viernes, 29 de marzo de 2024

 EL ATAQUE CONTRA LA SALA DE CONCIERTOS RUSA AMENAZA LA IMAGEN DE HOMBRE FUERTE DE PUTIN

El sistema autoritario prometió seguridad. Ahora el Kremlin enfrenta al terrorismo islámico en casa y una guerra costosa en el exterior.

Por Yaroslav Trofimov y Thomas Grove
Marzo 24, 2024
TRADUCIDO POR 
Marcela Lubczanski

La semana pasada, el presidente ruso Vladimir Putin ignoró las advertencias estadounidenses de un ataque terrorista inminente e instó a los líderes de los servicios de seguridad del país a enfocarse en atrapar a espías ucranianos en su lugar.

Tres días después, hombres armados del Estado Islámico atacaron una sala de conciertos fuera de Moscú, matando a más de 130 personas en el episodio más letal de terrorismo en Rusia en décadas.

Mientras Rusia marcaba un día nacional de duelo el domingo, el ataque sangriento contra uno de los lugares de entretenimiento más conocidos de la nación amenazó con socavar la imagen de hombre fuerte cuidadosamente cultivada de Putin y planteó preguntas sobre la capacidad del estado autoritario que él ha construido para cumplir su promesa de seguridad para el pueblo ruso.

Es un desafío que llega cuando Rusia libra una guerra costosa de agotamiento contra la vecina Ucrania y lucha para impedir que las fuerzas ucranianas ataquen objetivos profundo dentro de territorio ruso. Kiev hace poco ha arreglado una serie de golpes contra refinerías petroleras a lo largo de Rusia, interrumpiendo la producción.

El retorno del terrorismo islámico es también un reto para el Kremlin porque está en polos opuestos con la visión del mundo presentada en la propaganda rusa—que Rusia, en una alianza con países en desarrollo y el mundo musulmán, están librando una lucha existencial contra el Occidente liderado por Estados Unidos.

El domingo, los rusos trajeron flores a recordatorios improvisados en ciudades y pueblos a lo largo del país. Putin, vistiendo de negro, fue mostrado en la televisión estatal encendiendo velas en recuerdo de las víctimas en una capilla ortodoxa ornamentada. Mientras tanto, equipos de rescate tamizaron los escombros en el Crocus City Hall, tratando de encontrar algún cuerpo restante de los que murieron en el ataque e incendio que siguió.

Antes que Putin asumiera el poder en diciembre de 1999, Rusia fue sacudida por ataques terroristas por los que culpó a islámicos chechenos. Putin prometió como es sabido "golpearlos en sus letrinas”—señalando que él prescindiría de sutilezas legales para dar caza a los militantes y restaurar la seguridad.

El terrorismo de fines de la década de 1990 y principios de la década del 2000 fortaleció el control de Putin, con los rusos clamando por acción para restaurar la ley y el orden. Los líderes de la oposición liberal rusa y periodistas de investigación en la época acusaron al Servicio de Seguridad Federal, o FSB, de orquestar algunos de los bombardeos para ayudarlo a ajustar el control del poder por parte de Putin.

No está claro de qué manera el ataque del viernes contra el lugar de conciertos Crocus City Hall se extenderá en la política interna de Rusia. Putin ha buscado conectar el ataque—reclamado por el Estado Islámico—con Ucrania, y los funcionarios en Kiev dicen que temen que él lo usará como una justificación para dedicar aun más hombres y dinero para la guerra.

“Esto es percibido como el fracaso de Putin en cumplir—él había llegado con promesas de paz y estabilidad, ¿y dónde están la paz y estabilidad ahora?" dijo Abbas Gallyamov, un ex escritor de discursos de Putin que desde entonces se ha vuelto opositor al régimen. "Si es en verdad el Estado Islámico, entonces toda tu política exterior no tiene valor—lo cual es el motivo por el que están tratando tan duro de echar la culpa sobre Ucrania."

Putin no acusó explícitamente a Ucrania de participación en el ataque del viernes. El dijo que los presuntos terroristas estaban huyendo hacia Ucrania donde había sido abierta "una ventana" para ellos en la frontera.

Otros importantes funcionarios rusos han descartado la afirmación de responsabilidad por parte del Estado Islámico y amenazaron abiertamente a Kiev con la retribución. Ucrania y los gobiernos occidentales han rechazado como propaganda maliciosa las sugerencias rusas de un rol ucraniano en el ataque del viernes.

Incluso en la televisión rusa, algunos expertos dudaron públicamente de las afirmaciones de participación ucraniana. Ellos en su lugar plantearon preguntas incómodas sobre por qué a los servicios de seguridad rusos, que han actuado con velocidad relámpago para aplastar las protestas contra la guerra en Ucrania, les llevó más de una hora responder al ataque en Crocus.

“Lo que Ucrania podría ganar de este ataque terrorista no es muy evidente,” planteó en RBK TV el analista político Mikhail Vinogradov el sábado. “Tenemos que redefinir el tema de la seguridad,” dijo. “La prioridad de la aplicación de la ley ha sido principalmente las figuras públicas que son cruciales... El terrorismo fue definido como crítica a las autoridades y políticas rusas."

