lunes, 29 de agosto de 2016

Crisis de los rehenes: los peligros que entraña el pago del rescate

Por Jonathan S. Tobin 

Barack Obama.
"Estamos ante el clamoroso fracaso de la política iraní de Obama"
Ha costado meses de interrogatorios, pero después de numerosos y embarazosos silencios ante las preguntas, el Departamento de Estado ha reconocido por fin la verdad sobre la liberación iraní de los rehenes estadounidenses el pasado mes de enero. A pesar de haber negado durante meses que la entrega de 400 millones de dólares a Teherán el día de la liberación fuese el pago de un rescate, el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, dijo que la intención de EEUU era “tener el máximo margen de maniobra” en el canje. Es una bonita manera de decir quela Administración Obama pagó una abultada cifra por el rescate.
El rescate plantea al menos dos asuntos cruciales. Uno concierne a la naturaleza del acuerdo nuclear con Irán. La otra es cómo ha socavado, tal vez fatalmente, un principio clave de lapolítica antiterrorista de EEUU.
El concepto básico del cambio de política de Obama con respecto a Irán era que a Irán se le estaba dando una oportunidad “para estar a bien con el mundo”. Esas expectativas no se basaban únicamente en la idea de que el acuerdo nuclear liberalizaría la sociedad y la política exterior iraníes, sino que permitiría una mayor cooperación entre Washington y Teherán en asuntos como la guerra contra el ISIS. La primera esperanza era una completa fantasía, ya que los líderes teocráticos de Irán han reforzado su control sobre el país y no han mostrado ningún interés en el cambio. La idea de que Irán pueda ser un socio en la guerra contra el ISIS era igual de ilusoria. Ocurre lo contrario: los objetivos de Irán –en Siria, la preservación del régimen de su aliado Bashar al Asad, y en Irak el fortalecimiento de las milicias chiíes que respalda– son incompatibles con cualquier estrategia que pueda llevar a la derrota del ISIS. Todos estos años de conversaciones, en los que los iraníes han obligado a EEUU a hacer constantemente concesiones, que después han devenido en una negociación sobre rehenes, hacen saltar por los aires la idea de un acuerdo con los “moderados” promovida por la caja de resonancia de la Casa Blanca durante 2015.
El pago por los rehenes, junto a la fiebre iraní del oro de las empresas occidentales –ahora que han desaparecido las sanciones–, pondrá a más gente en la diana de los secuestros, apenas disimulados, del Estado iraní. Esto sentará un precedente que dará a Irán, o a cualquier otro cazador de rehenes, la fuerza necesaria para chantajear a Estados Unidos.
Aunque la Administración esté tratando este caso de rescate como una mera y desagradable coda a otras iniciativas de política exterior que sí habrían sido exitosas, la verdad arroja un panorama muy distinto: el de un despiadado adversario terrorista que ha demostrado que puedeexprimir a Estados Unidos.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

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