viernes, 26 de mayo de 2017

Unidos por Israel
Figura en los libros de geografía bajo el nombre de mar, aunque en realidad es un gran lago. Y, pese a que lleva abrigando vida desde que los cananeos fundaran junto a sus orillas el primer asentamiento humano de la región, lleva el apellido de muerto. Hoy, 10.000 años después, esta laguna de agua salobre, situada en el fondo de una fosa tectónica a 400 metros por debajo del nivel del Mediterráneo, es un enclave estratégico para la economía israelí –de sus fondos, además de sal, se extraen minerales que alimentan la industria química nacional– y un destino perfecto para descubrir los irrepetibles paisajes y el milenario legado monumental de esta región de Oriente Medio.

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