El primer ministro Benjamin Netanyahu el mes pasado presentó al gabinete de seguridad de Israel un documento corto: "El Día Despues de Hamas." Su párrafo clave declara que Jerusalén planea trabajar ante todo con los gazatíes para reconstruir su territorio. "Los asuntos civiles y la responsabilidad por el orden público estarán basados en actores locales con 'experiencia en gestión,'" dice, y "no identificados con países u organizaciones que apoyan al terrorismo" o reciben pagos de ellas.
En un paso hacia este programa de auto-gobierno, el ejército israelí ha iniciado un programa piloto informal de lo que llama "bolsones humanitarios" en partes del norte de Gaza despejadas de Hamas. Estos organismos gobernantes locales consisten en líderes comunitarios, cuyos deberes incluirán distribuir ayuda humanitaria y revisar los programas escolares.
El concepto de israelíes trabajando con gazatíes es valiente, audaz y discutido. Enfrenta dos críticas principales. Primero, Estados Unidos y otros gobiernos quieren entregar Gaza a la Autoridad Palestina, la cual gobierna la mayoría de la 'Margen Occidental' y busca la destrucción de Israel. Segundo, muchos israelíes y árabes palestinos por igual insisten en que Jerusalén no encontrará a esos "actores locales" con los que trabajar.
Aun así, el plan del Sr. Netanyahu, y el optimismo implícito en él, son correctos. La propuesta prevé una Gaza decente gobernada por gazatíes decentes. Eso no es inconcebible. Reconoce que los gazatíes han soportado 17 años de infierno único: la explotación por parte de sus gobernantes como carne de cañón para propósitos de relaciones públicas. A diferencia de otros regímenes dictatoriales, que sacrifican a los soldados para victorias en el campo de batalla, Hamas sacrifica a los civiles a cambio de apoyo político. Cuanta más miseria soportan los gazatíes, más convincentemente puede Hamas acusar a Israel de agresión y más generalizado y más vehemente se vuelve su apoyo global.
Gran cantidad de evidencia, sin embargo, sugiere que los gazatíes rechazan ser usados como peones en la estrategia del grupo terrorista. Dos encuestas tomadas antes de la masacre de Hamas del 7 de octubre señalan que los gazatíes quieren vivir vidas normales.
Una, conducida por el Washington Institute for Near East Policy a mediados del 2023, encontró que el 61% desea que fueran ofrecidos más empleos israelíes a los que viven en Gaza y la 'Margen Occidental.' El 62% quiere que Hamas preserve el cese del fuego con Israel, y el 67% cree que "los palestinos deberían enfocarse en temas prácticos,...no en grandes planes políticos u opciones de resistencia." El 62% dice que "Hamas ha sido incapaz de mejorar las vidas de los palestinos en Gaza," y el 82% concuerda en que los "palestinos deberían presionar más duro para remplazar a sus propios líderes políticos por otros más eficaces y menos corruptos." El 87% encuentra que "mucha gente está más preocupada por sus vidas personales que por la política."
La segunda encuesta, tomada por el Arab Barometer días antes que comenzara la guerra, encontró que "la vasta mayoría de los gazatíes han estado frustrados por la gobernancia ineficaz del grupo armado mientras ellos soportan dificultades económicas extremas."
Estas conclusiones han sido confirmadas en el terreno. Desde el 7 de octubre, los videos han mostrado multitudes de gazatíes cantando "Abajo Hamas," maldiciendo a los líderes de Hamas, y proclamando: "El pueblo quiere terminar la guerra...Queremos vivir!" El robo de ayuda humanitaria por parte de Hamas ha provocado de igual manera según se informa enojo y tensión local.
La misma resistencia ha comenzado a irrumpir en los medios populares. Entrevistas en vivo a gazatíes en las redes de medios árabes a menudo transmiten inadvertidamente sentimientos críticos hacia Hamas y sus partidarios estatales. En una entrevista el 5 de noviembre en Al Jazeera, un hombre anciano y herido dijo de los miembros de Hamas: "Se pueden ir al infierno y ocultarse ahí." El periodista lo cortó.
Estos y otros datos indican que muchos gazatíes quieren ser liberados de Hamas. Aunque hostiles hacia el estado judío, ellos quieren desesperadamente salir de su miseria actual, aun si eso significa trabajar con Jerusalén.
Israel, por lo tanto, puede esperar razonablemente encontrar a muchos gazatíes cooperadores listos para establecer una nueva autoridad gobernante capaz de asumir un rango de tareas, desde vigilancia, servicios públicos, servicios municipales y administración a comunicaciones, enseñanza y planeamiento urbano.
Una Gaza decente requerirá duro control militar israelí, supervisar un duro estado policial junto a las líneas de lo que existe en Egipto y Jordania. En esos países, los ciudadanos pueden llevar vidas normales en tanto permanezcan fuera de los problemas y se abstengan de criticar al gobernante. Bajo tales condiciones, Gaza se volvería decente y económicamente viable. Como han mostrado otros tales como Singapur y Dubai, la democracia no es necesaria para que tal proyecto tenga éxito.
Si los israelíes tienen la perspicacia y resistencia para hacer que esto suceda, ellos habrán sacado algo positivo de la tragedia.
El Sr. Pipes es presidente del Middle East Forum.
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