La Edad de Oro de Tel Aviv, por Javier Mazorra
No hay ciudad en esta parte del mundo que sea más divertida, emprendedora y amable que esta pequeña metrópoli a orillas del mar con menos de cien años de historia. Viajamos a la urbe más cosmopolita de Israel.
No hay ciudad en esta parte del mundo que sea más divertida, emprendedora y amable que esta pequeña metrópoli a orillas del mar con menos de cien años de historia. Viajamos a la urbe más cosmopolita de Israel.
Tel Aviv tiene tanta confianza en su futuro que ya se considera, de alguna forma, una república independiente dentro del estado de Israel. Hasta hace unos años los viajeros apenas se fijaban en esta insólita Colina de la Primavera, que es lo que significa su nombre en hebreo: se dirigían directamente a la antigua Yaffo que desde 1950 forma parte de su entorno urbano.
Con la llegada del nuevo milenio se produjo un cambio radical. De pronto tanto las autoridades municipales, como los propios habitantes, se pusieron de acuerdo para convertir a la que ya era capital económica del país, en una de las ciudades más atractivas y seductoras de Oriente Medio. Y sin duda lo han conseguido a pesar de encontrarse en uno de los rincones más conflictivos del planeta.
No partían de cero. Su creación a principios del siglo XX fue precipitada, contó con pocos medios y muchas dificultades pero con protagonistas de verdadero lujo. Comenzando por el mítico Patrick Geddes, uno de los padres del urbanismo contemporáneo, que fue el encargado de realizar un plan maestro que se comenzaría a implantar en 1925 bajo el Mandato Británico, con la colaboración de algunos de los mejores arquitectos graduados en la Bauhaus de Weimar que llegan a Palestina, huyendo de la Alemania nazi.
La vida nocturna
En muy poco tiempo pondrían en pie unos cuatro mil edificios en estilo racionalista internacional que ahora paulatinamente recuperados -han sido declarados en su conjunto Patrimonio de la Humanidad-, forman la base de la nueva Edad de Oro de Tel Aviv.
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En muy poco tiempo pondrían en pie unos cuatro mil edificios en estilo racionalista internacional que ahora paulatinamente recuperados -han sido declarados en su conjunto Patrimonio de la Humanidad-, forman la base de la nueva Edad de Oro de Tel Aviv.
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