DUBAI—Estados Unidos y sus aliados democráticos liberales se pueden estar enfrentando con las potencias autoritarias Rusia, Irán y China mientras las guerras en Ucrania y Gaza inflaman las rivalidades globales. Pero para el Estado Islámico, ellos son todos enemigos de la fe musulmana que deberían ser aniquilados.
El ataque del viernes en una sala de conciertos fuera de Moscú que mató a al menos 133 personas, el peor ataque terrorista en Rusia en décadas, condujo a casa ese punto. Hace dos meses, el Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad por el ataque más letal en Irán en décadas, un bombardeo en la ciudad de Kerman que mató a más de 80 personas.
Los principales ataques del Estado Islámico en el Occidente alcanzaron su pico en el 2017, aunque militantes del Estado Islámico se atribuyeron acuchillamientos y tiroteos letales en Bélgica, Francia y Austria desde entonces.
“La competencia entre las grandes potencias está viva y bien, pero no importa en lo absoluto al Estado Islámico,” dijo Colin Clarke, director de investigación en el Soufan Group, una consultora que se enfoca en amenazas terroristas. “Mientras nosotros vemos grandes divisiones entre Beijing, Moscú y Washington, ellos nos ven a todos nosotros como un objetivo. Esta es una amenaza transnacional.”
El medio noticioso oficial del Estado Islámico, Amaq, se atribuyó el ataque en Moscú, diciendo que es parte de una "guerra más amplia entre el Estado Islámico y países que combaten al Islam.”
La carnicería en Moscú, dicen los analistas en terrorismo, demuestra la capacidad del grupo para reconstituirse como una red global potente capaz de activar partidarios mundialmente.
La violencia del Estado Islámico en Rusia “sigue el rastro del aumento reciente en las conspiraciones frustradas a lo largo del Occidente y su foco renovado en las operaciones externas," dijo Lucas Webber, cofundador de Militant Wire, un medio de comunicación independiente que rastrea la militancia global.
Las agencias de seguridad europeas impidieron muchos ataques planificados del Estado Islámico en los últimos meses, algunos planificados por inmigrantes de Asia Central, de acuerdo con funcionarios allí.
Rusia ha estado hace mucho tiempo en la mira del Estado Islámico. El grupo asumió la responsabilidad por el bombardeo en 2015 que mató a 224 personas a bordo de un avión de pasajeros ruso que partía de Egipto, y en el 2022 llevó a cabo un ataque que mató a dos diplomáticos rusos y a cuatro afganos en la embajada rusa en Kabul.
Las quejas islámicas contra Moscú incluyen la ocupación sangrienta de Afganistán en la década de1980 y la supresión de la autonomía de Chechenia en los años iniciales del gobierno del presidente Vladimir Putin.
Aun más importante, sin embargo, es el apoyo indispensable que Rusia—junto con Irán, una república islámica chií—continúa proporcionando al régimen del presidente Bashar al-Assad en Siria. El grupo paramilitar Wagner de Rusia desempeñó un rol importante en expulsar al Estado Islámico de la ciudad siria de Palmira en el 2017.
“La razón por la que están en Rusia es debido al rol ruso en Siria,” dijo Rasul Bakhsh Rais, un profesor de ciencia política en la Universidad Lahore de Gestión y Ciencia en Pakistán.
Aunque el Estado Islámico no especificó cual de sus filiales estuvo detrás de la matanza del viernes en Rusia, los funcionarios de Estados Unidos han culpado al afiliado Estado Islámico-Provincia Khorasan, o ISIS-K, de la organización terrorista.
Khorasan es un antiguo término islámico para las tierras que comprenden el Afganistán de hoy y países de Asia Central que fueron una vez parte de la Unión Soviética.
En una de las atrocidades más letales desde que el autoproclamado califato del Estado Islámico fue desmantelado en Siria e Irak en el 2017, ISIS-K llevó a cabo el ataque del 2021 contra el aeropuerto de Kabul que mató a 13 miembros del ejército de EE.UU. y a al menos 170 afganos que buscaban escapar del país.
Funcionarios rusos dijeron que los cuatro perpetradores de la matanza del viernes en Moscú parecían ser nativos de Tayikistán, el estado más pobre de Asia Central.
Varios millones de trabajadores invitados que se han mudado a Rusia desde Asia Central, particularmente desde Tayikistán, Uzbekistán y Kyrgyzstán, han proporcionado hace tiempo un grupo de reclutas para los grupos militantes islámicos. Muchos combatientes de Asia Central capturados en Siria e Irak durante el control del Estado Islámico allí dijeron que habían quedado expuestos a los predicadores radicales en los sitios de construcción y dormitorios para obreros en las ciudades rusas.
El número de trabajadores de Asia Central en Rusia ha estado creciendo durante los últimos dos años debido a la escasez de mano de obra causada por la guerra en Ucrania, donde cientos de miles de hombres rusos han resultado muertos o heridos, y muchos más sirven como soldados, a menudo después de una movilización involuntaria.
