domingo, 30 de abril de 2023

 

“Ya son 75 años, oh Israel".

Estás en un cuerpo joven con un alma milenaria.
Tuviste que aprender a correr antes de gatear y caminar, te han pasado tantas cosas, guerras de exterminio desde tu mismo alumbramiento o en tu día más sagrado, Yom Kipur; terrorismo diario, deslegitimación y demonización, y como si fuera poco, naturaleza hostil que ha sido redireccionada a tu favor gracias al esfuerzo, conocimiento e innovación.

La historia del pueblo judío es un carrusel que va desde momentos trágicos y terribles hasta grandes hazañas y victorias.
Justo ayer conmemoramos Yom Hazikarón, donde recitamos un kadish por los 24.213 soldados caídos en las diferentes guerras y enfrentamientos armados que ha sostenido Israel con sus vecinos árabes para consolidar el sueño sionista, que no es más que la vuelta del pueblo judío a su patria ancestral, así como también recordar a los 4255 civiles asesinados por criminales terroristas.
Y hoy, estamos celebrando por todo lo alto Yom Haatzmaut, al arribar el Estado moderno de Israel a sus primeros 75 años de independencia.
Todos a nivel mundial saben de lo que has sido capaz como el Start-up Nation más importante del mundo después de EEUU, a pesar de que solo tienes menos de 10 millones de habitantes en una superficie de 22.000 kilómetros cuadrados. Emdias recientes se realizaron las Olimpíadas Europeas de Matemática Femenina, donde participaron 214 alumnas de 54 países de todo el mundo, obteniendo las estudiantes israelíes Noga Friedman (puntuación perfecta), Yara Shulman y Neta Ilani, oro, plata y bronce respectivamente, en dicha competencia.
Pero hoy, a pesar de todo lo que se puede escribir de Israel en este ámbito, "no voy a llover sobre mojado", sino vamos a descubrir otra cara de este país que no deja de sorprendernos.
Para ello me enfocaré en la tesis de uno de los profesores más emblemáticos de la Universidad de Harvard, Tal David Ben Shahar, nacido en Tel Aviv, Israel en 1970.
Es conferencista en psicología positiva en la universidad más prestigiosa de EEUU, y su clase sobre la felicidad es la más popular con la mayor cantidad de alumnos inscritos por semestre.
El concepto de resiliencia de Ben Shahar describe perfectamente a Israel, cuando dice: “Para experimentar la felicidad, debemos aprender a hacernos cargo de todas nuestras experiencias (imagínense, el pueblo judío tiene miles de años de experiencia), desde la adversidad, desafíos y pérdidas, inclusive los cambios cotidianos, es decir tener la capacidad de adaptarse con éxito frente a la crisis, los problemas y el estrés”.
El pueblo judío, a través de toda su grandiosa historia, por necesidad ha sido resiliente, adaptándose a los cambios, a las circunstancias de la época, a la adversidad, no solo para sobrevivir, sino para ser exitoso, mantener y trasmitir el legado que nos fue dado en el Monte Sinaí hace casi cuatro milenios: la Torá.
El pueblo judío, a través de toda su grandiosa historia, ha sido por necesidad resiliente, adaptándose a los cambios, a las circunstancias de la época, a la adversidad no solo para sobrevivir sino para ser exitoso, mantener y trasmitir el legado que nos fue dado en el Monte Sinaí hace casi cuatro milenios, la Torá
Dentro de las características que establece Ben Shahar para ser positivo y conseguir la felicidad, está la resiliencia, y por eso de acuerdo al último informe publicado por el Mundial de la Felicidad (WHR) de 2023, Israel escaló del 9º al 4º lugar entre 109 naciones, como el cuarto país más feliz del mundo, a pesar de la crisis política y del terrorismo.
Los israelíes han sabido lidiar con todos esos problemas, poniendole la mejor cara a las dificultades y agradeciendo por lo que tienen, un país maravilloso, moderno, audaz, fuerte, y al mismo tiempo ancestral, que todavía guarda en su seno los enigmas del pasado, a la espera de que los encuentren de a poco, para confirmar una vez más nuestra épica historia, porque qué mayor éxito que el haber podido mantener la Torá viva por cuatro milenios a pesar de los miles de muros que nos trataron de imponer, recuperar el idioma hebreo, no solo en su uso litúrgico sino como lengua escrita y hablada.
No hay otros ejemplos de una lengua sin hablantes maternos que se haya convertido en idioma nacional por millones de habitantes y, por supuesto, el gran milagro expuesto ante nuestros propios ojos, con el retorno a Éretz Israel después de casi dos milenios de exilio.
Israel es un milagro viviente, donde la felicidad, a pesar de todo, emerge como un volcán en erupción, y nosotros, como comunidad judía (venezolana), sionista y parte esencial de Am Israel, nos sentimos felices de formar parte de la gloriosa historia de Israel y del pueblo judío.
Viva Eretz Israel, viva el pueblo judío, viva nuestra comunidad.
Por: Miguel Truzman.
F: Semanario Nuevo Mundo Israelita( Venezuela).
Puede ser una imagen de el Muro de los Lamentos y texto

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