno, pero Don Felipe recibió un visible trato de deferencia cuando se le asignó un asiento entre el presidente de Israel, Reuven Rivlin, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, durante la ceremonia fúnebre.
Don Felipe, que también tiene el título honorario de Rey de Jerusalén, acudió a la ceremonia con kipá –la prenda tradicional con la que se cubren la coronilla los hombres judíos– y siguió las exequias entre los dos matrimonios, ya que tanto Rivlin como Netanyahu estuvieron acompañados por sus respectivas esposas.
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