martes, 1 de noviembre de 2016



REFLEXIONES DE OTOÑO
Hace muchos años, escuché de boca de mi Maestro, que cuando llegue el momento final, miraremos hacia atrás, observaremos detalladamente todo el camino recorrido, las elecciones que tomamos, los senderos que escogimos, y entonces nos tomaremos la cabeza entre las manos y exclamaremos para nosotros mismos:
¡Pero si era tan fácil! Cómo logré complicarlo todo…
Porque muchas veces, tal vez demasiadas, y tal como si se tratase de una “música de fondo” que suena allí, detrás, lejana, solemos pasar días y meses estando vivos, respirando, pero como si la Vida misma silbara como un eco lejano, mientras nosotros, claro, continuamos ocupados de “nuestras cosas”.
Años distraídos, dispersos, desenfocados.
Desencajados.
Buscando vaya uno a saber qué, corriendo detrás de metas vanas e insustanciales, siempre cerca y al borde de algo impreciso y confuso.
La extrema cobardía de sentir, de enfrentar, de asumir.
La falsa sensación de libertad, el creer que por siempre lograremos darle la espalda al Sentido 
irrevocable, indefectible, y terminal.






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