viernes, 2 de diciembre de 2016

Qué ver hoy en el legendario puerto de Jaffa, por Francisco López-Seivane - Crónicas de un nómada
El viejo puerto de Jaffa ya se menciona en la Biblia. Alcanzó relieve en el reinado de Salomón, lo utilizó Herodes para traer madera del Líbano y de él partió Jonás en su azaroso viaje al vientre de una ballena. Los judíos sostienen que la ciudad fue fundada por Jafet, hijo de Noé, cuando se calmaron las aguas tras el diluvio. Resulta difícil de probar, pero en un ánfora de barro hallada en Egipto aparecen inscripciones que relatan cómo un comerciante de ese país fue robado y abandonado en las playas de Jaffa hace cuatro mil años. O sea, que ya tiene una edad…
Este legendario puerto no es hoy más que una reliquia, pero ha sido remozado con mimo y reproduce exactamente las dimensiones y el lugar que ocupó históricamente. La difícil maniobra de entrada siempre tuvo fama de estar sólo al alcance de los navegantes mas avezados. Para confirmarlo, allí sigue la famosa escollera de rocas negras que tapona parcialmente la bocana, dificultando el acceso y salida de las naves. La roca más prominente es conocida como Andrómeda, ya que, según una vieja leyenda, Andrómeda fue encadenada allí para ser sacrificada, pero Perseo la liberó de las fauces del gran monstruo marino, llevándosela en su caballo alado.
Leyendas al margen, la Jaffa que hoy visitan los turistas se asienta sobre la falda de una colina y fue construida casi íntegramente al filo del siglo XX, con el último suspiro de la ocupación otomana, cuando su población era mayoritariamente árabe, pero en el dédalo de angostas callejuelas que descienden hasta el puerto se aprietan muchas casas de épocas mucho más remotas, en las que no resulta difícil encontrar resonancias bíblicas. Una placa en una de ellas, por ejemplo, la identifica como la casa de Simón el Curtidor, donde se alojó San Pedro tras resucitar a Tabita, según se relata en los Hechos de los Apóstoles. En el patio interior aún pueden verse el aljibe que abastecía de agua a la casa en tiempos de Pedro y un ataúd de piedra de la misma época que los musulmanes utilizaron más tarde como pila de abluciones en una mezquita próxima.
Por encima de estas reliquias milenarias, queda un atractivo ‘casco antiguo’ de casas de piedra y umbrosas callejas con encanto, que se ha transformado en un ‘barrio de artistas’. Muchas de las viejas casonas han sido reconvertidas en galerías de arte, cuando no en museos o viviendas de artistas. Parte del encanto de Jaffa reside en perderse por esas callejuelas llenas de sabor, en curiosear sus numerosas tiendas, algunas extraordinarias, en paladear el buen gusto con que han sido renovadas las viejas casas y el genio creativo con que se ha mezclado muchas veces lo viejo y lo nuevo.
En el punto alto de la ciudad hay un pequeño parque llamado Jardines de HaPisgah. Lo remata un anfiteatro y una extraña escultura blanca que representa, dicen, la caída de Jericó, el sacrifico de Isaac y el sueño de Jacob, sin embargo, los turistas apenas escuchan las explicaciones del guía, imantados por la fantástica vista que se divisa desde allí: la inacabable línea de playa de Tel Aviv y los rascacielos que jalonan la costanera. Sólo por eso vale la pena subir a la colina.
Sigue leyendo en ABC
El viejo puerto de Jaffa ya se menciona en la Biblia. Alcanzó relieve en el reinado de Salomón, lo utilizó Herodes para traer madera del Líbano y de él partió Jonás en su azaroso viaje al vientre de una ballena. Los judíos sostienen que la ciudad…
ABCBLOGS.ABC.ES

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.