SEMANARIO HEBREO, ANA JEROZOLIMSKI.COMITE CENTRAL ISRAELITA
Israel y Siria, a pesar de la enemistad
Las imágenes que llegaron en las últimas semanas de Alepo, ante la reconquista de la ciudad por parte del régimen sirio que tan intensamente la bombardeó, quedarán por siempre como símbolo de la guerra en Siria. Eso, claro está, es en parte un tanto superficial, ya que si bien el horror por lo que allí ocurrió es más que justificado, la cruenta guerra no comenzó en Alepo y lamentablemente, claro está que tampoco ha terminado todavía. Los asesinos aún nos darán horror para rato.
Pero los símbolos también tienen su peso y su importancia. Tienen fuerza. Conmocionan, motivan, empujan. Así se lo ha sentido también en Israel en los últimos días, al intensificarse iniciativas de la sociedad civil en pro de los damnificados en Siria.
La situación de Israel es singular ya que por un lado la política oficial es de no intervención a menos que haya una directa amenaza a la seguridad de Israel, y por otro se ha prestado tratamiento médico a miles de heridos sirios en sus hospitales. La no intervención ha sido cuestión de polémica en Israel, considerando algunos observadores que ésta ayuda al régimen sirio, argumentando otros que de todos modos Israel no habría podido salvar a Siria de la guerra y que interviniendo no habría hecho más que empantanarse en una seria complicación. Personalmente, concordamos con esta segunda apreciación.
Esto no quita, sin embargo, lo necesario de intensificar las iniciativas civiles en pro de la población del otro lado de la frontera, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
Una organización llamada "Just Beyond the border" (Justo al otro lado de la frontera) se propuso juntar 600 mil shekel, equivalentes a aproximadamente 150 mil euros, en un mes, pero ya antes de 48 horas habían superado esa cantidad. Hasta el último recuento hace unos días, habían alcanzado los 200 mil euros. Shivi Fruman, uno de los organizadores declaró que "como seres humanos, judíos e israelíes, no podemos permanecer al margen de las masacres, no podemos permanecer impasibles".
Lo mismo piensa el israelí Moti Kahana que encabeza la organización humanitaria judía "Amalya", convencido de que "no podemos quedarnos callados ante lo que sucede en Siria". Finalmente las iniciativas se unen para enviar a los campamentos de refugiados parte de la ayuda necesaria, a través de la organización israelí "Israel Flying Aid", dedicada desde hace años a la prestación de asistencia humanitaria especialmente en países que no tienen relaciones diplomáticas con Israel, donde los receptores de la ayuda corren peligro de muerte.
Gadi Gvaryahu, director de la organización "Tag Meir", que brega por el diálogo, el entendimiento y el mutuo respeto también en la interna israelí, declaró por su parte que "mientras hay una guerra a pocos kilómetros de aquí, una guerra que ya ha causado casi medio millón de muertos, no podemos dejar nuestras manos en los bolsillos y no hacer nada".
Minutos después de sus declaraciones a la agencia noticiosa israelí Tazpit, fue uno de los participantes en la manifestación llevada a cabo en Tel Aviv, en la que centenares de israelíes, laicos, religiosos, de diferentes identificaciones políticas, crearon una cadena humana entre las embajadas de Estados Unidos y Rusia, en protesta por la situación en Siria.
"Lo que debe salir de aquí", declaró Gvaryahu, "es un llamado de emergencia a la comunidad internacional, para que sea detenido de inmediato el asesinato del pueblo sirio", agregando que "en Israel, debemos dar una mano, más allá de lo que ya se está haciendo, debemos hacer más".
Siria fue considerado siempre uno de los más duros enemigos de Israel. Las historias de lo vivido allí por los soldados que cayeron prisioneros de guerra, eran terribles. La alianza del régimen sirio con Irán y Hizbala, no podía menos que agudizar esa imagen absolutamente negativa y letal del enemigo del norte.
Pero afortunadamente, todos los que lanzan estos días las iniciativas de ayuda, comprenden que los civiles indefensos están atrapados en el medio del horror.
No necesariamente sabrán que la ayuda les llega de Israel. Tampoco es seguro que sepan apreciarlo. Pero Israel cumple con su responsabilidad si intensifica lo que ya ha estado haciendo. Del otro lado de la frontera, hay un país enemigo, sí. Pero sus niños no tienen la culpa de nada.
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