martes, 8 de agosto de 2017

Jerusalén: Algo más que el kilómetro cuadrado más sagrado del mundo, por Sal Emergui
No basta una vida para conocer algunas ciudades, pero a veces se puede captar su esencia en apenas 24 horas. Es la intención de esta serie en la que 11 reporteros de EL MUNDO recorren las urbes donde viven para ofrecer una mirada distinta, a medio camino entre el nativo y el visitante. En la séptima entrega, Sal Emergui nos acerca Jerusalén, centro espiritual del planeta, ciudad estratégica deseada desde la antigüedad, lo que le ha generado muchos conflictos, aunque su nombre en hebreo curiosamente significa "casa de la paz".
Despertarse, abrir la ventana del hotel y contemplar los Lugares Santos como una postal en directo puede emocionar al mayor de los escépticos. Sea profundamente ateo o fervoroso practicante cristiano, judío o musulmán.
Una ciudad que arrastra miles de años de historia requiere más de 24 horas de visita. La villa de los contrastes dispone de rincones desconocidos incluso para sus habitantes más veteranos. Privilegiados vecinos porque su Jerusalén ofrece múltiples recetas con ingredientes de diversos orígenes, costumbres y religiones. Atormentados porque muchos la aman y odian por igual.
En la clásica división política y geográfica del corazón religioso del conflicto israelopalestino se sitúa la zona occidental -de mayoría judía- frente a la oriental -ocupada por Israel que se la quitó a Jordania en la guerra del 67 y que los palestinos exigen como capital de su Estado-.
CAFÉ Y TURISMO ESPIRITUAL. Antes de adentrarse en la Ciudad Vieja donde los lugares más santos y disputados se erigen en un ambiente que fusiona calma y tensión -que a veces se traduce en violencia, como en julio-, conviene relajarse con un desayuno en una de las terrazas del centro comercial Mamilla. El café no decepciona en un país que, sin olvidar el típico oriental negro, se ha especializado en muchos aromas, estilos y tamaños. El paisaje impresiona: las murallas del Rey David.
Desde Mamilla -puente entre lo material y lo espiritual, entre lo nuevo y lo viejo, entre Mango y la Biblia- uno accede con más rapidez al casco antiguo a través de la Puerta de Jaffa. Recomiendo, sin embargo, pausa, dar la vuelta, pasar delante del imponente centro cristiano de Notre Dame y llegar a la Puerta de Damasco. Cruzando su umbral arcado, el barrio musulmán conduce al zoco árabe con todo su caos organizado. Sediento por rentabilizar una localización tan especial, el vendedor palestino se suele quejar, con razón, de que no hay suficientes turistas. Y los que hay, protesta, "entran, preguntan y se van sin comprar".Tras la Vía Dolorosa, espera el Santo Sepulcro. Las iglesias grecortodoxa, armenia y católica rigen con rigurosas desavenencias el lugar donde la tradición cristiana sitúa la tumba de Jesucristo.
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