En redes sociales y en conversaciones privadas en Rusia, la reacción se enfocó en algunos de los aspectos claves del sistema creado por el control de Putin de casi un cuarto de siglo.

Una pregunta fue si la guerra en Ucrania ha distraído a la policía y servicios de inteligencia de Rusia de su misión antiterrorista.

Si bien Ucrania ha lanzado cientos de drones para atacar las refinerías de petróleo, bases aéreas militares y otros blancos en Rusia, en respuesta a la campaña implacable de misiles y drones de Moscú contra las ciudades ucranianas, ninguno de estos ataques ucranianos ha resultado en víctimas civiles masivas.

“Quizás el FSB estaba tan preocupado con la guerra en Ucrania y los peligros emanando de allí que ellos de alguna manera no lograron ver esto," dijo Grigorij Serscikov, un experto independiente en antiterrorismo e inteligencia radicado en los Países Bajos. "Ellos están estirados, batallando en demasiados frentes diferentes."

La guerra también ha exacerbado la dependencia de Rusia de los trabajadores migrantes de estados de mayoría musulmana de Asia Central, particularmente de Tayikistán y Uzbekistán, cuando la economía de Rusia ha girado en torno a una guerra terrestre que ha empujado el desempleo a una baja histórica. Cientos de miles han encontrado trabajo en la industria de defensa. Otros han sido empujados dentro del ejército y enviados a las trincheras.

Más de 300,000 soldados rusos han resultado heridos o muertos en Ucrania, de acuerdo con los estimados de EE.UU..

Los cuatro atacantes del viernes procedían de Tayikistán, de acuerdo con las autoridades rusas. Algunos apenas hablaban ruso.

Aunque no hay estadísticas disponibles, los trabajadores de Asia Central pueden llegar a Rusia sin visa y muchos millones se han establecido en las principales ciudades de Rusia en los últimos años—viviendo a menudo en gran parte separados de la sociedad rusa general en condiciones que los dejan expuestos a reclutamiento por parte de pandillas criminales e islámicos.

Se estima que los musulmanes—migrantes y los nacidos en Rusia—conforman tanto como el 20% de la población del país.

El ataque del viernes muestra “los riesgos de la política de alentar la inmigración, que ha sido implementada por las autoridades rusas en las últimas dos décadas,” dijo Ruslan Pukhov, director de la think tank de seguridad y defensa Centro para Análisis de Estrategias y Tecnologías, con sede en Moscú. “Se han formado enclaves y diasporas musulmanas gigantes, y los alborotos de los islámicos radicales se volvieron sólo una cuestión de tiempo.”

La insatisfacción con la inmigración, que fue una vez un gran foco de los nacionalistas rusos se ha extendido en la sociedad más amplia, aunque muchos rusos reconocen que el país depende demasiado del trabajo de los asiáticos centrales como para cambiar de rumbo repentinamente ahora.

“Desearía que les hubiésemos impedido venir hace 15 años, pero la situación actual es tal que ya no hay nada que podamos hacer,” dijo Alexei Zakharov, el propietario del sitio de búsqueda de trabajo online Superjob.ru.

Si bien una de las principales promesas de Putin había sido torcer la corrupción, la enorme cuenta de muertos por el incendio que estalló después del ataque a tiros inicial en Crocus ha renovado las conversaciones sobre la corrupción contínua.

La vasta sala se quemó hasta los cimientos, con muchos visitantes muriendo por inhalación de humo después que los cuatro atacantes huyeron de las instalaciones y manejaron a la región Bryansk que bordea Bielorrusia y Ucrania. Muchos analistas rusos se preguntaban si esto sucedió debido a que no habían sido seguidas las normas de construcción y seguridad.

Aras Agalarov, el multimillonario azerí propietario de Crocus, dijo a la televisión rusa que todas las regaderas, alarmas y tecnologías retardantes del incendio en la sala de concierto funcionaron apropiadamente durante el incendio. “Todos los sistemas funcionaron muy bien," dijo él.

Hace dos años, el FSB, principal agencia de inteligencia de Rusia, no logró predecir la voluntad y capacidad de la población y ejército ucranianos para repeler un ataque ruso, contribuyendo al fracaso del intento inicial de Rusia por capturar el país.

Desde entonces, el FSB ha estado enfocado en monitorear la crítica pública del conflicto, ya sea online o en las calles. En virtud de la legislación en tiempos de guerra, cualquier crítica al ejército ruso—tal como sugerir que soldados rusos fueron responsables por matar civiles ucranianos en Bucha o Mariupol—es objeto de castigo con sentencias a prisión.

Luego de varios asesinatos de alto perfil de algunos de los más públicos partidarios de la guerra de Rusia, el FSB volvió su atencion a perseguir a rusos y ucranianos que se cree están trabajando para la inteligencia militar de Kiev. Y está persiguiendo celosamente a los opositores políticos en casa.

“El ataque terrorista muy probablemente será usado para ajustar más los tornillos," dijo Pukhov, el director de la think-tank.

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