jueves, 4 de mayo de 2017

Jerusalén, ciudad sagrada…, por Viajando con mi cámara
Llegamos a la tan esperada ciudad sagrada, esa que no se mueve, sino que permanece para siempre. Era el lugar que más deseaba ver de todo Israel, no sólo me gustó, sino que me fascinó. Como decían los antiguos sabios “Diez medidas de belleza se han dado al mundo; nueve de ellas las recibió Jerusalén”. Para poder entenderla y admirarla hay que pasear por esas pequeñas calles de la Ciudad vieja, dejarte llevar a través de sus cuatro barrios (musulmán, judío, cristiano y armenio) y observar que mires donde mires la religión está omnipresente en cada fachada, en cada calle, en cada ventana, es realmente emotivo contemplar como cada piedra relata un hecho histórico.
“ En cualquier otro lugar, uno muere y se desintegra. Aquí uno muere y se mezcla en su entorno” Saul Bellow
La ciudad de los setenta nombres poéticos y descriptivos, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1981, despierta emociones sobrecogedoras, el interior de sus murallas promete experiencias espirituales a creyentes y no creyentes. Es curioso que el nombre de Jerusalén signifique “fundada en paz” cuando si hay un lugar querido y requerido por diferentes pueblos y donde se haya derramado grandes ríos de sangre, esa es la ciudad santa, la princesa de la Paz como muchos la llaman irónicamente.
En ningún momento nos sentimos inseguros o intimidados por alguien, pero es cierto que me resultó extraño ver a tantas personas jóvenes militares con gran armamento sobre ellos en plena calle.
Accedimos a la Ciudad vieja por una de las ocho puertas de la maravillosa muralla construida por el sultán turco Suleimán el Magnífico. La puerta Jaffa, quizá sea la más famosa de todas, conocida como la Puerta del Amigo (situada en la parte occidental de la ciudad, de ella partía la carretera que comunicaba Jerusalén con el puerto de Jaffa en el Mediterráneo, por lo que era la puerta de entrada de los peregrinos judíos y cristianos que llegaban de Europa). Da acceso a una plaza muy animada donde además de encontrar varias tiendas o cafés econtramos el famoso mercado cubierto de Mahade Yehuda, donde han ubicado un espacio de información turística. Desde la plaza se accede a la Calle Cadena que cruza la ciudad de oeste a este accediendo a los siempre enfrentados cuatro barrios.
A la derecha de la plaza se alza la Torre de David, antigua ciudadela, construída durante el siglo segundo a.C. Desde 1989 se encuentra el Museo de la historia de Jerusalén, el cual, muestra maravillosas exposiciones en varias salas de distintos periodos, que si a eso le unes donde está ubicado, es un lugar fantástico para aprender la historia de la ciudad, admirando ese patio central de la ciudadela en el que se han encontrado restos arqueológicos de la época de los macabeos hasta la Edad Media.
De ahí nos adentramos al barrio armenio. La primera presencia se remonta al siglo IV. Si es posible no hay que perderse una celebración en una de sus iglesias, ya que es un ritual curioso y diferente a lo que quizá estamos acostumbrados a ver; el maestro de ceremonia acompañado de los asistentes caminan en procesión por las capillas orando y realizando diferentes cánticos. Entre las tiendas de artesanos, alfareros y orfebres se eleva la Catedral de Santiago, levantada sobre un templo bizantino. Impresionante la cantidad de lámparas y su decoración en marquetería.
Para quiénes disfruten con la cerámica, en esta zona se encuentra las mejores tiendas de piezas construidas siguiendo las tradiciones antiguas y representando en ellas diferentes figuras, como por ejemplo: dibujos de pájaros que simbolizan la larga vida, imágenes tomadas del Evangelio, etc.
 Salimos de la ciudad por la Puerta de Sión, la cual conecta dicho barrio con el Monte Zion. Esta puerta es conocida por los árabes como Puerta de David ya que se cree que la tumba del profeta se encuentra cerca de la misma. Es un lugar muy venerado por los peregrinos, se puede ver en la antesala a la tumba la cantidad de personas que hay recitando textos sagrados. La tumba está formada por una cámara con un cenotafio, cubierto por una manta de terciopelo verde donde aparecen bordadas las palabras que traducidas significan “David, Rey de Israel, vive para siempre”. En este mismo edificio se encuentra el Cenáculo lugar donde según la tradición se encontraba “la habitación del piso de arriba” donde tuvo lugar la Última Cena.
A continuación nos acercamos hasta la Abadía de la Dormición construida entre los años 1901 – 1910 por los Padres Benedictinos. De estilo románico la principal característica es la Capilla de la Dormición ubicada en la cripta donde se encuentra una estatua de tamaño real, la cual, retrata la Virgen María yacente.
Volviendo a la ciudad vieja nos dirigimos hacia el Cardo (antigua calzada romana que cruzaba la ciudad) situado en el barrio judío. Pasear por esta zona es pasear por la antesala del lugar más sagrado de judaísmo, el Muro de las Lamentaciones. De acuerdo con la leyenda, cuando las legiones del emperador Tito destruyeron el templo, sólo una parte del muro exterior quedó en pie. Tito dejó este muro para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea, de ahí su nombre. Los judíos, sin embargo, lo atribuyeron a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del sagrado templo como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío.
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