Los migrantes de Asia Central a menudo hablan poco o nada de ruso, y son vulnerables al abuso. La policía rusa allana regularmente sus dormitorios y sitios de trabajo, presionándolos a menudo para que se unan al ejército ruso en Ucrania.
“La actitud de los órganos de aplicación de la ley y estatales en Rusia hacia estos migrantes contribuye definitivamente un poco a su radicalización y a que se vuelva extremista. Causa bastante enojo," dijo Kadyr Toktogulov, un ex embajador de Kyrgyzstán ante Washington.
El ISIS-K es uno de los más significativos afiliados restantes del Estado Islámico, junto con un capítulo en Africa Occidental donde mantiene territorio, y donde los mercenarios rusos desempeñan un rol prominente en apuntalar a los gobiernos batallados de naciones como Mali. El surgimiento del ISIS-K señala el alejamiento de la organización terrorista de su cuna de Siria e Irak, donde ha sido derrotado exhaustivamente.
El ISIS-K surgió inicialmente en el 2015 en el Afganistán oriental, donde se ocultó una vez Osama bin Laden, después que los insurgentes previamente afiliados con el Talibán afgano y pakistaní prometieron lealtad al autoproclamado califa del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi.
Contando con unos 2,000 combatientes en la época, el ISIS-K atrajo reclutas de las filas descontentas del Talibán pakistaní, desertores del Talibán afgano y sobrevivientes del golpeado al-Qaeda. También atrajo apoyo entre los salafistas extremistas en el oriente de Afganistán, militanes sunníes del Movimiento Islámico de Uzbekistán, y militantes uighures que procedían de la región Xinjiang de China. En el 2022, el grupo asumió la responsabilidad por los ataques con armas contra la embajada china en Islamabad y contra un hotel albergando invitados chinos en Kabul.
Los objetivos del ISIS-K fueron en gran medida locales al principio. Tomó como blanco a la comunidad chií de Afganistán, a la cual considera hereje, y al Talibán, al cual criticó por involucrarse en conversaciones de paz con Estados Unidos.
Como en Irak, donde fueron llevados a cabo algunos de los peores ataques del Estado Islámico contra los chiíes, el ISIS-K mató a cientos de personas de las comunidades chiíes de Afganistán y Pakistán, conduciendo bombardeos suicidas de mezquitas y escuelas.
El grupo también lanzó múltiples ataques contra Irán, el que durante décadas ha financiado a las milicias chiíes a lo largo del Medio Oriente. Irán reclutó entre los chiíes afganos para formar la Brigada Fatemiyoun, la cual desempeñó un rol importante en la campaña contra el Estado Islámico en Siria y en Irak.
Después que el Talibán tomó el poder en agosto del 2021, el objetivo superador del Estado Islámico en Afganistán se volvió “purificar” al país del nuevo gobierno. Reforzado por militantes de Asia Central, uighures y chechenos que habían regresado de Siria, ISIS-K ha estado librando una insurgencia de bajo nivel, reforzada por el resentimiento entre los de las etnias tayika y uzbeka de Afganistán contra el régimen del Talibán, el cual es casi exclusivamente pashtun.
A raíz del ataque de enero en Irán, el portavoz del Estado Islámico publicó un discurso a través de uno de sus principales medios de comunicación, Al-Furqan, pidiendo una campaña militante mundial contra judíos, infieles, y lo que él llamó cruzados occidentales. El discurso de 34 minutos titulado “Mátenlos donde sea que los encuentren,” fue el llamamiento más directo a los musulmanes a librar la guerra global emitido por el grupo en años.
Luego del ataque de enero en Kerman, los servicios de inteligencia iraníes identificaron a uno de los atacantes como un nacional de Tayikistán de 24 años de edad que había recibido entrenamiento en campamentos en la provincia afgana de Badajshan, que limita con Tayikistán.
Desde el 2022, el Estado Islámico ha buscado usar la invasión de Ucrania por parte de Moscú para reclutar miembros, llamando específicamente a los musulmanes chechenos que están luchando para Rusia y a los tátaros de Crimea y musulmanes chechenos que están luchando del lado ucraniano a no involucrarse en la guerra entre "infieles," y a unirse en su lugar al Estado Islámico. Hay poca evidencia que eso esté ocurriendo.
“La estrategia del Estado Islámico es llevar a cabo menos ataques pero más espectaculares," dijo Riccardo Valle, director del Diario Khorasan con sede en Islamabad, una plataforma no partidaria que rastrea grupos yihadistas.
Atrayendo la atención global a través de grandes ataques, el grupo busca propagar una imagen de resiliencia y fuerza para los potenciales seguidores, dijo él. "El Estado Islámico es capaz de encontrar el momento correcto para sus ataques, y esperar pacientemente la oportunidad correcta."
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